Gracias a un electroencefalograma (EEG) es posible detectar el autismo en niños, asegura un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, quienes observaron la actividad eléctrica en distintas regiones del cerebro.
“Estos científicos usaron sensores para registrar la actividad eléctrica del cerebro en varias regiones distintas del cuero cabelludo. Entonces, observaron hasta qué grado la actividad cerebral de una región estaba sincronizada con la de otra”, indicó Geraldine Dawson, directora científica del grupo de defensoría Autism Speaks, y quien no participó en el estudio.
Al analizar a grupos de niños con y sin autismo, los científicos detectaron que entre ambos existían diferencias en cuanto a la conectividad cerebral; por ejemplo, los niños con autismo tenían una conectividad de rango corto reducida, lo que es indicador de un mal funcionamiento en las redes cerebrales.
“Lo que este estudio tuvo de único fue el gran número de niños estudiados. De forma consistente con muchos estudios anteriores que usaron EEG e imágenes de resonancia magnética (IRM) funcional tanto en niños como en adultos con autismo, estos investigadores hallaron que, en general, los niños autistas muestran una coordinación (coherencia) reducida entre regiones cerebrales”, indicó Dawson.
La científica refirió que esta clase de estudios ayudan a entender las razones por las que los individuos con autismo tienen dificultades con conductas complejas como la interacción social y el lenguaje.
“A medida que los cerebros de los niños se desarrollan, las distintas regiones cerebrales se conectan cada vez más, permitiendo la adquisición de conductas complejas que requieren de la coordinación entre distintas regiones del cerebro”, señaló.
Finalmente, Dawson añadió que se tiene esperanza con que una intervención conductual oportuna pueda mitigar los impedimentos funcionales, ayudando a reformar las conexiones cerebrales que se desarrollan de forma natural en los niños normales.
El estudio, dirigido por los doctores Frank Duffy y Heidelise Als, fue publicado en la edición más reciente de la revista especializada BMC Medicine
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