22 de junio de 2012

La mejoría de los síntomas del autismo varía en cada niño

"Hay una amplia variedad de niños con distintos tipos de síntomas dentro del autismo".


NUEVA YORK, 15 Jun, Agencia Infancia Hoy.- Un estudio sugiere que las habilidades sociales y de comunicación de los niños autistas mejorarían con terapia en algunos, pero no en otros.

Como era de esperar, los chicos con síntomas más leves al momento del diagnostico habían evolucionado mejor unos años después que aquellos con la forma más grave de autismo.

Pero entre los casi 7.000 niños estudiados había un grupo de los llamados "de maduración tardía", que habían comenzado con muchos problemas de comunicación y sociales, pero mejoraron rápidamente durante la escuela primaria.

"Hay una amplia variedad de niños con distintos tipos de síntomas dentro del autismo", dijo Christine Fountain, autora principal del estudio e investigadora de la Columbia University, en Nueva York. "Nos interesa conocer cómo esos síntomas se comportan en el tiempo", agregó.

Los resultados aparecen publicados en la revista Pediatrics unos días después de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés) difundieran nueva información que sugiere que uno de cada 88 niños estadounidenses tiene un trastorno del espectro autista.

El equipo de Fountain utilizó datos de los centros de California que evalúan y tratan a los niños autistas para seguir a un grupo de pacientes de entre 2 y 14 años a los que se les habían realizado por lo menos cuatro evaluaciones.

En esos test anuales, se registraron los síntomas de los trastornos sociales y de la comunicación y las conductas repetitivas.

Los autores observaron que especialmente cuando se trataba de habilidades sociales y de la comunicación, la mayoría de los niños mejoraba con el tiempo; aunque algunos lo hacían mucho más rápido que otros.

Los niños blancos y los hijos de padres con mayor nivel educativo solían tener síntomas más leves durante el tratamiento y eran más propensos a formar parte del 10 por ciento de los niños considerados "de maduración tardía", en los que los síntomas mejoraron rápidamente entre los 3 y los 12 años.

En cambio, los niños con autismo y otros trastornos intelectuales no mejoraban demasiado.

"La conclusión es que el retraso mental como enfermedad concurrente del autismo empeora el pronóstico", dijo Johnny Matson, especialista en trastornos del espectro autista y discapacidades intelectuales de la Louisiana State University, en Baton Rouge.

A diferencia de las habilidades sociales y de comunicación, las conductas repetitivas no tendieron a mejorar ni a empeorar demasiado en el tiempo en la mayoría de los participantes.

LA MAYORÍA DE LOS NIÑOS MEJORARÁ

Las diferencias en la mejoría de los niños según la etnia y la educación de los padres se deben quizás al acceso a un tratamiento de calidad, según opinó Matson.

La buena noticia es que "esas diferencias se están reduciendo rápido", por las leyes que les exigen a las empresas de seguro de salud cubrir el tratamiento intensivo a todos los niños autistas, dijo a Reuters Health.

Matson, que no participó del estudio, planteó algunas dudas sobre "las trayectorias de los síntomas" con la que los autores clasificaron a los niños y señaló que hay muchas evaluaciones del autismo que se realizan incorrectamente e impiden interpretar los cambios en el tiempo.

Otro especialista ajeno al estudio opinó que la existencia o la ausencia de los patrones de mejoría coinciden con su experiencia profesional.

"Vemos este problema a diario y percibimos que existen distintos patrones o trayectorias (...) durante el desarrollo", dijo el doctor Andrew Zimmerman, del Centro Lurie para el Autismo, del Hospital General de Massachusetts para los Niños, en Lexington.

"Con algunos niños trabajamos mucho y logramos poco o nada, y con otros obtenemos buenos resultados", añadió.

Fountain y Matson coincidieron en que los padres de los niños autistas deberían insistir para que sus hijos reciban la ayuda que necesitan sin perder el optimismo.

FUENTE: Pediatrics
(Infancia Hoy)

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