Autores: Acuña, Cassandra Araya, Paula, Henríquez, Tatiana; Landau, Noa; Luco, María Elena;Muñoz, Natalia y Muñoz, Francisco.
El trastorno del espectro autista (TEA) es un desorden de origen prenatal (Canal, García, Touriño, Martín, Ferrari, Martínez, et al., 2006) cuyas principales características fueron establecidas por Kanner en 1943. Una de ellas es la necesidad de que el ambiente en el que vive y se desarrolla el individuo sea invariante y que las rutinas en las que se desenvuelve diariamente sean fijas. Kanner, al igual que el Diccionario Mosby Pocket (2004), establece como característica propia de los autistas el aislamiento con respecto a otras personas. Además plantea el déficit en la comunicación verbal o en otros tipos de interacción con el resto como su característica fundamental.
Tanto las causas, el tratamiento o la cura de este trastorno aún no han sido determinadas por los profesionales de la salud (Ramos, 2010). Actualmente el TEA es entendido como un trastorno generalizado del desarrollo o como una deficiencia de naturaleza neurológica, en el cual existe un deterioro de las interacciones sociales recíprocas y de la comunicación verbal y no verbal del individuo que lo padece (Cabrera, 2007; Pardo-Govea, Solis-Áñez, 2009; Yeargin-Allsap et al., 2003). En cuanto al deterioro de las interacciones sociales existe una “incapacidad profunda y general para establecer relaciones con otros.” (Balbuena, 2007). Este trastorno afecta permanentemente a la persona autista durante toda su vida (Canal, García, Touriño, Martín, Ferrari, Martínez, et al., 2006).
Diversos estudios demostraron que el trastorno del lenguaje por sí solo no era capaz de explicar las alteraciones sociales del autismo, puesto que tales déficits no se encontraban comúnmente en otros niños con trastornos del lenguaje (Rutter, 1983). Una serie de estudios realizados por Hermelin y O'Connor demostraron déficits cognitivos específicos en el autismo. Esto abre paso a considerarlo como una alteración cognitiva, la cual podría afectar el desarrollo de la teoría de la mente (Baron-Cohen, s.f.).
Según Rivière y Núñez (2001), la teoría de la mente consiste básicamente en la capacidad que tiene una persona de reconocer que otra puede tener estados mentales diferentes a los propios. Esto se puede evaluar a través del experimento de la falsa creencia. El fin de este experimento es ver si un niño “A”, que ha tenido acceso a cierta información, es capaz de predecir lo que un niño “B”, que no ha tenido acceso a esa información, responderá. Esto determina si el niño “A” tiene o no la capacidad de diferenciar el estado mental propio del estado mental del niño “B”. Si la respuesta del niño “A” consiste en la información que él posee, no hay desarrollo de teoría de la mente, ya que no identifica que el niño “B”, al no tener acceso a la información, daría otra respuesta. Experimentos muestran que alrededor de los cuatro años, los niños tienen la capacidad de atribuir estados mentales diferentes a los propios.
La teoría de la mente se puede estudiar según su desarrollo. Emery (2005) describe cuatro niveles que van desde el cero hasta el tres; en el cero el actor no posee creencias ni deseos propios, sino que actúa de forma refleja. En el nivel uno el actor adquiere creencias y deseos propios pero aún no tiene creencias acerca de las creencias del otro. Luego, en el nivel dos el actor posee creencias y deseos propios además de advertir lo que creen los demás. Finalmente en el tercer nivel el actor posee creencias y deseos propios sobre lo que creen los demás y sobre lo que los demás creen de él. Según Kanner los niños con TEA no tienen teoría de la mente, lo que posteriormente se definió como nivel cero.
Kaland, Mortensen y Smith (2007) realizaron estudios con niños que presentan TEA. A estos niños se les hicieron preguntas complejas en donde se evaluaba el estado de teoría de la mente. Los estudios mostraron que los tiempos de respuesta y tasas de equivocación de cada infante fueron mayores a los niveles esperados en niños de edades correspondientes sin TEA.
Sin embargo, Saldaña (2007) señala que los estudios hechos hasta el momento con niños con TEA no consideran el tipo de inferencias. Este autor propone inferencias mentalistas, sobre metas de orden superior que guían o motivan la acción del protagonista de la historia; e inferencias no mentalistas, que son los nexos causales entre los eventos de una frase y los presentados en situaciones anteriores. Distintos autores señalan que el tipo de inferencia debió haber sido contemplado (Cai, Graesser, Louwerse, McNamara, Mitchell, Olney, 2007; Graesser, Singer, Trabaso, 1994) ya que influye en los resultados de las investigaciones sobre el nivel de teoría de la mente.
