6 de enero de 2011

Educación Inclusiva: Acerca de “Un error que jamás debimos cometer”

Una madre de 4 hijos. El menor, Martín de 4 años 6 meses, diagnosticado desde los 2 años con trastorno del desarrollo del espectro autista, fue matriculado, de acuerdo a lo indicado por su neurólogo, en un colegio con integración, el “De la Santísima Trinidad“, en Andalue, San Pedro de la Paz.

Todos los antecedentes relacionados a su diagnóstico fueron presentados, incluso sus exámenes y su diagnóstico fue explicado y entregado.

El niño asistió a clases todo el año recibiendo elogios de sus tías, quienes siempre se portaron muy bien con él y lo aplaudían constantemente por sus avances. Sin embargo al llegar el fin de año, se informó a los padres que no estaba listo para pasar a prekinder por no cumplir con los requisitos mínimos y que, por su porte, tampoco podía quedar repitiendo, pues quedaría con niños muy pequeños a quienes podría llegar a dañar.

El niño, siempre descrito como tierno y cariñoso por sus Educadoras, pasó a ser agresivo -según ellas- de la noche a la mañana.

Le dijeron a los padres: “firmen esto y no tenemos nada más que hablar”, por lo que el 8 de noviembre quedó sin colegio y, a esta altura del año, ya no pueden encontrar otro. El daño ocasionado es irreparable y el Ministerio de Educación no puede encontrar otro establecimiento, tras haber pagado 1 millón doscientos mil pesos en colegiatura.

En la “Santísima Trinidad”, a un año de tenerlo, la Coordinadora sólo respondió a los padres que aceptar al alumno fue “un error que jamás debimos cometer”.

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