Los chicos con Trastornos del Espectro Autista (TEA) tienen problemas para insertarse tanto en escuelas públicas como privadas. La intención de promover la integración escolar no alcanza. Muchos alumnos son rechazados: no se respeta su derecho a la educación en escuela común.
MAESTRA INTEGRADORA: COMPAÑÍA FUNDAMENTAL PARA EL CHICO CON TEA
Gabriel Berra tiene Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) no especificado. A días de empezar la maestra integradora en el jardín del Instituto Bernasconi, una escuela pública, le impidieron el acceso. Alejandro Berra, padre de Gabriel persiguió el expediente y así pasaron tres meses. Hizo de todo para defender los derechos de su hijo, como saltar las vallas de seguridad del Gobierno de la ciudad. Allí se comprometieron a conseguir la mejor escuela especial, pero le dijeron “no” a la integración, a pesar de que Gabriel fue evaluado como apto para escuela común. “Presenté el amparo y a la semana estaba la maestra integradora en la escuela”, dice Berra, recordando esos tiempos. Gabriel terminó sala de cuatro en el Instituto Bernasconi, pero el equipo terapéutico recomendó buscar una escuela donde se pudiera trabajar en conjunto. “No le permitían salir al recreo ni trabajar a la integradora; no había coordinación”, cuenta Alejandro Berra.
LA VACANTE TAN DESEADA
Esmeralda Pizzoni, madre de Francisco, quien tiene Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) vivió una situación desagradable en una escuela privada de Flores: “La directora se aprovechó de la desesperación de los padres por una vacante y cobraba la maestra integradora, pero colocaba una cada diez chicos”. Como Francisco debía empezar primer grado, y aunque no era lo que esperaba, finalmente llegó a una escuela especial. Muchos chicos van a escuela especial cuando podrían estar en escuela común. A Mercedes Rozental, del área de educación de la Comisión para la Plena Participación e Inclusión de las Personas con Discapacidad (COPIDIS) que depende del GCBA, le llegan muchos casos en los que se promete una vacante que luego no se da. “Ese ‘no’ que dicen en marzo significa que hasta junio el niño no pueda conseguir una escuela, y así ya perdió medio año”, comenta Rozental. Las familias sienten que no tienen elección: cuando una escuela los acepta, deben conformarse con ella.
CAPACITAR PARA INTEGRAR
Los cursos de capacitación docente relacionados a la integración escolar comenzaron a ofrecerse hace pocos años, tanto desde lo público como desde lo privado. “Recién en 2009, cuando se empezó a reglamentar la Ley de Educación Nacional, se consensuaron los planes de formación docente. Ahora, para ser maestro de nivel inicial o primario son cuatro años y hay un módulo de capacitación para atención a la diversidad”, comenta María Angélica Fontán, Supervisora dela Dirección General de Educación de Gestión Privada del Ministerio de Educación del GCBA.
Desde COPIDIS consideran que una de las deficiencias en relación a la integración es la falta de capacitación docente. “Junto con tres instituciones organizamos un módulo introductorio relacionado a la inclusión de niños con discapacidad en el ámbito educativo, que además tiene como objetivo que la maestra integradora sea aceptada como parte del grado”, dice Rozental.
LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS
Para que un niño con algún Trastorno del Espectro Autista pueda tener cubiertos los gastos que implican la atención de los profesionales de la salud -equipo terapéutico- y la educación -maestra integradora- deben obtener un certificado de discapacidad.
Muchas familias deben recurrir a la acción legal. Apelan a la Convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad como un marco normativo que los ampara. Esta ley, firmada por la Argentina en mayo de 2008, es la máxima legislación que defiende a las personas con discapacidad.
“La sociedad es la que está muy fría y autista; esto no se soluciona con un remedio, depende de la comprensión del otro”, reflexiona Esmeralda Pizzoni. Todo cambio es paulatino en materia social y más en una institución tan formal como esla escuela. Através de la capacitación y de la reforma de los planes de estudio del magisterio comienza un camino hacia el crecimiento de una sociedad y un sistema educativo más inclusivo.