Saldaña (2007) realiza un estudio basado en preguntas dirigidas a niños con y sin TEA (grupo experimental y grupo control, respectivamente), sobre inferencias causales (no mentalistas) y motivacionales (mentalistas) .Los resultados del estudio describen diferencias no significativas en el tiempo de respuesta y en la tasa de respuestas correctas en ambos tipos de inferencias.
Existe un contraste entre los resultados de Kanner (1993) y Saldaña (2007), caracterizado por la oposición de sus postulados respecto al desarrollo de teoría de la mente en niños con TEA, ya que mientras el primero lo niega absolutamente, el segundo lo contempla como una posibilidad bajo ciertas normativas. Este contraste frena un posible consenso respecto a la presencia de teoría de la mente en niños con TEA.
Referencias:
Balbuena, F., (2007). Breve revisión histórica del autismo. Rev. Asoc.Esp. Neuropsiq. Vol. 27, n 100, pp. 333-353.
Baron-Cohen, S. (s.f.). Autismo: Un trastorno cognitivo específico de “ceguera de la mente.” International Review of Psychiatry. v. 2, n.1, pp. 81-90.
Cabrera, D. (2007) Generalidades sobre el autismo. Revista Colombiana de Psiquiatría., vol. 36., s/n., pp. 208-220.
Cai, Z., Graesser, A., Louwerse, M., McNamara, D., Mitchell, H., Olney,A.(2007). Inference Generation and Cohesion in the Construction of Situation Models: Some Connections with Computational Linguistics. En Perfetti, C. A., y Schmalhofer, F., (Eds.). Higher Level Language Processes in the Brain: Inference and Comprehension Processes. pp. 289-292. Londres: Lawrence Erlbaum Associates.
Canal, R., García, P., Touriño, E., Martín, M., Ferrari, M., Martínez, M. et al. (2006) La detección precoz del autismo. Intervención Psicosocial [revista en la Internet]. Recuperado el 10 de junio de 2011. pp 29-47. Disponible en: http://scielo.isciii.es /cielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-05592006000100003&Ing=es.doi:10.4321 S1132-05592006000100003.
Emery, N., (2005). The evolution of social cognition. En Easton, A, y Emery, N., (Eds.), The cognitive neuroscience of social behavior. s/pp. New York: Psychology Press.
Graesser, A., Singer, M., Trabaso, T. (1994). Constructing Inferences During Narrative Text Comprehension. Psychological Review, vol.101, pp. 371-395.
Kaland, N., Mortensen, E., Smith, L. (2007). Response times of children and adolescents with Asperger syndrome on an 'advanced' test of theory of mind. Journal of Autism and Developmental Disorders, vol. 37, pp. 197-209.
Kanner, L. 1993 [1943] Trastornos Autistas del contacto afectivo. Siglo Cero. pp. 5-25.
Mosby, Inc. (2004) Diccionario Mosby Pocket de medicina, enfermería ciencias de la salud. (4ta edición). Elsevier: Madrid.
Pardo-Govea, T. y Solis-Áñez, E. (2009). Aspectos inmunogenéticos el autismo: Revisión. Invest. Clín., vol.50., n 3., pp.393-406.
Ramos, M. A. (2010) ¿Qué es el autismo?: La experiencia de padres inmerso en la incertidumbre. Intersecciones antropol., vol/11., n 1., s/pp.
Rivière, A., Núñez, M. (2001). El experimento de la “falsa creencia” y la Teoría de la Mente en el niño. En Aique Grupo Editor S. A. (Ed.) Mirada Mental: desarrollo de las capacidades cognitivas interpersonales, pp. 31- 40. Buenos Aires, Argentina.
Rutter, M., (1983). Cognitive deficits in the pathogenesis of autism. Journal of Child Psychology and Psychiatry. vol. 24., s/vol., pp. 513-531.
Saldaña, D. (2007). Teoría de la Mente y lectura en las personas con Trastornos del Espectro Autista: hipótesis para una relación compleja. Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, vol. 1, n 1, pp. 1-28.
Yeargin-Allsapp, M. et. al. (2003) JAMA, s/vol., n. 289. pp. 49-55.
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