Este jueves se celebra el Día Mundial de Concientización por el Autismo, por lo que se llama a conocer más sobre esta condición. Se define como un conjunto de trastornos complejos del desarrollo
neurológico, caracterizado por dificultades en las relaciones sociales,
alteraciones de la capacidad de comunicación, y patrones de conducta
estereotipados, restringidos y repetitivos.
Es el más conocido de los trastornos generalizados del desarrollo
(TGD), que por este motivo también se denominan trastornos del espectro
autista (TEA), y son considerados trastornos neuropsiquiátricos que
presentan una gran variedad de manifestaciones clínicas y causas
orgánicas, y afectan de forma diversa y con distinto grado de intensidad
a cada individuo; esto significa que dos personas con el mismo
diagnóstico pueden comportarse de diferente manera y tener aptitudes
distintas.
Existen muchos mitos relacionados con el autismo.
Respecto a los síntomas de este padecimiento, Lorna Wing, autora del libro “El autismo
en niños y adultos”, de Editorial Paidós, explicó que son graduales en
la mayoría de los casos y se pueden evidenciar con exactitud luego del
segundo año de vida.
“Si el niño no habla
bien o si el patrón de conducta es diferente a los del resto de la misma
edad, los padres comienzan a preocuparse”, agregó.
Según contó al portal médico Salud180, en una minoría, a los padres les parece que el desarrollo
evoluciona normalmente, hasta que se da un notable cambio de conducta
en semanas o meses, quizás con una regresión en ciertas habilidades,
especialmente en el habla. “En ambos tipos de inicio, el diagnóstico de
la conducta de un trastorno autista surge, antes o después, en los años
preescolares”, destacó.
Mitos y realidades
Con objetivo de desmentir algunas creencias sobre el autismo, el psicólogo y presidente de Consejo Directivo de Enlace Autismo, Eduardo Díaz, aclaró los mitos más conocidos sobre el padecimiento.
1. El autismo es una enfermedad
Si bien el autismo es una alteración a la salud normal en una persona,
el psicólogo aseguró de que no se trata de una enfermedad. “No, no es
una enfermedad. Es una condición de vida que afecta el desarrollo del cerebro; es decir, es un problema neurológico”, señaló.
2. Tiene cura
Según la Organización de las Naciones Unidas, este padecimiento de desarrollo es incurable. Al respecto, el experto aseguró que es una condición con la que “se nace, se vive y se muere”. “Un tratamiento temprano con terapia conductual puede ser muy benéfico, aunque no es una cura como tal”, agregó Díaz.
3. Poseen habilidades superiores para las matemáticas
“Como cualquier otro individuo, tienen fortalezas y debilidades. En
general, suelen tener una inteligencia promedio, cabe mencionar que
algunos poseen una gran capacidad con los números”, señaló el experto y
agregó que “además, tienen habilidades cognitivas muy desarrolladas y en
áreas muy específicas, pero no son genios”.
Si bien algunos niños con autismo
son capaces de entender una compleja operación matemática, no saben
cómo aplicarla a la vida real, contó Díaz. “En carencia de ciertas
habilidades, ellos utilizan su memoria que en condiciones normales
podría considerarse prodigiosa”, señaló.
4. No son capaces de expresar emociones
Pese a que el doctor no negó que los autistas puedan expresar sus
emociones sí aclaró que no lo manifiestan de manera tradicional.
“Quienes conviven con ellos deben aprender a reconocer su forma de
comunicarlas. Por su condición, suelen establecer fuertes relaciones
afectivas con gente que es cercana como papá, mamá y hermanos, pero no
con desconocidos, debido a que estos no les interesan”, agregó.
5. Nunca llegan a ser independientes
Debido a sus características neurológicas que les complican las
interacciones y la comunicación, muchas personas no creen posible que un
autista se independice. Al respecto, Eduardo Díaz aseguró que “sí
pueden, pero es equivocado generalizar porque cada individuo es
diferente”.
“Hay algunos casos en los que de pequeños recibieron atención y estimulación
adecuadas, por lo que se convirtieron en adultos independientes,
capaces de conseguir un empleo y mantener relaciones sociales
saludables”, agregó.
Por otra parte, cabe señalar que el nivel de autismo
varía de leve a severo dependiendo de la atención que requiera la
persona: puede necesitar ayuda las 24 horas del día, como puede hacerlo
sólo en situaciones complejas.
6. Son complicados y tienen “berrinches” porque sí
La fotógrafa Sara Dunn es madre de Lewis Callaghan, un niño de cuatro con autismo, y cabecilla de un proyecto ilustrativo que desmentirá con fotografías los mitos sobre el padecimiento. Al respecto, la mujer explicó que “cuando estos niños tienen un berrinche en público están teniendo una experiencia sensorial muy complicada”.
Según declaró a BBC,
Lewis es “hiposensible”, lo que significa que necesita estar muy en
contacto con la gente y las cosas a su alrededor para entender su
entorno.
“Es un espectro muy
amplio, podrías tener un hijo que es tan sensible al ruido que tiene que
llevar orejeras todo el tiempo, o tan sensible al tacto que no puede
llevar ropa normal. Puede ir de un extremo al otro y cualquier cosa en
medio”, agregó la madre explicando las reacciones repentinas de algunos
autistas.
“Normalmente estos
niños tienen experiencias sensoriales muy complejas, están angustiados, y
algunos adultos lo perciben como si se portaran mal. Da bastante
miedo”, agregó.
Sara DunnSara Dunn
7. No son cariñosos y no les gusta el contacto físico
La autora del proyecto en curso, aseguró que uno de los propósitos es demostrar que estos niños también sienten como los demás. Las imágenes “muestran una serie de cosas que la gente pensará que los autistas no hacen, como besar, abrazar y sonreír”.
Es por ello que comentó
que si bien les cuesta relacionarse con personas extrañas en un
principio, los niños autistas son muy apegados y cariñosos con sus
familiares directos: padre, madre y hermanos.
8. Las vacunas provocan autismo
Uno de los mitos más polémicos sobre el autismo trata sobre las vacunas que presuntamente lo provocarían. Según un importante estudio de la Universidad de Sydney en Australia, no existiría ninguna evidencia que vincule las vacunas con el desarrollo de autismo en los niños.
Tras reunir datos de
1,3 millones de niños de Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Dinamarca,
los investigadores concluyeron que no hubo riesgo de autismo asociado con alguna de las vacunas probadas, ni con sus ingredientes, incluyendo al cuestionado timerosal y el mercurio.
Cabe señalar que el
origen de este mito, surgió luego de un estudio realizado por Andrew
Wakefield y publicado en la revista The Lancet en 1998. Tiempo después,
la investigación fue retractada y se consideró que Wakefield actuó “de
manera deshonesta e irresponsable” en su análisis.
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