18 de agosto de 2012

Puerto Rico: Importantes comentarios de una jóven sobre población adulta con autismo

Ymarimar Rivera (16 años; estudiante de la Escuela del Deporte de San Juan)

El pasado 2 de abril de 2012, El Nuevo Día publicó una noticia sobre la inauguración de un centro de autismo ubicado en el hospital público Centro Médico de Río Piedras.

Me llamó la atención el hecho de que estos centros sólo ofrecen servicios a niños con autismo. Encuentro que esto es una ayuda positiva debido a las necesidades de estos niños autistas, pero de igual manera se han olvidado de la población autista adulta.

Cuando el niño cumple con una edad requerida, aproximadamente de 21 años, se ven obligados a dejar de asistir a estos centros. Entonces, no tienen adónde ir ni tampoco qué hacer. La mayoría de los adultos autistas no suelen obtener trabajos debido a su condición. La condición de autismo les impide tener relaciones sociales y desarrollarse como los demás. Se utiliza este impedimento como discrimen a la hora de darles empleo.

¿Qué sucede con estos adultos con autismo? Son individuos que han sido olvidados. Son personas que, aun con su discapacidad, podrían ser productivas, pero se han quedado marginados por la sociedad. Estamos discriminando contra esta población de manera inhumana, violando la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Esto significa una carga adicional a los familiares de estas personas. La preocupación de qué hará el joven autista cuando cumpla la mayoría de edad está presente en todos estos padres. No muchos saben manejar esta preocupación debido a que no existe ninguna ayuda para adiestrarlos con adultos, teniendo en mente que son seres humanos con iguales derechos.

Es necesario inaugurar centros para la población autista adulta. Así existirán oportunidades nuevas a este colectivo que tanto las necesita. Promover programas de empleo donde ese sector autista pueda desarrollarse y ser productiva. Ofrecer ayudas para esos familiares que no saben lidiar con la situación de los autistas adultos.

Al no estar educada y expuesta a estos casos especiales la sociedad, cuando los ven, los discriminan y los rechazan por tener este tipo de impedimento.

Es doloroso, aparte de la incapacidad de ayudar a las personas y familiares, el daño psicológico que sufre esta población cuando se le hacen comentarios despectivos y son rechazados.

Nuestra sociedad tiene que solidarizarse y extenderle la mano a estos jóvenes especiales. Nuestros gobernantes y candidatos a la gobernación deberían tener esta situación y diseñar soluciones a este grave problema social presente en la isla.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno el contenido... es una realidad muy cierta