26 de marzo de 2015

El paciente autista requiere un atención bucodental específica

El trastorno del espectro autista se asocia a una mayor presencia de enfermedad bucodental

Aunque el autismo no se caracteriza por la existencia de alguna condición patológica específica a nivel de salud oral, el paciente autista suele presentar más enfermedad bucodental que los pacientes sanos de edad similar debido a su incapacidad de entender y participar en su higiene diaria y cooperar con los programas preventivos. Además, se asocia con una mayor prevalencia de problemas relacionados con hábitos nocivos, tales como el bruxismo, la autolesión de lengua, labios y encías, mordeduras y similares por la tendencia a la autolesión que estos pacientes pueden presentar.

«La situación dental depende de la ayuda que estos pacientes tienen con la higiene oral diaria, siendo necesario instaurar hábitos regulares de higiene desde edades tempranas puesto que el niño autista suele aceptar todo aquello que es una rutina», destaca Virginia Martín López, miembro de SEPA y Master en Odontología Integrada del Adulto y Pacientes Especiales de la Universidad de Sevilla. En estos casos, insiste, «existe una mayor necesidad de enseñar instrucciones sobre higiene oral y un mayor entrenamiento para los pacientes, con el objetivo de incrementar sus habilidades motoras y conseguir una higiene oral más eficaz».

Un cuidado especial

En cuanto al manejo de estos niños en consulta, como recomienda la Martín, «es importante iniciar una familiarización con la figura del odontólogo desde edades tempranas para ayudar a conseguir objetivos de salud oral que mejorarán su calidad de vida futura. Aquí es donde la familia juega un papel fundamental».

La persona autista suele mostrar dificultades para asumir las recomendaciones y orientaciones que ofrece el odontólogo. En ocasiones, no pueden manifestar sus sentimientos y percepciones, tales como el miedo o el dolor, lo que hace más complicado su manejo en la consulta. 

Ante esta situación, como aconseja Virginia Martín, «el dentista deberá reunirse primero con los padres para recoger todos los datos de la historia clínica, así como las características especiales del paciente y experiencias previas en el dentista. También hay que tener especial interés en la medicación que toman estos niños, puesto que muchos tienen efectos adversos relacionados con la actividad odontológica».
Una vez recabada toda esta información, se prepara el material relativo a la desensibilización, consistente en imágenes, videos o ambos, tanto de la consulta como del personal que trabaja en ella y los padres son los que presentan esta información al niño. «Nunca se nos debe olvidar que con el niño autista no se puede improvisar», recuerda la especialista de SEPA.
Gracias a esa preparación previa que ha tenido lugar en su casa mediante el material proporcionado a la familia (fotos, vídeos, dibujo), el paciente autista ya deberá estar familiarizado con toda la dinámica de la consulta y del tratamiento. 

Para facilitar la aceptación del tratamiento odontológico, también resulta esencial que el paciente cuente que la compañía de los padres, que favorecerá la cooperación con el dentista. El uso de técnicas más restrictivas, para mantener la calma del paciente, se suele limitar a casos más graves, usando como último recurso la anestesia general.

Cepillado

Para el cuidado bucodental diario se recomienda recurrir al uso pictogramas para enseñar la técnica del cepillado, estando éste en lugar visible para que el niño no se olvide de esa rutina. Igualmente, se aconseja el uso de colutorios de flúor diario en los casos adecuados, así como la seda dental. «Estas medidas, junto con el recordatorio de la importancia de las revisiones periódicas, previenen problemas más serios, evitando el estrés que tratamientos más complejos puede ocasionar al paciente y su entorno», añade Martín.

El autismo está catalogado como un trastorno generalizado del desarrollo caracterizado por una integración social deficitaria y un repertorio muy restringido de actividades e intereses. Suele manifestarse antes de los 3 años y puede ir asociado a deficiencia mental en el 75% de los casos. La prevalencia es de 10 casos por cada 100.000 nacimientos.


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