Profesor de la
Universidad de Northampton (Reino Unido) y miembro de la Sociedad
Internacional para la Investigación del Autismo, Preece está en Burgos
traído por la Federación Autismo Castilla y León para formar a un
centenar de profesionales de toda España en un método básico para la
atención a las personas que sufren este trastorno del desarollo.
Se le conoce por sus siglas en inglés TEACCH (tratamiento y educación
de niños con autismo y problemas de comunicación relacionados) y es un
método de ayuda al aprendizaje de este colectivo que se implantó a
finales de los años 60 en Estados Unidos pero que, según los
especialistas, sigue siendo hoy la base en la que apoyar cualquier buen
trabajo con personas con autismo.
Tal es así, que el curso que la
Federación de Autismo de Castilla y León está celebrando desde el jueves
en Burgos, El modelo TEACCH en el aprendizaje a lo largo de la vida de
las personas con trastornos del espectro autista, ha concitado el
interés de un centenar de profesionales de todo el país.
Uno de los
mayores expertos, el británico David Preece, ofreció ayer una
conferencia en la que desgranó las claves de esta herramienta de
trabajo, algunas de cuyas prioridades son prevenir la
institucionalización innecesaria, preparar a las personas con autismo
para desenvolverse mejor tanto en casa como en la escuela y en la
comunidad y entrenar a las familias para mejorar los problemas de
comportamiento y mejorar las habilidades sociales, de lenguaje y de
aprendizaje.
¿Qué validez tiene esta metodología en la actualidad?
Antes se entendía el autismo como algo generado por el mal cuidado de
los padres o por madres que eran distantes y que no establecían conexión
con sus hijos y este método fue realmente revolucionario porque venía a
decir que los profesionales tenían que trabajar con los padres en lugar
de considerarles la causa del autismo de sus hijos. El método se
centraba mucho en estudiar en qué punto estaba el niño en cada momento
partiendo no de la imagen de un modelo ideal de niño sino de lo que se
podía hacer para ayudarle a progresar en la vida. Desde entonces, gran
parte de la investigación psicológica y neurológica ha mantenido lo que
hace el TEACCH, la evolución no ha negado nada de lo que se planteó al
principio. No es un método rígido, se centra en encontrar las cosa que
ayudan, las estrategias útiles para las personas con autismo. No se
trata de un método ‘talla única’ sino que hay tantos tipos de método
como niños.
Por lo que explica, entiendo que se trata de un traje a la medida de cada persona con autismo...
Sí, se adapta a cada individuo, adulto o niño, y va cambiando en la
medida que se desarrollan sus destrezas. Y así, en la misma medida que
yo necesito los archivos en mi portátil o todos los números que tengo
guardados en mi teléfono porque son una estructura que me ayuda en mi
vida, el TEACCH les da esa estructura a las personas con autismo.
¿De alguna manera trata de ordenarles el mundo?
Precisamente es esto. No tiene tanto que ver con los contenidos, es una
herramienta para ayudar a los enseñantes a hacer llegar los contenidos y
se usa en preescolar pero puede seguir siendo útil a los 30, 40 y 50
años.
También incluye incluso el orden físico de las aulas donde los niños trabajan. ¿Cuál es la trascendencia que tiene?
Fundamental. Si tu mundo no tiene sentido para ti no vas a poder
funcionar en él. Todos los aspectos del método, desde la comprensión del
entorno hasta saber lo que tienes que hacer en él, e incluso entender
cómo realizar las actividades, es de gran trascendencia. Y ese orden
ayuda a las personas con autismo. El principal problema que sufre este
colectivo es que carece de la capacidad que nosotros tenemos de entender
de manera intuitiva la forma en la que se supone que se tienen que
hacer las cosas.
Los expertos nos repiten siempre que cada persona con autismo
es diferente. ¿Les siguen sorprendiendo o ya conocen, digamos, toda la
‘tipología’?
Cada persona con autismo que conozco es para mí algo nuevo. Muchas
veces me pasa que se me acerca el padre de alguien en una charla o
conferencia y me pregunta ¿qué hago con mi hijo? y yo le digo que no sé
porque no le conozco, tendría que conocerle para decirle cosas que
podría aplicar o que le podrían ser de utilidad pero primero hay que
evaluar y entender a cada individuo.
¿Qué papel juegan las familias de las personas autistas con las que se aplica esta metodología?
El profesional es el experto en autismo pero la familia es la experta
en esa persona concreta con autismo. La familia es la que entiende al
niño aunque tal vez no entienda los aspectos del autismo, por eso lo que
hacemos es construir puentes entre estos dos tipos de conocimiento.
Además, la familia quiere al niño y es importantísimo que el profesional
entienda esto y no lo vea solo como un objeto de trabajo, porque es un
miembro de la familia, un hermano, un tío...
¿Tiene una buena implantación este método en el ámbito europeo?
Muchos de sus aspectos se han convertido en práctica habitual en los
últimos diez o quince años. No excluye otros sistemas, es solo una
estructura que da apoyo a muchos otros métodos. En Inglaterra nuestra
fundación para la educación del autista sacó una guía de buenas
prácticas y es parecidísima a los enunciados del TEACCH.
En España no se considera el autismo como una discapacidad
específica. ¿Cuáles son las ventajas de atender a este colectivo de esta
forma?
A pesar de lo individual que es, todas las personas con autismo tienen
una forma específica de entender el mundo, de pensar en el mundo, que no
es igual que la nuestra, que es distinta a la de las personas con
síndrome de Down o con discapacidad intelectual. Así que ya sea una
persona con autismo y dificultades de aprendizaje o un profesor
universitario con autismo, siempre va a tener una percepción el mundo
distinta a la tuya o a la mía. Por eso me parece tan importante pensar
en el autismo como algo distinto.
¿Qué le han enseñado las personas con autismo?
La razón por la que quise seguir trabajando con personas con autismo
cuando empecé fue que las veo como un desafío porque no se puede
entender a la primera lo que están haciendo, es algo que me intriga, me
fascina, es como la picadura de un insecto... ¡Me picó el bicho! En ese
momento tenía 30 años y pensé, esto es lo que quiero hacer durante el
resto de mi vida.
(Tomado del Diario de Burgos: http://www.diariodeburgos.es/noticia/Z089859EB-D552-1BB0-88AA741DB0C62A02/20150228/profesional/es/experto/autismo/pero/familia/es/experta/persona)
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