Esta es al menos la percepción de Christopher Gillberg, de
la Universidad de Gothenburg (Suecia), uno de los 1.700 expertos
reunidos en el Congreso Internacional sobre el Autismo-International
Meeting for Autism Research (IMFAR), que este viernes ha celebrado su
segunda jornada en el palacio del Kursaal de San Sebastián.
En sus investigaciones, Gillberg ha concluido que el
autismo se presenta con mucha frecuencia combinado con otros transtornos
como el cromosoma débil, los problemas de lenguaje o de aprendizaje, el
síndrome de Asperger o el TDAH.
En declaraciones a EFE, Gillberg ha asegurado que existe un
"cluster" (conjunto) de alrededor de 1.000 genes de los más de 22.000
identificados en los seres humanos, que pueden estar implicados en todas
estas afecciones.
"Podrían ser distintas mutaciones de los mismos genes las
que aportan diferencias" y hacen que el "espectro" del autismo, que
afecta a un uno por ciento de la población general, sea "tan amplio e
incluya grados de afectación diferentes".
Gillberg ha citado varios estudios suecos según los cuales
entre el 40 y el 45 por ciento de los niños con autismo presentan
también déficit de atención e hiperactividad, un porcentaje que en los
adultos se reduce al 30 por ciento.
"Los mayores desarrollan estrategias que pueden minimizar
los efectos del TDAH, pero estas personas siguen teniendo problemas de
concentración", ha recalcado.
Las consecuencias de esta conjunción de ambos desórdenes
empeora el pronóstico, ya que la dificultad que el paciente debe de
superar es mayor, ha explicado Gillberg, quien ha resaltado la necesidad
de aplicar tratamientos adecuados para estos síndromes asociados.
Pionero en las estimaciones
Este experto sueco fue uno de los pioneros en la década de
los años 70 en modificar las estimaciones sobre la incidencia del
autismo y la situó en esa época en torno al 0,7 por ciento, frente al
uno por cada 10.000 habitantes que se manejaba.
"La única que utilizaba cifras similares era la
investigadora Lorna Wing, en Londres, porque entonces en EEUU el autismo
prácticamente no existía para la comunidad científica. Ahora sin
embargo puede estar 'sobrerrepresentado'", concluye.
El congreso, considerada la "cumbre mundial" del autismo,
ha acogido hoy otra de las directrices en las últimas investigaciones
sobre este transtorno: su relación con la exposición a factores
medioambientales tóxicos.
La profesora Hertz-Picciotto, de la Universidad de Davis
(California), ha asegurado que en este campo se ha avanzado en los
últimos cinco años más que en las últimas cinco décadas y ha recalcado
que brinda la posibilidad de modificar el entorno y, por tanto, su
incidencia en el autismo.
El investigador de Harvard School of Public Health, Marcc
Weisskorpf, ha presentado un estudio sobre la influencia de la
contaminación del aire en esta dolencia, en el que se analizaron un
total de 14 agentes contaminantes entre los que figuran arsénico,
cadmio, cromo, manganeso, mercurio o níquel.
Weisskoprf ha concluido que este campo abre una oportunidad
"apasionante" para llevar a cabo intervenciones públicas y privadas
destinadas a reducir la exposición a estos factores, así como para idear
medidas durante el embarazo.
3 comentarios:
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