Por Amable Manuel Cima
 La imagen social y la adaptación escolar de los niños con 
trastornos del desarrollo en la escuela debe mejorarse, pues aún 
subsisten estereotipos sociales y educativos que los definen como 
«minusválidos», sin tener en consideración la multiplicidad de tipos de trastornos del desarrollo existentes y el alto potencial de mejora que muestran estos niños y sus familias.
La imagen social y la adaptación escolar de los niños con 
trastornos del desarrollo en la escuela debe mejorarse, pues aún 
subsisten estereotipos sociales y educativos que los definen como 
«minusválidos», sin tener en consideración la multiplicidad de tipos de trastornos del desarrollo existentes y el alto potencial de mejora que muestran estos niños y sus familias. 
Asimismo, es necesaria una mejor y más profunda formación 
de los profesionales de la salud y la educación, pues a la hora de 
establecer diagnósticos ciertos de algunos de los trastornos pueden llegar a pasar años desde la primera consulta.
 Baste como ejemplo que para diagnosticar con certeza el síndrome de 
Asperger, un tipo de trastorno del espectro autista, pueden llegar a 
pasar más de dos años desde el momento en que la familia observa que 
algo no va bien en el desarrollo del niño. 
Por ello, también es muy importante la información que reciben las familias, no sólo de los profesionales, sino desde los mismos medios de comunicación,
 los cuales pueden actuar como elementos decisivos de prevención 
primaria de salud cuando ofrecen información y formación contrastada, 
veraz y ajustada a la población general. Finalmente, es también muy importante la optimización de los recursos existentes por medio de la formación
 de equipos multidisciplinares en los procesos diagnósticos y de 
intervención. 
Se deberían establecer canales fluidos de información 
entre los Servicios de Salud (médicos de familia, psicólogos clínicos y 
otros especialistas), los centros escolares (maestros y orientadores) y 
otros profesionales (terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, 
auxiliares educativos, etc.) con el objetivo principal de establecer diagnósticos ciertos en el menor tiempo posible,
 así como planificar actividades de intervención educativa, familiar y 
social que mejoren realmente el estatus escolar del niño y su calidad de
 vida asociada, y proveer de herramientas conductuales y afectivas a las
 familias para enfrentarse emocionalmente a estos diagnósticos y 
aprender a relacionarse con sus hijos desde esta nueva perspectiva. 
Estas son las principales conclusiones presentadas en el IV Congreso Internacional de Orientación Psicoeducativa,
 que ha tenido como eje central «Los trastornos del desarrollo en la 
escuela: abordaje biopsicosocial», y en el que han participado 
congresistas de diferentes formaciones y ámbitos de trabajo.
 
 
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