20 de febrero de 2015

Puerto Rico: Una senda positiva para los niños con autismo


El currículo piloto para alumnos autistas que estrenará en agosto el sistema público de enseñanza representa un punto de entrada para elevar el nivel de atención que requiere esta población y, de paso, la visión con la que debe abordarse el problema global de la educación especial en el País.

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El programa del Departamento de Educación se propone dotar a los maestros de planes, materiales y herramientas especializadas para guiar adecuadamente el desarrollo de sus estudiantes, por lo que el componente de adiestramiento a los docentes que se realiza al presente es clave, si se quiere lograr integrar a niños y jóvenes con autismo a la corriente regular de clases.

Medular al éxito que pueda o no tener la iniciativa es su enfoque en mejorar el sistema de intervención en los importantes primeros años del alumno, lo que supone la diferencia entre una vida funcional o dependiente para el estudiantado con autismo en la Isla, que en el año escolar 2012 estaba integrado por 3,434 escolares y sigue en aumento.

La decisión de entrenar a un primer grupo de maestros para que sean ellos los que se ocupen de adiestrar a sus colegas nos parece un acierto y no debe verse solamente en términos de los ahorros que puede representar, ya que está demostrado la efectividad de la enseñanza mediante los pares.

Igualmente prudente luce la implantación gradual del nuevo currículo partiendo de unas 50 salas de clases, pues esto permitirá ir evaluando el desempeño del nuevo currículo sobre la práctica y hacer los ajustes que correspondan antes de extenderlo a la población diagnosticada con el síndrome de autismo.

Según un estudio de 2011 realizado por el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, cerca de 7,000 niños, o sea, uno de cada 125 menores de 18 años en la Isla, tiene trastorno del espectro autista y el 8% de ellos tiene al menos un hermano con autismo.

Particularmente revelador en el estudio es que a los 4 años es la edad promedio en que los síntomas centrados en la capacidad de comunicarse con los demás e interpretar el mundo que los rodea son diagnosticados como autismo.

 La prevalencia del autismo dentro del entorno familiar que arroja el estudio se traduce en una gran presión sobre las finanzas familiares y las posibilidades de darles a los hijos la educación que demanda su condición. Recalca además la responsabilidad del Estado de darles la mano, garantizando el acceso gratuito a la educación especial, algo en lo que hasta el presente el Departamento de Educación ha fallado y ha arrastrado los pies, y lo poquísimo que ha avanzado ha sido a fuerza de multas y decisiones judiciales.

Por otro lado, de nada vale establecer el diagnóstico temprano si no se acompaña con una intervención temprana del alumno. En este punto el nuevo currículo está basado en las investigaciones de autores del renombre de Joel Arick, con más de 30 años de experiencia en el estudio del autismo y cofundador de Strategies for Teaching based on Autism Research Program.

Con adecuados seguimiento, supervisión y ajuste sobre la marcha, la apertura de este proceso se convierte en una promesa de cambio positivo para los estudiantes con algún grado de autismo.

El paso de avance que presenta la adopción gradual de un currículo exclusivo para alumnos con autismo debe ser seguido por iniciativas similares en materia de educación especial para el 34% de la matrícula total del Departamento de Educación. Ellos son 159,000 estudiantes que esperan por programas que puedan hacer una diferencia en su formación.

(Tomado de http://www.elnuevodia.com/opinion/editorial/nota/unasendapositivaparalosninosconautismo-2010026/)



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