(CNN) — Era una mañana de primavera
normal para Anna Kaye MacLean. Su hermana de siete años, Arianna, se
quedó a dormir en su casa la noche anterior y parecía haberse levantado
de buen humor, lo que no siempre ocurre con un niño que tiene autismo.
Antes de que Lauren Wells siquiera pudiera decir: “Hola, bienvenidos a Chili’s; mi nombre es Lauren y seré su mesera”, Arianna ya había recitado emocionada toda su orden: leche con chocolate, una hamburguesa con queso y pepinillos y una orden de papas fritas.
MacLean veía cómo Arianna devoraba las papas fritas, pero no había tocado la hamburguesa.
“Fue realmente extraño”, dijo MacLean a CNN en una entrevista vía telefónica. “Arianna adora cualquier cosa que venga dentro de un pan para hamburguesa. Está obsesionada con las hamburguesas".
MacLean le preguntó a su hermana si se comería su hamburguesa. “No, no la quiero”, respondió Arianna. “Está partida. Necesito una que esté arreglada”.
Chili’s tiene la política de cortar las hamburguesas infantiles por la mitad para asegurarse de que la carne se haya cocido bien; por eso estaba “partida”.
Cuando Wells regresó a la mesa, notó que Arianna estaba llorando y le preguntó qué ocurría.
“Sé que esto sonará tonto, pero necesito pedir otra hamburguesa. Está cortada por la mitad y ella cree que está dañada”, dijo MacLean a la mesera.
Cuando es necesario, MacLean menciona la condición de su hermana, así que explicó discretamente a Wells que Arianna tiene autismo y dijo que quería pagar la hamburguesa adicional. En vez de dirigirse a MacLean, Wells se inclinó hacia la niñita y le habló directamente. Le dijo: “¡Oh, cielos! ¡Te traje una hamburguesa rota! Te traeré una nueva”.
Poco después, Arianna dejó de llorar. MacLean estaba particularmente conmovida y dijo que la interacción de Wells con su hermana era algo que nunca había experimentado antes. “Creo que la mayoría de la gente no sabe cómo interactuar con un niño con autismo por miedo y por falta de conocimientos, así que usualmente interactúan solo conmigo”.
Wells se graduó de la Universidad de Utah en mayo de 2012. Se tituló en psicología y espera hacer trabajo social con niños. También tiene un familiar con autismo y dijo que, aunque pensó que era posible que Arianna tuviera autismo, nunca asume nada.
“La traté como a cualquier otro niño que estuviera llorando, pero en su caso era diferente”, dijo Wells. Se acercó a su gerente, Brad Cattermole, quien le dijo que con gusto cambiarían la hamburguesa rota por una nueva.
También Cattermole fue a la mesa y habló con Arianna para ofrecerle otra disculpa. “Supe que te dimos una hamburguesa rota y lo lamento. Estamos preparándote una nueva, pero déjame traerte unas papas fritas mientras esperas”.
MacLean dice que la interacción fue especial. “Fue grandioso porque fue muy íntimo. [Brad] no trató de ser ruidoso ni de que nadie más se enterara de su presencia. Fue muy, muy privado, muy íntimo”, dijo MacLean.
“Tratamos de que cada mesero se relacione individualmente con cada mesa y Lauren es asombrosa para establecer una conexión con nuestros invitados”, dijo Cattermole en una entrevista vía telefónica con CNN.
MacLean notó que, sorprendentemente, Arianna no estaba molesta por la hamburguesa. “Fue muy extraño porque usualmente eso hubiera provocado un colapso enorme”, dijo MacLean, y explicó que un colapso típico incluye berrinches, tirarse al piso y gritar; a veces se vuelve tan violento que podría lastimarse.
“Creo que lo que impidió el colapso fue que Lauren y Brad hablaron con ella. No hablaban conmigo, sino con ella”.
Pocos minutos más tarde, cuando llegó la nueva hamburguesa, Arianna la miró por unos momentos antes de exclamar: “¡Oh, te extrañé!” y besó la parte superior del pan.
MacLean tomó rápidamente una foto y la mostró a Wells, quien se alegró y, con una sonrisa de oreja a oreja, preguntó si podía mostrarle la foto a sus compañeros y a su gerente.
