Alcobendas, (EFE).- El nuevo
programa de educación vial especial para niños y niñas con trastornos
del espectro del Autismo (TEA), que se desarrolla en el municipio de
Alcobendas, es un proyecto pionero en España y con un balance positivo,
según los expertos implicados.
El programa está organizado por el Ayuntamiento, la Asociación de Padres de Alumnos con Discapacidad de Alcobendas (Apama), el Instituto concertado de Educación Especial “Psico Pediátrico Quintero Lumbreras” al que asisten los niños a clase habitualmente y la Policía Local de Parque de Educación Vial de la localidad, donde se imparten las clases.
La meta es poder llevar este proyecto piloto a todo el colectivo autista para lograr “autonomía” en los desplazamientos cotidianos, fomentar la integración favoreciendo una “mayor adaptación social” y sensibilizar en los hábitos, actitudes y conductas en aras de una “mayor seguridad”, según ha explicado a Efe el responsable del parque José Félix Gómez.
Para ello, se ha desarrollado un protocolo “muy controlado”, “temporalizado” y “secuenciado” para que los niños puedan asimilar su “sentido vial”, según la responsable de la ejecución del programa en Apama, Eva Vaquero.
Las personas afectadas por este tipo de trastornos son muy reacias a cambiar sus “rutinas y hábitos”, una barrera que se trata de vencer con la anotación en las agendas que porta cada uno indicando “qué va a pasar esa mañana”.
Lo primero es abrir el canal de comunicación con su nuevo instructor, en este caso Salvador y Elisa, agentes de policía del Parque; después “socializar” con un simple “hola” que se repetirá todos los días antes de clase, porque en la “conducta autista” lo aprendido se repite; luego todo lo que se realiza en la clase tiene que estar medido y ejecutado “sin error” para evitar que reproduzcan un comportamiento equivocado.
El primer objetivo marcado es inculcar una conducta vial adecuada como peatón, identificando objetos y señales como el paso de peatones y semáforo.
En segundo lugar, adquirir las normas de conducta adecuadas al entorno social y ambiental al que se van a enfrentar: “al cruzar el semáforo tenemos que explicarles que va a haber más gente, perritos, carritos de bebé, porque la hipersensibilidad de algunos de ellos a los ruidos es un gran hándicap a vencer”, explican.
Y por último, las normas de educación vial, que implican cruzar correctamente por el paso de peatones: “hay que empezar enseñándoles a diferenciar entre calzada y acera; luego que donde hay unas rayitas blancas, a pesar de ser calzada, se puede cruzar; y después es primordial el peligro de la vía, ahí fuera pueden ser atropellados”, incide Vaquero.
Al principio de la clase ensayan los comportamientos “sin error” en el interior del Parque para más tarde salir al entorno real.
Lo hacen en dos grupos de tres, acompañados de un policía, su instructor habitual y un profesional de Apama.
El programa ha creado muchas expectativas ya que en las cinco sesiones que llevan se notan los avances: “las madres nos han comentado que por fin no tienen que salir corriendo detrás de los niños cuando cruzan solos sin mirar”, ahora tan solo tienen que decir “cariño, vamos a cruzar”
El programa está organizado por el Ayuntamiento, la Asociación de Padres de Alumnos con Discapacidad de Alcobendas (Apama), el Instituto concertado de Educación Especial “Psico Pediátrico Quintero Lumbreras” al que asisten los niños a clase habitualmente y la Policía Local de Parque de Educación Vial de la localidad, donde se imparten las clases.
La meta es poder llevar este proyecto piloto a todo el colectivo autista para lograr “autonomía” en los desplazamientos cotidianos, fomentar la integración favoreciendo una “mayor adaptación social” y sensibilizar en los hábitos, actitudes y conductas en aras de una “mayor seguridad”, según ha explicado a Efe el responsable del parque José Félix Gómez.
Para ello, se ha desarrollado un protocolo “muy controlado”, “temporalizado” y “secuenciado” para que los niños puedan asimilar su “sentido vial”, según la responsable de la ejecución del programa en Apama, Eva Vaquero.
Las personas afectadas por este tipo de trastornos son muy reacias a cambiar sus “rutinas y hábitos”, una barrera que se trata de vencer con la anotación en las agendas que porta cada uno indicando “qué va a pasar esa mañana”.
Lo primero es abrir el canal de comunicación con su nuevo instructor, en este caso Salvador y Elisa, agentes de policía del Parque; después “socializar” con un simple “hola” que se repetirá todos los días antes de clase, porque en la “conducta autista” lo aprendido se repite; luego todo lo que se realiza en la clase tiene que estar medido y ejecutado “sin error” para evitar que reproduzcan un comportamiento equivocado.
El primer objetivo marcado es inculcar una conducta vial adecuada como peatón, identificando objetos y señales como el paso de peatones y semáforo.
En segundo lugar, adquirir las normas de conducta adecuadas al entorno social y ambiental al que se van a enfrentar: “al cruzar el semáforo tenemos que explicarles que va a haber más gente, perritos, carritos de bebé, porque la hipersensibilidad de algunos de ellos a los ruidos es un gran hándicap a vencer”, explican.
Y por último, las normas de educación vial, que implican cruzar correctamente por el paso de peatones: “hay que empezar enseñándoles a diferenciar entre calzada y acera; luego que donde hay unas rayitas blancas, a pesar de ser calzada, se puede cruzar; y después es primordial el peligro de la vía, ahí fuera pueden ser atropellados”, incide Vaquero.
Al principio de la clase ensayan los comportamientos “sin error” en el interior del Parque para más tarde salir al entorno real.
Lo hacen en dos grupos de tres, acompañados de un policía, su instructor habitual y un profesional de Apama.
El programa ha creado muchas expectativas ya que en las cinco sesiones que llevan se notan los avances: “las madres nos han comentado que por fin no tienen que salir corriendo detrás de los niños cuando cruzan solos sin mirar”, ahora tan solo tienen que decir “cariño, vamos a cruzar”
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