Dos teorías con respecto al origen del autismo apuntan a la alteración de varios genes o a causas multifactoriales.
Por Joanna Ruiz Méndez / El Nacional Venezuela
Enterarse de que un hijo tiene autismo no es una situación fácil. Recibir la noticia es durísimo, apunta Isabella Paul. Ella lo sabe no solamente porque es la presidenta de la Fundación Autismo en Voz Alta y conoce muchos padres en esa situación, sino también porque es mamá de Cristina, una niña que lo padece.
“¿Qué es el autismo?”, quizás sea la primera pregunta que se hacen quienes reciben la noticia. Según la neuróloga infantil Elizabeth Cañizales, se considera un desorden de origen neurobiológico que afecta el lenguaje y la comunicación y causa patrones de conducta e intereses restringidos, repetitivos y estereotipados. El autismo leve, moderado y severo se enmarca en los trastornos generalizados del desarrollo junto con el síndrome de Asperger, los trastornos generalizados del desarrollo no especificados y los trastornos desintegrativos de la infancia.
Orígenes difusos
Existen varias teorías con respecto a las causas. Cañizales indica que una de ellas es que se debe a la alteración de varios genes durante el desarrollo del feto, lo que afecta el desarrollo cerebral. La especialista agrega que no existe una causa única exacta de por qué estos genes sufren una modificación. Según esta visión, el bebé nace con autismo y no lo desarrolla después de nacer, como indican otras posturas.
Mirian Ortiz, médico psiquiatra de la Sociedad Venezolana para Niños y Adultos Autistas Sovenia, afirma que el trastorno es de origen multifactorial. Agrega que en este conjunto de causas puede incluirse la aplicación de vacunas con thimerosal, la intoxicación con metales pesados y factores inmunológicos que producen infecciones que, al hacer necesario el uso de ciertos antibióticos, generan trastornos en el intestino que afectan el procesamiento de las proteínas con consecuencias en el cerebro.
Como hay diversas posiciones con respecto al origen del trastorno, es lógico que existan varias formas de abordarlo. Ortiz indica que el tratamiento común incluye una dieta sin gluten, caseína, saborizantes, edulcorantes ni colorantes. Se deben suministrar vitaminas y minerales, y someterse a evaluaciones por parte de múltiples especialistas -neurólogo, nutricionista, gastropediatra, entre otros-, además de terapias psicoeducativas. Sin embargo, no generaliza: cada paciente es único y los tratamientos deben ser especializados.
Cañizales considera fundamental la terapia de lenguaje, la terapia ocupacional, para mejorar la percepción del entorno y sus técnicas de integración sensorial, y la psicología del desarrollo, que ayuda a mejorar el área cognitiva y conductual.
Con respecto a la alimentación, Cañizales expresa que aunque 40 por ciento de los niños con autismo pueden tener alteraciones gastrointestinales y beneficiarse con la dieta, no debe considerarse como una práctica válida para todos.
Señales de alerta
Especialistas coinciden en la importancia de una detección temprana para mejorar la condición. Es por esto que los padres deben estar alerta ante ciertas señales. La pediatra Valeria Cristiani, de la Clínica Mayo, señala algunos síntomas: problemas con la comunicación o el lenguaje, pobre interacción social, incluyendo poco contacto visual o sonrisas; que el niño sea muy rígido o esté muy interesado en un juguete en particular. Ortiz añade que la hipersensibilidad auditiva o, al contrario, que actúe como si fuera sordo, y demasiada o muy poca sensibilidad en la piel suelen ser síntomas.
En cualquier caso, el autismo es una condición de vida que no se puede curar. Es por esta razón que una vez recibida la noticia, lo mejor es tomar medidas y no caer en la negación. Así lo aconseja Rosa María Hernández, madre de dos niños con autismo. Si a ti te dicen que tu hijo puede tener autismo y tú te asustas y prefieres pensar que es inmaduro, es pequeño, es hijo único o cualquier excusa, le estás evitando a él una ayuda o una terapia que a lo mejor en unos meses lo puede hacer mejorar.
Actuar a tiempo tiene sus recompensas.
Daniel, hijo de Rosángela González, fue diagnosticado al año y medio y ahora, con cinco años de edad, asiste a un colegio regular y ha tenido grandes progresos. El hijo mayor de Ifigenia Mora, Lonny, tiene autismo y ella define el proceso como una lucha constante. Asegura que cada paso que el niño da para progresar es una fiesta para ella y su familia. Isabella Paul añade, “uno aprende a valorar y a celebrar las pequeñas cosas. Sin duda no es una experiencia fácil, pero es un camino que está lleno de amor incondicional, alegrías y aprendizajes. Y además, no hay que dudarlo, muchísima esperanza”.
Copyright © Grupo de Diarios América-GDA/El Nacional/Venezuela. Todos los derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario