El pasado 12 de abril hubo una marcha en Plaza de Mayo que congregó a miles de adultos y chicos con un objetivo muy concreto: pedir que se reglamente la ley aprobada en noviembre del año pasado que declara de interés nacional "el abordaje integral e interdisciplinario de las personas que presentan trastornos del espectro autista (TEA)", entendido éste como un trastorno neuropsiquiátrico que presenta una compleja alteración neurobiológica que afecta las capacidades de comunicación y relación.
También se conoce hoy que los TEA abarcan un espectro más amplio de lo que se pensaba. Un reciente estudio realizado en los Estados Unidos por investigadores del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) sobre la base de datos de niños diagnosticados con autismo de diversas comunidades y orígenes étnicos que en 2008 cumplieron 8 años demostró que uno de cada 88 niños tiene alguno de los TEA, que incluyen autismo, síndrome de Asperger y los llamados trastornos generalizados del desarrollo (TGD). Aunque se tomaron como parámetro de estudio los 8 años, es posible diagnosticar la enfermedad cada vez más temprano, gracias en parte a que también han mejorado los métodos de evaluación y diagnóstico.
Uno de los puntos que merecen destacarse en el estudio es que la mayoría de los niños identificados con TEA no presentan discapacidad intelectual, aunque la prevalencia de TEA se observó en todos los niveles de capacidad intelectual.
De acuerdo con este panorama, se entiende aún más claramente el reclamo de tantas familias argentinas en la Plaza de Mayo. Muchas de ellas están agrupadas en la asociación TGD padres TEA (www.tgd-padres.com.ar), que solicita para sus hijos inclusión escolar y social digna. Desde 2009, esta asociación organiza este encuentro que, en los últimos años, se replica en las principales ciudades del país.
Es de esperar, entonces, que este pedido no quede sin respuesta, como tantos otros que también reclaman lo que es justo en nuestro país.
La sociedad argentina, al concientizarse, debería ser lo suficientemente madura como para integrar a todos sus miembros a una vida plena y digna. Por todo lo mencionado es tan importante que haya políticas públicas que asesoren e informen sobre las posibilidades de integración que tienen los chicos con TEA.
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