María José y Ana se han convertido en sus sombras. No se separan de Hugo y Raúl durante el horario lectivo, ni siquiera en el recreo. Si tienen una rabieta, ellas están ahí para calmarlos; les corrigen si no cogen bien el lápiz y les animan a jugar con sus compañeros en el patio. También les ayudan a que no se distraigan, a que acepten la autoridad del maestro y a hacer sus tareas escolares.
Estos dos hermanos mellizos, de diez años, son autistas, y desde que cuentan con la atención individualizada de sendas asistentes en el CEIP García Lorca de la capital, su avance ha sido espectacular, tal y como señalan su madre, Ana María Catalán, y la directora del colegio, Encarna Álvarez, que destaca que también beneficia al resto del grupo, ya que se evita que los problemas de conducta de estos niños rompan el ritmo de las clases.
Estos dos hermanos mellizos, de diez años, son autistas, y desde que cuentan con la atención individualizada de sendas asistentes en el CEIP García Lorca de la capital, su avance ha sido espectacular, tal y como señalan su madre, Ana María Catalán, y la directora del colegio, Encarna Álvarez, que destaca que también beneficia al resto del grupo, ya que se evita que los problemas de conducta de estos niños rompan el ritmo de las clases.
Este centro público puso en marcha hace dos años una experiencia piloto que ha conseguido la plena inclusión educativa de sus ocho alumnos con autismo en aulas normalizadas. Tras el beneplácito de la Delegación provincial de Educación, se permitió que personas externas al centro, voluntarias psicólogas y maestras en prácticas, pudieran asistir a estos niños durante toda la jornada escolar, un proyecto cuyos resultados se presentan esta tarde en unas jornadas sobre inclusión educativa en el colegio en las que se expondrá la evolución de los dos hermanos.
En vista del éxito de esta experiencia pionera, la madre de Hugo y Raúl, que estudian 3º de Primaria, quiere extenderla a otros centros a través de la Fundación Asistencia a Personas con Autismo (APA), que esta malagueña ha impulsado a nivel andaluz para informar sobre este trastorno y sobre «sus mitos erróneos» y ayudar a las familias que lo padecen.
Aunque Ana Catalán asegura que en esta andadura cuenta con el apoyo de la Delegación de Educación, sabe que es bastante improbable que reciba ayuda económica de la administración para extender este proyecto por el sistema educativo. Sin embargo, esto no tiene por qué ser un impedimento para que la atención personalizada a estos niños en el aula sea una realidad porque, como ella explica, podría hacerse mediante prácticas profesionales y con las donaciones que reciba la Fundación.
Esto podría suponer una solución a la demanda de padres de niños con necesidades educativas especiales (NEE), que ven insuficiente la dotación de monitores en los centros públicos existentes en la actualidad, que se ha visto reducida además a consecuencia de la crisis.
Conseguir un acuerdo con Educación para dar cabida jurídica a esta posibilidad es el último reto de esta malagueña de 42 años que no deja de repetir lo satisfecha que está con el trabajo desarrollado en el García Lorca, basado principalmente en la coordinación y la labor en equipo entre tutoras, asistentes y padres. Pero antes de llegar a este punto, Ana María y su marido se enfrentaron a un largo peregrinaje de pediatras, neurólogos, psicólogos y otorrinos. En este camino, lleno de lágrimas, alguien les dijo que el autismo no tiene cura y que sus hijos nunca hablarían.
Pero la pareja no se vino abajo y movió cielo y tierra hasta lograr que algún profesional les diera un diagnóstico más esperanzador para sus mellizos que entonces tenían dos años y medio. Lo encontraron en un profesional de Estados Unidos que conocieron a través de una médico de Marbella que había conseguido importantes avances en su hijo. Este especialista les puso un dieta libre de proteínas de cadena larga (soja, gluten y la caseína) y empezaron a tratar a los niños médicamente. Fue un antes y un después.
El autismo es tratable
Esta pareja malagueña quería compartir su experiencia con otras familias en la misma situación y trasladarles que el autismo es tratable. Así, en 2007 se pusieron en marcha para realizar un documental sobre la historia de Hugo y Raúl, a través de la productora del padre. En el proceso de documentación propusieron a la dirección del colegio privado en el que estudiaban la posibilidad de que una psicóloga acompañara a los niños en clase para que, además de atenderles, elaborara un diario que reflejara los avances de los pequeños y que después pudiera incluirse en el guión de la película. La experiencia fue muy beneficiosa para los niños, tal y como recuerda su madre.
Pero el cambio de equipo directivo en el centro frustró este proyecto y, en vista de los resultados del acompañamiento permanente, Ana Catalán no dudó en reunirse con la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía para plantearle la búsqueda de un colegio que estuviera dispuesto a que personal externo al centro pudiera atender a sus hijos. Y así se inició la experiencia en el García Lorca.
El fallecimiento en 2008 del padre de Hugo y Raúl, José Miguel López, impidió que se terminara el documental en las fechas previstas, aunque su mujer tomó las riendas de la productora y el filme solo se encuentra a falta del proceso de edición. Ana ha donado los derechos de autor a la Fundación que preside, y espera que el acuerdo de coproducción con Canal Sur y la productora Ándale permita que 'El autismo es tratable' vea la luz el próximo año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario