Por Rosa Geldres de Patiño (*)
Siguiendo con mi experiencia de vivir con un adulto de 40 años, quiero compartir la siguiente experiencia:
En primer lugar, desde que recuerdo, he necesitado y sigo necesitando mucha paciencia, también cierta dosis de tolerancia, y autodisciplina para manejar mis emociones, actualmente he mejorado un 90 %, sé que no soy perfecta.
Específicamente les cuento lo de hoy, Christian siempre cuelga la ropa en los cordeles después que la lavadora termina sus ciclos, ésto lo decidió por iniciativa propia, un día ya hace varios años, no me acuerdo cuantos, al principio era tal su preocupación y obsesión por hacer esto que no esperaba a que el ciclo del lavado terminara, subía y bajaba un montón de veces, se daba cuenta de que la lavadora tenía que botar el agua pero………..simplemente abría la tapa y lógico la lavadora dejaba de funcionar, yo tenía que estar al pendiente y me irritaba esto, yo le decía “ESPERA QUE MAMA TE AVISA”, hasta que un día me descuidé y colgó la ropa a medio centrifugar, antes de alterarme PENSE, no quería prohibirle la acción, pues me estaba ayudando, ¿CÓMO hago para que me entienda?
Lo llamé y le dije “FALTA, LA ROPA ESTA MOJADA” , hice que volviera a poner la ropa en la lavadora, le dije que se sentara a esperar, él quería irse, se enojó, no le hice caso, no dejé que se fuera, y cuando la lavadora paró, lo hice ver y le di la orden, “Por favor Christian tiende la ropa” aun así pasaron años hasta que aprendió a ESPERAR, luego vino la época de enseñarle a colgar, colgar por el revés, poner ganchitos (los ponía pero fuera de la ropa el 50%) distribuir en los cordeles (todo lo apretaba en un solo cordel) etc. Decidí enseñarle a colgar en ganchos de ropa esos que las lavanderías regalan, las medias, las trusas etc. por esto de usar los ganchitos, lo bueno que sabe parear y separar lo mío de lo suyo.
Actualmente lo hace al 95 % muy bien, a lo largo de estos años (10 años más o menos) yo tuve que hacer un gran esfuerzo para no tratarlo mal, no siempre era posible, no obstante haberle enseñado por centésima vez, lo hacía como él quería, se ha ido corrigiendo poco a poco, lentamente sin que yo lo note, pienso que tal vez, observo que yo corrijo lo que el hace, porque después de que el baja, yo subo( mi lavandería queda en altos) y luego de que yo bajo el sube, y ha decidido poco a poco hacerlo mejor.
Un pequeño consejo cuando quieran enseñar, háganlo de a pocos, con mucha paciencia y calma, recuerden “ Roma no se hizo en un día” pero no dejen de corregir, porque cuando aprenden bien es simplemente “UNA MARAVILLA”.
(*) Asociada de ASPAU PERÚ y miembro de su Comité Directivo.
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