27 de enero de 2012

Temple Grandin: "Yo autista"

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Por Rosetta Forner

Su biografía se publicó en 1986. Gracias a ella, el mundo supo que existía vida dentro de la cabeza de un autista, así como sentimientos. A los tres años los médicos dijeron que tenía «daños cerebrales». Su madre, un modelo de rebeldía, coraje, fuerza y determinación, aderezado por un amor infinito por su hija, se negó a aceptar la «sentencia». La llevó a escuelas «normales» desoyendo los «consejos» de los «entendidos», que no entendían nada de autismo, hasta que Temple les contó cómo era su mundo interior.

Ella es un ejemplo de una de las máximas de la PNL (Programación Neurolingüística): «Todo es verdadero en alguna persona, y todo es falso en otra». Yo abogo por la rebeldía, como la madre de Temple. Animo a la gente a no resignarse. Debemos luchar, pues el que lucha se da la posibilidad de alcanzar sus sueños y crear milagros, además de darle en las narices a los agoreros y trazar la línea de su destino como le dé la real gana, que para eso es suyo.

Temple tiene un doctorado. Su genialidad pudo mostrarse gracias a esa madre que le enseñó a creer en ella misma, a no rendirse, y, al apoyo de otras almas libres, como un profesor suyo, que supo darse cuenta de lo especial que ella era. Su célebre «máquina de abrazos» se usa para ayudar a otros niños autistas. Todos, autistas o no, incluidos los animales, tenemos alguna vez dificultades para expresar nuestras emociones. Nada mejor que el amor para saber lo que un hijo necesita.



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