La campaña Rosario Habla de Autismo apunta a bajar a tierra los objetivos del Día Mundial de Concientización sobre ese trastorno, que se conmemorará mañana. El desafío es llegar a diagnósticos cada vez más tempranos para abordar el problema en forma integral.
De eso se encarga, en el Hospital Zona Norte,el Servicio Interdisciplinario para la Atención de Niños con Trastornos del Espectro Autista, más conocido, a secas, como El Angel, que dirige la fonoaudióloga Berenice Luque. Se trata, por otra parte, del único servicio del sector público en toda la provincia de Santa Fe.
La especialista admite que, por causas aún en estudio, la prevalencia del trastorno viene en aumento: hasta hace unos años se registraban de 3 a 5 casos por cada 10 mil niños, mientras que hoy llegan a ser entre 10 y 15.
Los números son incluso más altos si se toman en cuenta algunas otras alteraciones del llamado espectro autista, "pero sin llegar a un autismo típico", explicó Luque. Esos cuadros llegan a 2 o 3 por cada mil, una incidencia muy alta.
Los orígenes del trastorno no están del todo claros. "Se lo considera multicausal, con incidencia de sucesos internos de naturaleza biológica, anomalías neuroquímicas, fisiológicas y también factores hereditarios", detalló.
Las posibilidades de una detección temprana están ligadas justamente a esa complejidad y a la dispersión de manifestaciones.
De allí que los especialistas vinculan la suba estadística del trastorno a nivel mundial, al menos en parte, a que "cada vez se diagnostica mejor". Aun así, para Luque "no se puede negar un aumento de la prevalencia".
Básicamente, el autismo se define como un espectro de trastornos que afectan el nivel de la comunicación y el lenguaje, la capacidad para mantener relaciones sociales, la flexibilidad mental y cognitiva, y los procesos de simbolización, como el juego.
El único. En Rosario hay un solo servicio público que atiende a la población infantil afectada: El Angel, integrado por un equipo interdisciplinario (del que participa incluso como personal permanente una chica con ese trastorno).
Al servicio concurren "en forma estable" unos 16 chicos de entre 2 y 14 años. De dos a tres días por semana reciben atención psicológica, psicopedagógica, fonoaudiológica, docente, con musicoterapia y terapia ocupacional.
Con frecuencia el equipo se aboca a realizar diagnósticos diferenciales para la tramitación de certificados de discapacidad que permita a los niños recibir cobertura de las obras obras sociales o becas, lo que a su vez posibilita tratamientos más integrales.
Más conciencia.Mariano García, papá de Joaquín (de tres años y medio) y miembro de TGD Padres Rosario, contó que cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de que los nenes con trastorno autista reciban un diagnóstico y una atención interdisciplinaria tempranos, dos condiciones clave para favorecer su "integración", con miras incluso a que puedan escolarizarse con asistencia de maestros especializados.
Por eso, tanto los padres como los profesionales apuestan a afinar el reconocimiento de las primeras "señales" que dan los chicos.
Hay muchas, y varían según la edad. Entre ellas, que al año de vida no balbuceen ni tengan actividad gestual (como decir adiós o señalar cosas), que presenten movimientos compulsivos, que no miren a los ojos, que no hablen o dejen de hacerlo, que se "emberrinchen mucho", que parezcan no necesitar nada ni a nadie, que no respondan cuando se los llama, que no jueguen o lo hagan exclusivamente solos, que sólo sean atraídos por objetos que giran o brillan.
"Que las familias no se cansen de consultar ni de peregrinar en busca de un diagnóstico —los exhortó Luque—, porque si tienen sospecha, sobre todo las mamás (porque son quienes frecuentemente pasan mayor tiempo con los niños pequeños), es posible que algo pase".
Y dio un consejo complementario. Esta vez para los profesionales que esos padres y madres van a consultar. "Que los escuchen: hay que escuchar la primera voz de alarma.
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