La profesora y rehabilitadora trabaja con discapacitados e integra el grupo de la Fundación “Son Risas” que organizó las “II Jornadas de Actualización de Autismo y TGD”. Explicó que buscaban la prevención para la detección temprana de TGD.
LILIANA ALFARO
-¿Cuáles son las pautas que le dan a los padres, para detectar este trastorno?
La principal misión es dar algunas claves para la pronta detección, para hacer un screening, de forma que los chicos puedan ser caracterizados lo más rápidamente posible, y que no se demore tanto tiempo como usualmente pasa, que a los dos o tres años tienen un diagnóstico certero del espectro autista.
-¿Cuáles serían esos signos?
Hay tres áreas que se encuentran alteradas: la comunicación, poca intencionalidad de comunicación hacia el otro, la parte expresiva de las emociones, la emotividad que pone el chico para poder hablar cuando habla, cuando quiere expresar algo lo hace de manera robótica. En la parte de lenguaje aparece muchas veces las ecolalias, palabras repetitivas, y la integración sensorial que es lo básico, aparecen conductas disrruptivas, pero son necesarias para los chicos para poder equilibrar todo lo que su propio sistema corporal le pide. Son los movimientos de las manos, el movimiento corporal, la búsqueda de evitar la mirada, no querer entrar en lugares donde hay sonidos muy fuertes o incluso sonidos muy bajos como la licuadora, el ventilador, una heladera. Todos esos son indicadores que tienen un desarrollo anormal, atípico.
En realidad esto no es un trastorno de la conducta específicamente, sino una mente que trabaja de una forma diferente. Es un desarrollo atípico de esta mente que se está formando, desarrollando y que por alguna causa muchas veces es ambiental, sumada a la genética puede ser vulnerable o estar a la pesca de algo. Nuestro sistema inmunológico muchas veces está deprimido por las contaminaciones ambientales, por lo que comemos, muchos de los chicos tienen problemas para sintetizar la caseína, el gluten. Comen pan común o leche y eso a nivel orgánico les produce una suerte de alergia, sube al nivel sensorial, neurológico y produce esos signos corporales de reacciones alérgicas, sintomáticas que no son tan conocidas pero que en realidad son reacciones que el chico tiene a lo que está consumiendo. O bien son reacciones a algo que está respirando, o que está consumiendo a través de una medicación, de algún antibiótico que está recibiendo en ese momento.
-¿A qué edad se puede empezar a detectarlo a través de esos signos?
Usualmente este deterioro comienza a los nueve o diez meses, y se lo detecta antes de los tres años, porque ahí se hace mucho más notable que no existe un lenguaje expresivo, coherente. El chico deja de jugar con sus compañeritos de la sala y se encuentra en una esquina, moviendo las manos o la cabeza como autoestimulándose, como que comenzó a perder el contacto con el exterior.
-¿Cuál es el tratamiento o terapia?
Como no es una enfermedad sino un espectro que tiene muchas características que puede estar presente en muchas personas con otros tipos de patologías y de condiciones físicas, por eso lo llamamos de espectro; no hay un análisis clínico que diga que este chico tiene autismo, entonces no hay una medicación específica para eso. Con la Fundación “Son Risas” lo que proponemos es un método relacional, no trabajar tanto la conducta sino buscar la relación, enseñar a los padres cómo relacionarse con sus hijos. Los padres son el eje fundamental del programa terapéutico para abordar estos aspectos, si no los tenemos bien formados, con mucha resiliencia, con una idea clara de lo que pueden esperar se pierde mucho tiempo. Eso es lo que proponemos, un método de relación basada en los padres, que son el principal instrumento de la terapia de su hijo.
-¿Qué resultados han tenido con estas terapias?
Cuando un papá recibe el diagnóstico de su hijo de autismo, lo primero que le dicen es que no va a leer, no va escribir, no va a hablar, no se va a comunicar, pero nosotros abordamos desde las cosas que el sí va a poder hacer, interpretar qué es lo que está haciendo, entonces empieza a fortalecerse lo que el papá puede mirar de su hijo, lo que va a esperar, y comienza a esperar mucho más. Se comienza a interpretar que su hijo se está comunicando, de manera diferente. Da buenos resultados, porque la terapia es todo el día que está con la familia, que sabe cómo interactuar y tratar con el niño, y potencializar las acciones de su hijo.
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