22 de enero de 2012

La Rioja, España: Diego, a un paso de nuestro mundo

La familia de Diego busca voluntarios para que su hijo de 11 años supere el autismo gracias al programa Son-Rise


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Diego tiene once años y es un niño dulce, divertido, alegre... y muy inteligente. También es autista y desde que le diagnosticaron este desorden neurológico, con dos años y medio, sus padres han seguido todas las terapias posibles (con caballos, con agua, psicólogos...) para que Diego logre relacionarse y conectarse con los que le rodean, principal dificultad a la que se enfrentan estas personas.

«Los médicos siempre nos dijeron que Diego era de alto funcionamiento y que podría conseguir mucho, y nosotros siempre pensamos en hacer lo posible para que pasara la barrera del autismo», comenta su madre, Edite Fonseca. Este empeño les ha llevado hasta Son-Rise, un programa americano de cuyos resultados hablan las cientos de familias que lo han seguido en todo el mundo. En La Rioja, ellos son pioneros.

En Son-Rise, los padres son la pieza fundamental; el hogar, el entorno más enriquecedor, y el juego es la clave para lograr un vínculo con el niño autista, para reunirse con el pequeño en su mundo y, a partir de ahí, motivar su aprendizaje.

Desde hace unas semanas, Edite y su marido, José Moreira, son una familia Son-Rise. Cada tarde, se turnan para pasar unas horas con Diego en la 'habitación de juegos', acondicionada con suelo de goma, pelotas gigantes, un trampolín, aros... todo lo que admita la imaginación para entrenar la motricidad. «Él -explica su madre- solo quiere jugar, cosquillas... y nosotros le seguimos. Luego, muy poco a poco y sin contrariarle, intentaremos motivarle para otras cosas».

El ritmo y los objetivos son diferentes en cada niño. Diego necesita trabajar la mirada -«nos mira un 10%»-, una conversación normal y, sobre todo, los intereses, ahora únicamente centrados en los aparatos electrónicos. «En el supermercado o el cine busca las alarmas, las luces, columnas de sonido, focos... no mira a las personas, sino los aparatos. Y tiene que interesarse por otras personas». E insiste su madre en que Diego ahora debe aprender la parte social, para los conocimientos académicos ya habrá tiempo.

La intensidad es fundamental en el programa Son-Rise. Debe seguirse todos los días de la semana y cuantas más horas, mejor. Y ahí es donde Edite y José necesitan la ayuda de voluntarios, ya que también deben dedicar tiempo a Catarina, su otra hija (de 8 años), el trabajo y las labores domésticas. En Logroño no disponen de ningún apoyo familiar. Ellos son de Portugal y, hace algo más de un año, llegaron a Logroño por motivos laborales del cabeza de familia. A Diego, curiosamente, apenas le costó un par de semanas aprender nuestro idioma.

¿Qué requisitos deben reunir los voluntarios? «Ninguno, y si vienen con la cabeza virgen sobre el autismo, mejor. No es bueno fingir, hay que entrar en la habitación, jugar y disfrutar como un niño con Diego para lograr conectar con él. Luego nosotros iremos dando las pautas para lograr una serie de objetivos. Todo está muy bien marcado en el programa Son-Rise».
La primera vez que Diego entró en la 'habitación de juegos' protagonizó una rabieta. Hace unos días confesó a su mamá que la habitación es mejor que estar en el ordenador. Para Edite, un milagro.


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