Por Jorge Casacuberta
–¿Cómo y cuándo se detecta el autismo?
–Más que de autismo, hay que hablar del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), porque existe una amplia variedad de casos. Es un trastorno del neurodesarrollo que tiene un origen neurobiológico. Y se identifica en los tres primeros años de vida. Los niños presentan dificultades para comunicarse con otros niños y adultos. También tienen problemas para imaginar: los juegos de roles no los entienden. Sus primeros balbuceos aparecen muy tarde o no aparecen. Repiten constantemente las mismas palabras y frases. Apenas miran a la cara cuando se les habla. No utilizan signos para comunicarse ni juegan a imitar a los papás o a los hermanos. Les gusta jugar con los mismos juguetes y de manera repetitiva. Les cuesta expresar sus emociones, aunque las tienen. Y repiten los mismos movimientos una y otra vez. En resumen, el trastorno se manifiesta en las habilidades de interacción social y en las capacidades de comunicación verbal y no verbal.
–¿Pueden llevar de adultos una vida normal gracias al tratamiento?
–A nivel neurológico se conoce muy poco del TEA. De hecho, hace 15 años se consideraba una enfermedad rara. Pero cuanto antes se produzca una intervención especializada y precoz, mejor. Hasta los 6 años, el cerebro es más maleable y tiene mayor capacidad de aprendizaje. No existe una cura para el autismo, pero el tratamiento puede mejorar la calidad de vida de la persona. Hay que fomentar sus puntos fuertes y sus capacidades, así como favorecer sus habilidades personales, su autonomía y su desarrollo en la sociedad. Y los pequeños requieren un plan de intervención individualizado.
Jorge Casacuberta
Técnico en Trastorno del Espectro del Autismo (TEA)
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