“Fue una historia tierna. Nunca había oído hablar acerca de una hamburguesa rota, o de ninguna cosa ‘rota’ en cualquier caso”, dijo Wells mientras explicaba que quería compartirla con sus compañeros porque había sido una interacción muy sincera.
“Ver esa clase de compasión y profesionalismo fue una experiencia realmente conmovedora”, dijo MacLean. “[Lauren] pudo fácilmente haber dicho: ‘Ok…’, y retirarse para traerle otra hamburguesa. Pero fue más allá y siento que todos los involucrados que estaban trabajando ese día, desde la hostess hasta el cocinero, todos fueron súper maravillosos. No estamos acostumbrados a que ocurran esta clase de cosas cuando tenemos situaciones como esa”.
MacLean, quien trabaja en el área de servicio a clientes de una aseguradora, reconoce el buen servicio cuando lo ve y decidió compartir su historia en la página de Facebook de Chili’s. La historia pronto se volvió viral (se ha compartido más de 240.000 veces y ha recibido más de 860.000 “Me gusta” y tiene casi 50.000 comentarios).
MacLean espera que esto ayude a que la gente reconozca que no todos los niños que gritan en un restaurante son malcriados incontrolables.
“Aunque nunca habíamos tenido una experiencia personal como esta, conocemos personas a las que les han pedido que abandonen el restaurante cuando su niño con autismo empieza a salirse de control. Es desgarrador”, dijo MacLean.
Arianna a veces gruñe cuando come. MacLean cree que es un acto sensorial que Arianna decide hacer, o que tal vez le gusta la sensación del gruñido cuando come. Los demás comensales no siempre lo entienden. “Estamos acostumbrados y está bien, pero ha habido algunas personas sentadas junto a nosotros que se levantaron y se cambiaron al otro lado del restaurante porque les molestaba demasiado”.
La falta de entendimiento puede ser frustrante, dice MacLean. Cuando Arianna está en crisis, la mayoría de las personas creen que está haciendo berrinche y que está demasiado mimada. A veces, si a la gente le interesa, la hermana mayor explica el autismo de Arianna. Invariablemente cambia el tono de la interacción, pero las palabras siempre van dirigidas a MacLean, no a Arianna.
Esto hizo que la interacción de Wells y Cattermole con Arianna fuera muy especial. “Es muy bobo, pero sé que todas las personas que tienen un niño con autismo se sentirán identificadas. Esa hamburguesa rota puede hacernos el día o arruinarlo; en este caso nos hizo el día y el resto del día fue genial”, dijo MacLean, quien reconoció que nunca pensó que la publicación en Facebook se haría viral.
“Creo que estas cosas pasan con más frecuencia de la que la gente reconoce”, dijo Cattermole. “Sin embargo, el que Anna dedicara 15 minutos a reconocer un buen trabajo fue lo que provocó estas manifestaciones de apoyo”.
“Me entristece mucho que esto sea [considerado como] anormal”, dijo Wells. “Simplemente estaba siendo yo misma. No esperaba nada de esto; ha sido abrumador pero definitivamente agradable”.
La empresa matriz de Chili’s, Brinker International Restaurants, hizo eco del sentir de Cattermole y Wells en un comunicado oficial que enviaron por correo electrónico a CNN.
“Todos los días, en todas las mesas de todos nuestros restaurantes Chili’s de todo el país ocurren momentos como el que ocurrió en Midvale. Estamos encantados con el brillante ejemplo de Lauren Wells, Brad Cattermole y el equipo de Midvale y con los amables gestos que hicieron que Arianna, Anna y Alex [el esposo de MacLean] se sintieran increíblemente especiales. Esta historia transformó en héroes a los miembros de nuestro equipo de Midvale y estamos muy orgullosos de tener a tantos héroes locales en nuestros restaurantes (...) quienes hacen que los momentos cotidianos como el que vivió Arianna sean conmovedores”.
Desde entonces, MacLean ha leído los cientos de los comentarios a su publicación en Facebook; algunas de las personas que comentaron reconocieron que nunca habían pensado en algo así cuando encontraban a un niño gritando en un restaurante.
Ella espera que la próxima vez que vean a un niño comportarse de una forma un poco diferente simplemente piensen: “Tal vez tiene autismo; tal vez haya algo más de lo que se ve a simple vista”.
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