21 de marzo de 2012

Los bebés, el lenguaje y el autismo

¿Leer los labios puede ser un indicador de autismo?


Investigadores de la Florida Atlantic University de EE.UU. realizaron un estudio en el que descubrieron que los niños no sólo aprender el idioma mediante los sonidos, sino también leyendo los labios. El trabajo analizó a 179 niños de habla inglesa de entre 4 y 12 meses, y a 21 adultos. Todos los participantes contemplaron un video de 50 segundos donde una mujer aparecía recitando un monólogo en su idioma nativo, el español; y otro recitado en inglés.

Mientras los voluntarios veían la filmación, un reconocedor de movimiento de los ojos determinaba hacia dónde dirigían los participantes sus pupilas. Así fue como comprobaron que los niños de 8 meses en adelante mostraban claros indicios de lectura de labios en ambos idiomas, distinguiendo focos de atención según la lengua.

En la materna, adultos y niños menores de 4 meses pasaban más tiempo mirando los ojos, mientras que los niños mayores de 4 meses alternaban entre boca y ojos, de forma de entender la intención de un mensaje elaborado en un idioma que conocían. En el caso del español, idioma desconocido a comprender, los niños mayores de 4 meses y los adultos focalizaban en los labios.

Los bebés se vuelven lectores de labios cuando empiezan a producir sus primeros sonidos similares al habla. En este momento, hay un intercambio de focos de atención que demuestra la necesidad de reunir pistas socialmente relevantes a medida que se adquieren capacidades de comunicación más sofisticadas.

Los investigadores anotaron, también, que a los 2 años los niños autistas enfocan la atención en la boca del interlocutor, mientras que el resto de los niños para ese momento ya enfoca directo a los ojos. Esto sugiere una nueva forma potencial de diagnosticar el autismo a una edad más temprana, tomando a los bebés que siguen enfocándose demasiado en los labios luego de los doce meses como potenciales autistas.

Esto permitiría que se confirme o rechace la hipótesis con más anticipación, propiciando, de ser necesario, un temprano procedimiento de intervención para poder reducir o prevenir los efectos más complicados del autismo.

Agustina Jazmín
agustina.jazmin@mancia.org

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