Es algo inédito en el país. Se adapta la sala sobre un modelo tomado de Inglaterra. Familiares valoran su impacto.
Río Cuarto. En una experiencia que sería única en el país, todos los sábados a las 15, las Edu Salas, cines que el municipio tiene en comodato, se abren para niños con trastornos del espectro autista.
La idea fue copiada de una iniciativa desarrollada por AMC Theatres y la Autism Society, de Inglaterra, que incorporaron en 2011 funciones adaptadas (ver ¡Qué feliz que soy!, repite Fernando).
El subsecretario de Educación de la Municipalidad, Fernando Lagrave, explicó que la adaptación de la sala fue sencilla: sólo realizaron cambios en la iluminación y sonido, para adecuarlo a las necesidades de los chicos, que pueden levantarse, moverse y hablar libremente durante la película.
“Esto es parte de un programa de Educación con todos, que parte de aceptar la diferencia, reconocer al otro. Sin esos presupuestos, la educación sirve para disciplinar y no para emancipar. Apuntamos a un colectivo social con construcción de igualdad y ejercicio de derechos. Estas funciones de cine no costaron ni un peso y los chicos y sus padres viven un momento significativo”, destacó el funcionario.
La propuesta es articulada por la asociación civil Grupo Trastorno de Espectro Autista (TEA). El municipio aporta la sala y el operador.
“Es mucho más simple de lo que parece. Los chicos ingresan y son libres de apropiarse de ese espacio. Nos cuesta más a nosotros como padres, que por una vez dejamos de estar diciéndoles: nene quedate quieto”, explica Alejandra Carril. Valeria Albertengo coincide: “Hay muchas cosas que aprender, y entenderlos a ellos nos lleva a entendernos a nosotros mismos”.
Los padres de chicos con autismo cuentan que a medida que van creciendo necesitan participar en diferentes espacios de recreación. “La película no implica relación de uno a uno con nadie, es una experiencia diferente.
El problema que tienen con el cine común es que en estos trastornos hay un desorden sensorial importante que hace que los chicos reciban de manera aumentada o disminuida los estímulos visuales y auditivos.
A veces el cine nos aturde a todos. En la sala hicimos ajustes sencillos, adecuaciones de acceso, nivelación de sonido y manejamos la luz, porque tienen miedo a la oscuridad total y así evitamos brillos en las butacas, porque eso les da un montón de información que no pueden decodificar, y se atemorizan. También dejamos las puertas abiertas”, cuenta Carril.
“A veces como padres nos encerramos, por miedo a que a nuestros hijos les agarre un ataque de nervios o no quieran ingresar, pero no pasa nada, porque todos los que estamos ahí nos comprendemos. Ellos miran, corren, van, hablan y se integran”, agrega.
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