1 de junio de 2012

México: Uno de cada mil niños nacidos vivos puede presentar autismo

Especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco afirmaron que un bebé indiferente o sin emociones podría padecer autismo, presente en uno de cada mil a mil 500 nacidos vivos.

La coordinadora de terapistas en Rehabilitación del Hospital General Regional (HGR) 180 del Instituto en Tlajomulco, Elizabeth González Flores, aseguró que el autismo es un importante motivo de consulta en dicho nosocomio.

Incluso, dijo, se posiciona como tercer motivo de atención en el servicio de Rehabilitación, “a ese servicio, cada mes llegan 12 casos de niños con diagnóstico de autismo el cual puede establecerse desde el año y medio de vida del bebé”.

Expuso que cuando el menor no da los brazos, no sonríe, no señala objetos, se muestra indiferente ante otras personas, los padres deben acudir al especialista porque son signos de alarma.

Destacó que el autismo es un síndrome que afecta la comunicación y las relaciones sociales del niño de una forma extrema y su diagnóstico es complejo, sobre todo a edades muy tempranas cuando suele pensarse que el pequeño tiene problemas auditivos que lo tornan distante y con dificultad para interactuar.

La especialista dijo que por lo general, los infantes autistas requieren de un abordaje multidisciplinario que permita llegar al diagnóstico de la enfermedad y éste incluye una revisión de su sistema auditivo, para posteriormente analizar el desarrollo de su psicomotricidad.

Datos muy sugestivos de autismo en niños de edad pre escolar, incluyen movimientos anormales con las manos que asemejan una suerte de “aleteo”, y tienden además a dar vueltas sobre su propio eje, así como a subir y bajar escaleras de manera repetitiva, sin omitir que suelen tener la manía de pegarse en la cabeza.

Agregó que es importante establecer características de la personalidad del niño y si es o no sobre protegido por sus padres, al igual que es fundamental conocer cómo y con quién se relaciona y determinar si se trata de un pequeño cuya dinámica familiar lo aisla o él tiene dificultades para la convivencia.

El abordaje de estos niños se centra principalmente en terapias de lenguaje, que buscan estimular su inteligencia, pero además se les enseña a desarrollar habilidades físicas que los hacen más independientes y les permiten una mejor interacción social.

Un hecho que destacó la especialista, fue que la terapia inicia con los padres, al ser ellos los que brindan el apoyo tanto emocional como social al niño y dijo que puede ir de uno hasta cinco años dependiendo de la respuesta y evolución del paciente.

Resaltó la importancia de que las madres en los primeros meses de vida del niño observen las características ya citadas y “si no da los brazos, cuando alguien intenta cargarlo, o no sonríe y muestra desinterés por personas u objetos”, puede tratarse de un niño autista.



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