31 de enero de 2013

Conozca sobre los Trastornos del Espectro Autista

En la actualidad se conoce un poco más acerca de los Trastornos del Espectro Autista (TEA), sin embargo, todavía constituyen un gran reto para la neurociencia a nivel mundial, pues no se conocen con certeza todas sus causas y factores de riesgo.

Los TEA son un grupo de discapacidades del desarrollo que provocan problemas de socialización, comunicación y conducta. Afectan de manera distinta a cada persona que lo padece, pues los síntomas pueden ser desde muy leves hasta severos.

Estos se manifiestan antes de los tres años de edad y duran toda la vida, aunque los síntomas tienden a mejorar con el tiempo con una intervención adecuada. Algunos niños presentan ciertas características perceptibles a los pocos meses de nacidos y otros a los dos años o más. Sin embargo, hay un por ciento que aparenta un desarrollo normal hasta alrededor de los 18 meses, momento en que dejan de adquirir nuevas habilidades y pierden las que ya tenían.

Existen tres tipos de TEA: Trastorno autista o autismo “típico”, Síndrome de Asperger y Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado (PPD-NOS, por sus siglas en inglés), conocido también como autismo atípico.

El autismo típico por lo general se caracteriza por retrasos significativos en el desarrollo del lenguaje, problemas de socialización, comunicación y conductas e intereses inusuales. La mayoría de las personas que padecen este tipo de autismo tienen discapacidad intelectual en mayor o menor grado.

El Síndrome de Asperger provoca síntomas más leves que los del autismo típico. Los que lo padecen tienen dificultades para socializar, e intereses y conductas inusuales. Por lo general se especializan en un tema que les interesa y solo tienden a hablar sobre este, pero no es común que tengan problemas de lenguaje y no presentan discapacidad intelectual.

El autismo atípico incluye a las personas que tienen solo algunos síntomas leves del trastorno autista. Por lo general, presentan problemas de socialización y comunicación, pero no de lenguaje ni de aprendizaje.

Hasta hoy no existe cura para los TEA. No obstante, la intervención temprana (antes de los tres años) potencia las probabilidades de que un niño alcance un mayor desarrollo. Esto incluye terapia para mejorar la conducta, de lenguaje con un logopeda, paseos a lugares de la comunidad para la socialización, entre otras terapias alternativas como equinoterapia, psicoballet, delfinoterapia, musicoterapia y terapia artística.

Aunque no se conocen todas sus causas de los TEA, y existen algunos criterios divergentes en este tema, los científicos plantean tres factores principales que pueden incidir en su padecimiento: genéticos, ambientales y biológicos.

La mayoría coincide en que uno de los factores de riesgo son los genes. Las investigaciones muestran que en gemelos idénticos, si uno tiene un TEA, el otro también se afecta en un 60 a 96 por ciento. En los mellizos, si uno lo padece el otro será afectado hasta el 24 por ciento de las veces y para los padres con un hijo con TEA, hay una probabilidad entre el dos y el ocho por ciento de que tengan otro hijo con el trastorno.

Los TEA tienden a afectar a personas con ciertas afecciones. El 10 por ciento de los niños con estos trastornos tienen una alteración genética, neurológica o metabólica identificada, como el Síndrome del cromosoma X frágil, la Esclerosis tuberosa, el Síndrome de Down y otras alteraciones cromosomáticas.

Algunos estudios exponen que medicamentos tomados durante el embarazo como la talidomina y el ácido valproico, pueden constituir factores de riesgo de los TEA. También se conoce que no es cierta la antigua creencia de que estos trastornos pueden ser provocados por una mala crianza de los padres ni por falta de afecto. Y existen evidencias de que antes del nacimiento hay un período que influye en el desarrollo de los TEA.

Como puede verse, todavía queda un largo camino por recorrer para conocer todo lo necesario acerca de los TEA. Cada año se realizan nuevas investigaciones, pero no están bien definidas todas las causas, ni existe cura alguna.

Por ello, si los padres perciben que su hijo no tiene un desarrollo adecuado para su edad, deben asistir inmediatamente a una consulta de psiquiatría que le permita diagnosticar o descartar si padece un TEA.

Si el diagnóstico indica que padece un TEA, la adecuada intervención temprana e individualizada es la vía que brinda mayores probabilidades de superar la mayoría de los síntomas de autismo, lo que le permitirá al niño adaptarse mejor al medio y aprender a vivir en sociedad.


Referencias:
Sitio Web de Medlineplus
Sitio Web del Centro Nacional de Defectos Congénitos y Discapacidades del Desarrollo de Estados Unidos
Datos sobre los TEA


 

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