Antimio Cruz/SUMEDICO
México, D.F.
El autismo es un trastorno del desarrollo en el que los niños, desde recién nacidos, no responden a los mismos estímulos que otros bebés y se encierran en sí mismos. A pesar de que es un problema que puede ser atenuado con estimulación temprana, en México la mayoría de los niños tarda entre dos y tres años en ser bien diagnosticado, lo que hace que se pierda tiempo y oportunidad para el tratamiento.
México, D.F.
El autismo es un trastorno del desarrollo en el que los niños, desde recién nacidos, no responden a los mismos estímulos que otros bebés y se encierran en sí mismos. A pesar de que es un problema que puede ser atenuado con estimulación temprana, en México la mayoría de los niños tarda entre dos y tres años en ser bien diagnosticado, lo que hace que se pierda tiempo y oportunidad para el tratamiento.
Lo anterior fue explicado a SUMEDICO por Gabriela Martínez Iturribarría (*), fundadora de la primera Clínica de Autismo en México, localizada en la Universidad Intercontinental (UIC), quien detalló que los niños con autismo son inteligentes, con muchas habilidades y capacidades, pero que tienen dificultades para socializar, comunicarse, expresar sentimientos de manera recíproca, lo que hace que se les margine y que sea difícil que alcancen su autosuficiencia.
Este conjunto de trastornos ha aumentado en los años recientes y se estima que entre 6 y 7 niños de cada mil recién nacidos pueden tener autismo.
“Son pacientes que desde su nacimiento tienen una forma de comunicarse totalmente diferente, que no es igual a la nuestra. Nunca te van a mirar a los ojos, no se dejan cargar, son como un tronquito, son duros, no les gusta este contacto piel a piel, sobre todo y lo que va llamando mucho la atención es que todos estos signos, que tienen un contenido social, como cuando tú le extiendes los brazos a un niño y te responde, ellos no lo establecen porque están dentro de sí mismos”, dijo la también directora del Área de la Salud de la UIC.
El autismo no es sólo un problema fisiológico o de la manera como está conectado el cerebro. También es un problema emocional porque desde pequeños los niños y niñas con autismo sufren muchos desencuentros y rechazos por la manera diferente que tienen para comunicarse.
Hasta ahora, la ciencia no ha podido afirmar si el autismo es un efecto directo de un error genético. Al parecer se detona por un complejo sistema en el que hay factores ambientales y genéticos. Hay quienes lo relacionan con el sistema límbico, hay quienes sugieren que se trata de un efecto de la dieta de los padres, pero estas hipótesis no se han probado porque los antecedentes cambian mucho de un paciente a otro.
Las terapias para el autismo se dividen en dos grandes conjuntos, reeducativa y reconstructiva. La reeducativa enseña a los pacientes a responder a ciertos estímulos comunes en el trato con las personas. La reconstructiva busca llegar al núcleo de la mente en el cual se ha encerrado el paciente autista y lo invita a salir.
“Nosotros pensamos que en lo reconstructivo hay que ir quitando todo lo que al paciente le lastima y no lo hace sentir bien, para que tenga esa conciencia y entonces sí, se empiece él a comunicar, pero porque quiere. Te llevas muchas sorpresas. De pronto hay niños que no tenían lenguaje y en un ratito hablan perfectamente”, dijo Martínez Iturribaría.
(*) Gabriela Martínez Iturribarría, fundadora de la primera Clínica de Autismo de la Universidad Intercontinental, en la ciudad de México. Teléfono 5487-13-00 ext. 1895 y 1411.
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