Con
vistas al Día Mundial de Concientización sobre el Autismo -próximo
martes-, profesionales mencionan la falta de lugares donde atender a
jóvenes y adultos, y la escasa posibilidad laboral que se les brinda,
eje fundamental para su integración.
El conocimiento sobre el Trastorno del
Espectro Autista (TEA) se amplió en los últimos años con el avance de
las neurociencias y los tratamientos adecuados para estimular a los
niños, pero sigue pendiente en la sociedad la concientización sobre la
realidad de la población juvenil y adulta.
La psicóloga Florencia Vázquez, especialista en abordajes del Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) indicó que "cada persona con autismo tiene características especiales que determinarán cuál será su futuro".
"Los distintos grados con los que se presenta el trastorno hace imposible generalizar, pero según esos grados algunos se integrarán a la sociedad -si son admitidos y se les genera el marco propicio- y otros estarán en centros de día donde se los asistirá siempre tratando de incentivar sus capacidades", añadió.
Vázquez explicó que "cuando ya pasan la adolescencia y son adultos, los lugares específicos son los centros de día donde pueden estar durante toda la jornada, y también está la modalidad de hogares".
Sin embargo, "lo cierto es que muchos centros de día u hogares comparten diagnósticos y sólo se diferencian por el grado de discapacidad, si es leve, moderada o grave. No hay lugares específicamente para jóvenes o adultos con TGD", explicó.
"Tampoco hay lugares específicos donde personas con autismo puedan trabajar, cada uno desarrollando sus habilidades, lo que sí hablaría de una sociedad inclusiva en serio", destacó.
Vázquez lamentó que "muchas de las terapias, estimulaciones y trabajos que tienen los niños, a medida que crecen, no continúan, y es una pena porque si no siguen teniendo atención especializada, no podrán seguir desarrollándose".
Lorena Cipriano, maestra integradora y psicopedagoga, contó que "en el mundo todavía no está concientizada la necesidad de tener centros específicamente adecuados para este trastorno. La realidad es que todo lo que se hace es a pulmón y depende de cada profesional o de cada centro de día o de cada hogar".
"Tendríamos que diseñar manuales, métodos de trabajo, objetivos, metas, para los jóvenes y adultos así como lo hacemos con los niños. Sobre todo teniendo en cuenta que si ellos crecen, sus padres también, y la sociedad debería hacerse cargo de esa persona que tal vez por cuestiones del destino quede desamparada", agregó.
Romina Calvo es Terapista Ocupacional y en su área aborda las actividades de autocuidado, trabajo, y desarrollo lúdico para incrementar la función independiente, mejorar el desarrollo y la adaptación de tareas o el ambiente.
Para Calvo "es muy importante que todo el trabajo que tiene el niño en sus terapias pueda ser continuado a medida que crece. Cuando son chicos se llega a través del juego buscando su autorregulación, la que en personas con autismo se encuentra interferida por un inadecuado procesamiento de los estímulos".
Esos estímulos sensoriales, siguió, "lo acompañarán toda la vida y por eso es fundamental que puedan identificarse esas dificultades y sean tenidas en cuenta en su contexto cotidiano".
"Así como en la terapia con niños se evalúa lo que le impide el desempeño en las áreas mencionadas, cuestiones del ambiente pueden estar interfiriendo", remarcó.
Calvo puntualizó que "todas las terapias tanto la psicología, la fonoaudiología, la ocupacional, la psicopedagogía, la kinesiología aportarán habilidades en las personas con autismo y hay que tener en cuenta que estas necesidades estarán también durante su vida adulta".
Desde la mirada familiar, los padres tienen los mismos temores y se permiten soñar con instituciones especializadas que puedan abordar a sus hijos en edades adultas, con el mismo esmero con el que lo hacen en los primeros años.
Alejandro Gomel, papá de Dante, de siete años, contó que "ahora tenemos la escuela común con maestra integradora. Sabemos que hay más opciones, pero todo está para cuando es niño.
La psicóloga Florencia Vázquez, especialista en abordajes del Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) indicó que "cada persona con autismo tiene características especiales que determinarán cuál será su futuro".
"Los distintos grados con los que se presenta el trastorno hace imposible generalizar, pero según esos grados algunos se integrarán a la sociedad -si son admitidos y se les genera el marco propicio- y otros estarán en centros de día donde se los asistirá siempre tratando de incentivar sus capacidades", añadió.
