El era un niño
dulce y callado que se emocionaba con las películas de los Monster Inc. y
los videojuegos; cariñoso y compasivo, expresaba a su manera sus
miedos y alegrías. Ese niño ya creció, tiene casi 15 años y conserva lo
rojo de su cabello y la candidez de su alma, alejado de los malos
sentimientos, de la maldad y de muchas cosas que no comprende… ni
necesita comprender.
Es feliz cuando va a pizza planeta –para él, todas las pizzerías son
pizza planeta, en alusión a la película de Toy Story-; se emociona con
las películas de dibujos animados porque las vive y las sufre, se
apropia de los personajes y se aprende los diálogos; puede ver una y
otra vez a los minions y siempre se reirá con ellos. Es muy bueno para
armar rompecabezas y figuras de lego y duerme con un barco pirata que mi
hijo Andrei le regaló.
Él es Emilio y fue diagnosticado con autismo a los tres años y desde
entonces ha sido un largo caminar de su admirable mamá para aceptar,
primero, y aprender, después, de este trastorno del desarrollo -que no
enfermedad-, ya que Emilio es un niño sano, que lleva una vida normal y
lo principal, es feliz.
Los niños con autismo, según la página kidshealth, tienen diferencias
en la manera en que sus cerebros se desarrollan y procesan la
información. Presentan, en algunos casos, problemas de lenguaje y
dificultades para aprender en la escuela; algo muy común es que viven en
su propio mundo interior, por lo que comprender la dinámica exterior le
es ajeno y carece de importancia, representando un reto para la
comunicación y la convivencia.
A decir de la opinión de los expertos, la intervención temprana debe
enfocarse en el desarrollo de habilidades de comunicación, socialización
y cognitivas, y eso fue precisamente lo que mi amiga Bety hizo con
Emilio. Terapias y tratamientos, sumados a una gran paciencia y mucho
amor lograron integrarlo a una escuela en la que aprendió a leer,
escribir, realizar operaciones aritméticas y, sobre todo, a relacionarse
y participar en las actividades con sus compañeros.
Y es que su aprendizaje no debe ser en solitario, sino participativo,
en una atmósfera de cordialidad y comunicación, con empatía y apertura
para aceptarlo como es. A Emilio hay que hablarle de frente para
establecer contacto visual y propiciar la apertura hacia la
comunicación. Al principio no es fácil, pero es maravilloso cuando te
reconoce y se acerca para darte un beso o llamarte cariñosamente tetete.
Cuando son niños, la preocupación se centra en el desarrollo de
habilidades y el logro de tareas autónomas, pero al convertirse en
adolescente, entra en juego la incertidumbre por el futuro para
integrarlo a la sociedad en actividades propias de los adultos.
Es conocido por todos el discurso de inclusión social, de equidad y
acceso a las oportunidades de educación y laborales, pero ¿cuál es la
realidad? Las distintas propuestas parecieran centrarse más en las
buenas intenciones que en programas específicos que los haga competentes
en el desarrollo de un oficio o actividad.
¿Después de la escuela, qué? ¿Dónde continúa su educación un joven
autista? Las diferencias en su manera de aprender deben representar un
desafío para buscar caminos y propuestas que resulten en alternativas
para su formación, que se entienda que la única realidad posible es la
inclusión social a través de una verdadera preocupación por su
desarrollo.
Declarar el 2 de abril como el día mundial del autismo es, sin duda,
un gran logro que ha sumado voluntades, como la campaña “iluminemos de
azul”, que dio origen a la fundación del mismo nombre y que realizó
acciones como iluminar el Palacio de Bellas Artes de azul o convocar a
los jugadores de la selección nacional para ponerse una nariz azul, con
el fin de dar a conocer esta causa social y lograr apoyo de la sociedad.
Sin embargo, no basta con ponerse una nariz azul para resolver la
gran brecha que existe entre las asociaciones que atienden a niños con
autismo y las organizaciones que han abierto sus puertas para ofrecerles
oportunidades de empleo.
La buena noticia para Emilio es que el Senado ya aprobó, con fecha 26
de marzo del actual, la Ley General para la Atención y Protección a
Personas con la condición del Espectro Autista, con la que se impulsa su
integración e inclusión plena en la sociedad, mediante la promoción y
protección de sus derechos y necesidades fundamentales, reconocidos en
la Constitución.
La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com
(Tomado de http://e-consulta.com/opinion/2015-05-28/un-futuro-para-emilio)
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