MAESTRA INTEGRADORA: COMPAÑÍA FUNDAMENTAL PARA EL CHICO CON TEA
Gabriel Berra tiene Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) no especificado. A días de empezar la maestra integradora en el jardín del Instituto Bernasconi, una escuela pública, le impidieron el acceso. Alejandro Berra, padre de Gabriel persiguió el expediente y así pasaron tres meses. Hizo de todo para defender los derechos de su hijo, como saltar las vallas de seguridad del Gobierno de la ciudad. Allí se comprometieron a conseguir la mejor escuela especial, pero le dijeron “no” a la integración, a pesar de que Gabriel fue evaluado como apto para escuela común. “Presenté el amparo y a la semana estaba la maestra integradora en la escuela”, dice Berra, recordando esos tiempos. Gabriel terminó sala de cuatro en el Instituto Bernasconi, pero el equipo terapéutico recomendó buscar una escuela donde se pudiera trabajar en conjunto. “No le permitían salir al recreo ni trabajar a la integradora; no había coordinación”, cuenta Alejandro Berra.
LA VACANTE TAN DESEADA
Esmeralda Pizzoni, madre de Francisco, quien tiene Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) vivió una situación desagradable en una escuela privada de Flores: “La directora se aprovechó de la desesperación de los padres por una vacante y cobraba la maestra integradora, pero colocaba una cada diez chicos”. Como Francisco debía empezar primer grado, y aunque no era lo que esperaba, finalmente llegó a una escuela especial. Muchos chicos van a escuela especial cuando podrían estar en escuela común. A Mercedes Rozental, del área de educación de la Comisión para la Plena Participación e Inclusión de las Personas con Discapacidad (COPIDIS) que depende del GCBA, le llegan muchos casos en los que se promete una vacante que luego no se da. “Ese ‘no’ que dicen en marzo significa que hasta junio el niño no pueda conseguir una escuela, y así ya perdió medio año”, comenta Rozental. Las familias sienten que no tienen elección: cuando una escuela los acepta, deben conformarse con ella.
CAPACITAR PARA INTEGRAR
Los cursos de capacitación docente relacionados a la integración escolar comenzaron a ofrecerse hace pocos años, tanto desde lo público como desde lo privado. “Recién en 2009, cuando se empezó a reglamentar la Ley de Educación Nacional, se consensuaron los planes de formación docente. Ahora, para ser maestro de nivel inicial o primario son cuatro años y hay un módulo de capacitación para atención a la diversidad”, comenta María Angélica Fontán, Supervisora dela Dirección General de Educación de Gestión Privada del Ministerio de Educación del GCBA.
Desde COPIDIS consideran que una de las deficiencias en relación a la integración es la falta de capacitación docente. “Junto con tres instituciones organizamos un módulo introductorio relacionado a la inclusión de niños con discapacidad en el ámbito educativo, que además tiene como objetivo que la maestra integradora sea aceptada como parte del grado”, dice Rozental.
LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS
Para que un niño con algún Trastorno del Espectro Autista pueda tener cubiertos los gastos que implican la atención de los profesionales de la salud -equipo terapéutico- y la educación -maestra integradora- deben obtener un certificado de discapacidad.
Muchas familias deben recurrir a la acción legal. Apelan a la Convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad como un marco normativo que los ampara. Esta ley, firmada por la Argentina en mayo de 2008, es la máxima legislación que defiende a las personas con discapacidad.
“La sociedad es la que está muy fría y autista; esto no se soluciona con un remedio, depende de la comprensión del otro”, reflexiona Esmeralda Pizzoni. Todo cambio es paulatino en materia social y más en una institución tan formal como esla escuela. Através de la capacitación y de la reforma de los planes de estudio del magisterio comienza un camino hacia el crecimiento de una sociedad y un sistema educativo más inclusivo.
(Tomado de la página La Gaceta del Lobo)
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