Vázquez explicó que "cuando ya pasan la adolescencia y son adultos, los lugares específicos son los centros de día donde pueden estar durante toda la jornada, y también está la modalidad de hogares".
Sin embargo, "lo cierto es que muchos centros de día u hogares comparten diagnósticos y sólo se diferencian por el grado de discapacidad, si es leve, moderada o grave. No hay lugares específicamente para jóvenes o adultos con TGD", explicó.
"Tampoco hay lugares específicos donde personas con autismo puedan trabajar, cada uno desarrollando sus habilidades, lo que sí hablaría de una sociedad inclusiva en serio", destacó.
Vázquez lamentó que "muchas de las terapias, estimulaciones y trabajos que tienen los niños, a medida que crecen, no continúan, y es una pena porque si no siguen teniendo atención especializada, no podrán seguir desarrollándose".
Lorena Cipriano, maestra integradora y psicopedagoga, contó que "en el mundo todavía no está concientizada la necesidad de tener centros específicamente adecuados para este trastorno. La realidad es que todo lo que se hace es a pulmón y depende de cada profesional o de cada centro de día o de cada hogar".
"Tendríamos que diseñar manuales, métodos de trabajo, objetivos, metas, para los jóvenes y adultos así como lo hacemos con los niños. Sobre todo teniendo en cuenta que si ellos crecen, sus padres también, y la sociedad debería hacerse cargo de esa persona que tal vez por cuestiones del destino quede desamparada", agregó.
Romina Calvo es Terapista Ocupacional y en su área aborda las actividades de autocuidado, trabajo, y desarrollo lúdico para incrementar la función independiente, mejorar el desarrollo y la adaptación de tareas o el ambiente.
Para Calvo "es muy importante que todo el trabajo que tiene el niño en sus terapias pueda ser continuado a medida que crece. Cuando son chicos se llega a través del juego buscando su autorregulación, la que en personas con autismo se encuentra interferida por un inadecuado procesamiento de los estímulos".
Esos estímulos sensoriales, siguió, "lo acompañarán toda la vida y por eso es fundamental que puedan identificarse esas dificultades y sean tenidas en cuenta en su contexto cotidiano".
"Así como en la terapia con niños se evalúa lo que le impide el desempeño en las áreas mencionadas, cuestiones del ambiente pueden estar interfiriendo", remarcó.
Calvo puntualizó que "todas las terapias tanto la psicología, la fonoaudiología, la ocupacional, la psicopedagogía, la kinesiología aportarán habilidades en las personas con autismo y hay que tener en cuenta que estas necesidades estarán también durante su vida adulta".
Desde la mirada familiar, los padres tienen los mismos temores y se permiten soñar con instituciones especializadas que puedan abordar a sus hijos en edades adultas, con el mismo esmero con el que lo hacen en los primeros años.
Alejandro Gomel, papá de Dante, de siete años, contó que "ahora tenemos la escuela común con maestra integradora. Sabemos que hay más opciones, pero todo está para cuando es niño.
No sabemos cuál será su desarrollo, pero nos damos cuenta de que la sociedad no está preparada para entender".
Eduardo Salim Sad, papá de Yamila, de 35 años, contó que su hija está en un centro de día. "Está contenta, hace salidas, pero hay que ver muy bien a la hora de elegir porque la realidad es que no son muchos los centros, y no hay demasiadas opciones".
Tras señalar que su hija entra a las 9 y sale a las 17, comentó orgulloso: "Por suerte encontramos un lugar donde le hacen hacer pequeños trabajos que muestran en ferias", aunque aclaró que no obstante, "necesita asistencia permanente y en casa tenemos un acompañante terapéutico".
Eduardo Salim Sad, papá de Yamila, de 35 años, contó que su hija está en un centro de día. "Está contenta, hace salidas, pero hay que ver muy bien a la hora de elegir porque la realidad es que no son muchos los centros, y no hay demasiadas opciones".
Tras señalar que su hija entra a las 9 y sale a las 17, comentó orgulloso: "Por suerte encontramos un lugar donde le hacen hacer pequeños trabajos que muestran en ferias", aunque aclaró que no obstante, "necesita asistencia permanente y en casa tenemos un acompañante terapéutico".
(Tomado de página web: www.telam.com.ar)
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