Federico Fayad - ffayad@losandes.com.ar
Aunque cobraron relevancia en los medios por una supuesta intoxicación en un refugio de Vallecitos, que más tarde quedó demostrada que no era tal, ellos estaban en Mendoza para algo más. Se trataba de coronar una tarea que empezó hace dos años: desafiar los límites, superarlos, llegar más allá para demostrar sus capacidades.
Cuando octubre no cumplía más de una decena de días, una noticia se hizo fuerte y se propagó como un incendio en medio de un bosque de hojas secas: 16 chicos comprometidos en una supuesta intoxicación. Luego el silencio. Lo pasado pisado y a otra cosa.
Sin embargo, ellos tenían otra historia que contar. Una más importante porque escribieron, y conquistaron, un objetivo largamente buscado. Para ellos, es mejor trascender por eso, lejos de los sensacionalismos, cerca de sí mismos.
Desafío a la montaña
“Vinimos a Mendoza para realizar la última parte de un proyecto de dos años que comenzó en Buenos Aires, cuando hicimos los cerros Bahía Blanca y el Tres Picos. Ahora vinimos por el Stepanek, un cerro de casi 4.200 metros”, explicó Marcelo De Luca, líder del Centro de Actividades Educativas Camino (CAEC), creado en 1989. El proyecto fue declarado de interés nacional por la Honorable Cámara de Diputados.
Esta podría ser una excursión más, salvo que quienes vinieron a realizar el ascenso son chicos que tienen una discapacidad mental y dentro de ella el trastorno generalizado del desarrollo en el aspecto autista. “Trabajamos de esta manera para vincularlos con distintas situaciones sociales y para que puedan crecer como personas y como pacientes”, remarcó De Luca.
Bajo este precepto, el profesor de Educación Física, su equipo de 13 profesionales y los chicos encararon la ardua tarea de subir este cerro mendocino con un objetivo terapéutico.
Previamente, también hicieron cumbre en el Andresito, en el Arenales y en Las Veguitas.
“Todos los sábados hacíamos un entrenamiento de marcha aeróbica. Después sobrecarga con mochila y palestra para aprender a escalar. No porque en realidad íbamos a escalar sino porque esta actividad es beneficiosa y pensábamos que iba a dar sus frutos en la caminata y fue así”, aseguró De Luca.
Finalmente tras diez días, los chicos no alcanzaron la cima del Stepanek, pero estuvieron a sólo 200 metros de hacerlo. “En la caminata llegamos hasta los 4.000 metros. Para nosotros es muchísimo”, reveló De Luca, al tiempo que aseguró que lo importante es que se les dio a los chicos la posibilidad de no sentirse como pacientes. “Son pibes y la fusión con la naturaleza tuvo un efecto sensacional en ellos”, explicó.
De la oscuridad a la luz
Observar de frente a Marcelo De Luca es notar pasión por su trabajo. Al momento de conversar con Los Andes, el profesor viste como un guía de alta montaña. Sus botas están manchadas de tierra y experiencia. Sus gestos delatan la comodidad de sentirse en su hogar.
Y es en ese hogar donde intenta mejorar la calidad de vida de otros menos afortunados. “Ninguno de los chicos había estado diez días fuera de su casa. Los profesores, psicólogos, terapeutas o personal del equipo tampoco había compartido tanto tiempo con los chicos, así que todo era realmente nuevo”, explicó.
Los papás, desde sus casas, esperaron noticias ansiosos, pero según el grupo “nos apoyaron hombro a hombro. Están convencidos de lo positivo que es esto”.
Así, en un paisaje imponente que incluyó cenizas, viento, nieve, noches de luna llena y hasta un cóndor solitario que los fue a visitar, todos pudieron vivenciar esta experiencia juntos, sin prejuicios ni temores. “Pudimos ver una noche iluminada, algo que en Buenos Aires no se ve, porque es todo oscuro”, dijeron.
Ser pibes
Que la montaña hace bien es algo que sabemos todos los mendocinos. Por eso no es para sorprenderse que a partir de esta experiencia, los chicos manifestaran evidentes cambios de conducta. Según Luis Rojo, uno de los profesores de educación física de la delegación, hay chicos que por su diagnóstico son alborotados y que luego del contacto con la naturaleza se los ve apaisados, capaces de disfrutar un poco más, de alimentarse mejor. “La verdad, es una experiencia recomendable y positiva”, resaltó.
Por su parte, De Luca sostuvo que en contra del pensamiento de muchos profesionales de la salud, como psiquiatras o psicólogos, que afirman que la mejor manera de tratar la patología es con un fármaco, “yo sostengo a viva voz que lo mejor para el paciente es ser pibe. Estos chicos viven rodeados de profesionales. Hay que recordarles que son pibes, es mucho mejor”.
Para cerrar la entrevista, De Luca deslizó un concepto interesante para quienes conviven diariamente con un chico autista. “Más allá de su motricidad y de su senso-percepción, fue sensacional en cuanto a sus vinculaciones. Los chicos hoy pueden relacionarse unos con otros. Creo que cumplimos el objetivo de mostrar que los chicos ‘discapacitados’ son altamente capacitados en muchas cosas. Por ejemplo, en la montaña”.
Para quienes quieran interiorizarse más sobre CAEC pueden hacerlo por facebook ingresando a Actividades CAEC. También se puede enviar un correo electrónico a actividadescaec@gmail.com. Por último, se pueden realizar consultas telefónicas al 011-1560931728/98.
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