19 de enero de 2012

Carmen Alberiche: “Sería importante que los niños autistas fueran a colegios normales”


Carmen Alberiche Ruano acaba de publicar “Creciendo con Antonio”, un libro en el que narra algunas de las curiosas anécdotas que ha vivido en primera persona junto a su hijo Antonio de 15 años, diagnosticado de autismo, y que es, sin duda, el principal protagonista de los ilustrativos y amenos relatos que se incluyen en él.

Alicia Huerta / Fotos: Sandra Poveda

Carmen Alberiche, autora de “Creciendo con Antonio", confiesa en una entrevista a EL IMPARCIAL que, en realidad, no se puso a escribir el libro con un objetivo predeterminado. Más bien al contrario. Un día, mientras estaba en el coche, donde pasa muchas horas para llevar y recoger a sus hijos, empezó a acordarse de la infinidad de situaciones surrealistas que había vivido con Antonio y le entró la risa recordándolas, a pesar de que es obvio que muchas no debieron de ser nada fáciles.

Fue la chispa que volvió a prender esa afición suya de hace años de escribir en un diario todo lo que le ocurría. Aún así, se resistió. No queda mucho tiempo cuando tienes que ocuparte de tres hijos, pero el libro no quiso dejar que la madre de Antonio se olvidara de un proyecto que va a servir para acercarnos algo más a una enfermedad que continúa siendo un verdadero misterio.

“Hay teorías que hablan de la vacuna Triple A como desencadenante de la enfermedad. También de un posible agente ambiental combinado con un factor genético o de la incidencia de la alimentación”, nos cuenta, a la vez que asegura que ella no se ha preocupado tanto de buscar una causa como de encontrar aquello que mejore la vida de Antonio para que se sienta tranquilo y feliz. “Se habla mucho de la alimentación, de que una dieta sin gluten y a base de productos lo más naturales posibles puede contribuir a una mejoría. Con Antonio lo intenté el año pasado, pero quizás ya era demasiado tarde. Él es mayor, tiene sus costumbres muy arraigadas y, además, es un tragón. Me dijo que quería comer lo mismo que los demás, de modo que fue peor el remedio que la enfermedad y tuvimos que dejarlo”.


Carmen Alberiche, autora de Creciendo con Antonio (Foto: Sandra Poveda)

“Creciendo con Antonio” es, en todo caso, una ventana amable a través de la que asomarnos a una realidad que, evidentemente, no siempre lo es. “El libro se titula así precisamente porque a medida que Antonio crecía, yo lo hacía también. Aprendí a tener empatía. Antes, hace 15 años, no la tenía”. Ahora, sin embargo, se percibe enseguida que la autora no sólo ha aprendido bien a colocarse en la piel del otro, - “todos tenemos nuestros propias problemas”, afirma - sino que ha asumido el reto de poner por escrito y publicar algunas situaciones personales que ha vivido con Antonio incidiendo en su vertiente más cercana al humor. “Las peores vivencias ni siquiera están”, explica, “algunas me resultaban incluso demasiado dolorosas como para escribirlas”.

Por otra parte, con el libro ya publicado, es consciente de que su lectura puede resultar de ayuda a muchos padres de niños autistas, a quienes desde su experiencia — de hecho, recalca varias veces durante la entrevista que ella no es una experta médica de la enfermedad, sino que cuando habla se refiere siempre a su hijo — recomienda que, aunque se vean expuestos a situaciones incomodas en el plano social, sigan llevando a sus hijos a todas partes. “Es complicado ir con ellos al cine y que, de repente, puedan ponerse a gritar y a tirar por los aires las palomitas, pero creo que, aún así, hay que obligarse a hacerlo para estimularlos igual que hacemos con cualquier otro niño. Es cierto que hay ocasiones en las que puedes encontrarte con gente intransigente, incluso cruel, pero al final he comprobado que la gente es mucho más tolerante de lo que pensamos. Por eso hay que perder el miedo al ridículo, no tener vergüenza, y seguir llevándoles a todas las actividades junto a los otros niños”.

Porque para Carmen Alberiche la gran asignatura pendiente en todo el mundo continúa siendo la integración. “Sería muy importante que los niños autistas fueran a colegios normales, y no sólo por ellos, también por los demás. Les ayudaría a ser más tolerantes y aprenderían de ellos inocencia y bondad. También descubrirían un sentido del humor diferente, con unos puntos de vista tremendamente curiosos”. Precisamente, el momento más duro para ella en todos estos años fue cuando tuvo que separar a Antonio de sus hermanos en el colegio, cuando cumplió 5 años. Hasta entonces habían ido al mismo centro y separarles, confiesa, fue muy doloroso. “Lloré durante semanas, porque aunque Antonio está muy contento en su colegio, en realidad se trata de guetos”.

Es cierto que cada vez hay más información acerca del autismo, también más diagnósticos — que suelen a hacerse alrededor de los 18 meses de edad — pero “todavía te das cuentas de la cantidad de tabúes que hay en la sociedad”. Son precisamente ellos, los niños autistas, quienes no tienen ninguno y se relacionan con todos, mayores y pequeños, desde la igualdad, a pesar de que el principal problema radica en que la mayoría de las veces no saben cómo conectar con los demás. “Perciben la realidad en otro orden, reciben la información de otra forma y se expresan de manera distinta, de modo que las rabietas que tienen a veces son de pura frustración porque se dan cuenta de que no se les entiende”. En este sentido, y a pesar de lo que erróneamente piensa la gente, un niño autista es perfectamente consciente de lo que ocurre a su alrededor. “Es sólo que no nos paramos a escucharlos”, asegura Alberiche.

Por el momento, Antonio está encantado con el libro y ya le ha tomado el gusto a eso de firmar ejemplares. La primera vez que lo vio le preguntó a su madre qué era. “Un libro de anécdotas que hemos vivido juntos”, le contestó ella, y él enseguida se ofreció voluntario para seguir viviendo más.



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