Su principal obstáculo es en la esfera social y la de los sentimientos. A las personas con Síndrome de Asperger a menudo se las tilda de raras, excéntricas, maleducadas y egoístas. Pero, lo que muchos pasan por alto, es que estas actitudes o comportamientos, lejos de un capricho, tienen que ver con un trastorno severo del desarrollo que está encuadrado dentro del espectro autista.
Este síndrome, del que hoy se celebra el Día Mundial, les produce dificultades para la relación entre sus iguales, para empatizar y entender los sentimientos de los demás, y para comprender las normas y convencionalismos sociales. Por eso, no saben comportarse adecuadamente, hablan a destiempo y parecen ir 'por libre'.
Su apariencia y aspecto suele ser bastante normales y su inteligencia en algunos casos está por encima de la media. Sin embargo, se les distingue porque tienen un estilo muy particular para aprender y, frecuentemente, tienen habilidades especiales en áreas restringidas.
Hasta ahora, en España, tres de cada 1.000 niños son diagnosticados con el Síndrome de Asperger. Sin embargo, estudios recientes elevan esta cifra a uno de cada 250. No obstante, no existe una estadística real.
El psiquiatra y pediatra austriaco Hans Asperger, nacido el 18 de febrero de 1906, fue el que definió en 1944 las características de este síndrome y propuso una pedagogía curativa para los afectados.
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