21 de septiembre de 2014

Tener en cuenta las posibles alteraciones sensoriales de la persona con autismo

Las personas con TEA tienen alteraciones sensoriales que deben ser tratadas.
Las personas con TEA tienen alteraciones sensoriales que deben ser tratadas.

Experiencias relatadas por personas con autismo de alto funcionamiento cognitivo nos indican que, con frecuencia, padecen en la infancia diversas alteraciones sensoriales que hacen que el mundo que les rodea sea captado por sus sentidos de forma muy peculiar. Algunos autores señalaron tres posibles alteraciones (hiposensibilidad, hipersensibilidad y ruido blanco), que provocan en el niño con autismo diversas manifestaciones conductuales que ocupan la mayor parte de su tiempo, e influyen negativamente en su relación con el mundo que le rodea. Otra de las alteraciones reseñadas es la hiperselectividad estimular, así como los problemas de integración sensorial.

De alguna forma, cada vez hay más información acerca de cómo el chico o la chica con autismo puede estar percibiendo sensorialmente el mundo que les rodea. Y hemos de ser conscientes de las graves dificultades que encuentra para realizar la integración sensorial, es decir, realizar una selección de los estímulos que le rodean, utilizando un criterio “social”, y dar así un sentido a todo lo que percibe en cada instante.

La intervención que tenga en cuenta estas alteraciones sensoriales debería realizar, desde los primeros momentos, una evaluación de las principales manifestaciones de las mismas, y, en la medida de lo posible en cada caso, llevar a cabo actuaciones que traten de paliar sus efectos en la vida del chico o la chica con autismo. Actuaciones como evitar las “agresiones sensoriales” que pueden suponer los ruidos fuertes o los olores o sabores intensos, o los contactos con las manos de otras personas.

Existen experiencias en tratamientos de integración sensorial (método Tomatis) aunque aún no suficientemente contrastadas con chicos con autismo.


 Facilitar el acceso de las personas con autismo al mundo de las mentes

Probablemente relacionada con las peculiaridades sensoriales del mundo de las mentes, la persona con autismo presenta una dificultad característica para acceder  al mismo. Entendemos por mundo de las mentes al conjunto de estímulos emitidos por una persona que, percibidos por otra persona, le sirven a ésta para hacerse una idea del estado mental de la primera. Dichos estímulos se han descrito como claves sociales, y sus diferencias con el mundo físico, de los objetos y las normas, se establecen en cuatro ámbitos: la claridad, la complejidad, la permanencia y la variabilidad. Mientras las claves del mundo físicas son claras, sencillas, permanentes y fijas, las claves del mundo social son sutiles, complejas, efímeras y variables. La persona con autismo padece un déficit básico en su capacidad para captar, interpretar y manipular las claves con estas últimas características, lo cual le sitúa en una posición de inaccesibilidad al mundo de las mentes, con todas las consecuencias que ello trae en cuanto a intereses, adquisiciones y hábitos de comportamiento social.

Siendo esto así, la intervención con personas con autismo ha de realizar los máximos esfuerzos para facilitar el acceso de éstas al mundo social, mundo de las mentes, y hacerlo principalmente mediante la adaptación de éste a las limitaciones de aquellas. Esto significa hacer que las claves sociales que emitan las personas, y actividades sociales, que rodean a la persona con autismo sean, en la medida de lo posible, más claras, más sencillas, más permanentes y más fijas.

Las claves sociales utilizadas en las relaciones interpersonales, las actividades sociales (educativas y/o lúdicas), y a veces, la ubicación de los objetos, son aspectos del mundo social que deben ser acercados a la capacidad de la persona con autismo.

El uso de las rutinas en las actividades diarias de la persona con autismo, así como de las claves visuales (de mayor permanencia que las auditivas) referidas a actividades, horarios, incluso a estados mentales de las personas, son las formas más generalizadas de facilitar esa accesibilidad de la persona con autismo al mundo de las mentes.

El tratamiento educativo

Desde que, a finales de la década de los ’70,  se comenzó a aceptar la idea de que el autismo es un trastorno generalizado del desarrollo, el enfoque centrado en un tratamiento educativo del mismo (frente al clínico imperante hasta entonces) ha ido tomando fuerza de forma constante y progresiva. Uno de los principales exponentes de este enfoque, el Programa TEACCH, de Carolina del Norte (EE.UU.) llevó, a partir de esos años, el tratamiento a las escuelas y a los hogares. Si bien en un principio  el objeto de dicho tratamiento educativo era, de forma prioritaria, el área cognitiva, con el tiempo aquellas áreas consideradas inicialmente según su patología (lenguaje, juego, comunicación, interacción social, sensorial), han ido pasando a ser consideradas también desde una perspectiva educativa. Podríamos decir que, en la actualidad, prácticamente todas las manifestaciones “patológicas” del autismo están siendo objeto de enfoques educativos, incluso en aquellas con expresión más claramente patológica como las autoagresiones y las agresiones a otros.

Una vez situados en este enfoque educativo, que sugiere afrontar los frecuentes e intensos retos que presenta la persona con autismo en su tratamiento desde una perspectiva básicamente educacional, hemos de tener en cuenta determinados aspectos de la dinámica educativa a seguir con  las personas con autismo.

Priorizar la intervención sobre las funciones de humanización

Teniendo en cuenta la naturaleza de los déficits básicos que presentan las personas con autismo, situados en las llamadas “funciones de humanización” (Rivière 1998), y dada la importancia que el desarrollo de estas funciones tiene para el ser social que es el hombre, resulta obvio que el mayor esfuerzo del tratamiento educativo debe ir dirigido hacia el logro del óptimo desarrollo de las mismas. Esto debe ser considerado como una priorización de los objetivos relacionados con estas funciones, frente a los relacionados con las funciones de otros niveles.

Estas funciones de humanización son:

La capacidad para comprender a las personas como sujetos de mente
  • Las destrezas intersubjetivas que permiten compartir estados internos
  • Las funciones de comunicación y lenguaje
  • Las competencias simbólicas
  • Las pautas de acción flexible y significativa
Así pues, esta estrategia nos conduce a tres prioridades educativas:

El entrenamiento en cognición social, es decir, en la capacidad para ponerse en el lugar del otro, captar e interpretar sus emociones, intenciones y creencias.
  • La mejora de la competencia en comunicación / lenguaje, sobre todo en los aspectos pragmáticos y el uso espontáneo y generalizado.
  • Desarrollo de la imaginación: enseñar a jugar, tanto con los juguetes sencillos, como con las miniaturas y el uso simbólico de las cosas, la representación de papeles…
Se nos terminó el espacio. La próxima semana seguiremos tocando este importante tema, dando algunas estrategias para ayudar a nuestros chicos y chicas a tolerar los estímulos que día a día los invaden, a veces de manera dolorosa e incómoda.
Nos leemos la próxima semana.

Escrito por: Lcda. Zulay Gómez de Primera
Especialista en Dificultades de Aprendizaje y Trastornos Generalizados del Desarrollo
Contacto: zgomezdp2009@hotmail.com

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