En la actualidad se conoce un poco más acerca de los Trastornos del Espectro Autista (TEA),
sin embargo, todavía constituyen un gran reto para la neurociencia a
nivel mundial, pues no se conocen con certeza todas sus causas y
factores de riesgo.
Los TEA son un grupo de discapacidades del desarrollo que
provocan problemas de socialización, comunicación y conducta. Afectan de
manera distinta a cada persona que lo padece, pues los síntomas pueden
ser desde muy leves hasta severos.
Estos se manifiestan antes de
los tres años de edad y duran toda la vida, aunque los síntomas tienden a
mejorar con el tiempo con una intervención adecuada. Algunos niños
presentan ciertas características perceptibles a los pocos meses de
nacidos y otros a los dos años o más. Sin embargo, hay un por ciento que
aparenta un desarrollo normal hasta alrededor de los 18 meses, momento
en que dejan de adquirir nuevas habilidades y pierden las que ya tenían.
Existen tres tipos de TEA: Trastorno autista o autismo “típico”, Síndrome de Asperger
y Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado (PPD-NOS, por
sus siglas en inglés), conocido también como autismo atípico.
El
autismo típico por lo general se caracteriza por retrasos significativos
en el desarrollo del lenguaje, problemas de socialización, comunicación
y conductas e intereses inusuales. La mayoría de las personas que
padecen este tipo de autismo tienen discapacidad intelectual en mayor o
menor grado.
El Síndrome de Asperger provoca síntomas más leves
que los del autismo típico. Los que lo padecen tienen dificultades para
socializar, e intereses y conductas inusuales. Por lo general se
especializan en un tema que les interesa y solo tienden a hablar sobre
este, pero no es común que tengan problemas de lenguaje y no presentan
discapacidad intelectual.
El autismo atípico incluye a las
personas que tienen solo algunos síntomas leves del trastorno autista.
Por lo general, presentan problemas de socialización y comunicación,
pero no de lenguaje ni de aprendizaje.
Hasta hoy no existe cura
para los TEA. No obstante, la intervención temprana (antes de los tres
años) potencia las probabilidades de que un niño alcance un mayor
desarrollo. Esto incluye terapia para mejorar la conducta, de lenguaje
con un logopeda, paseos a lugares de la comunidad para la socialización,
entre otras terapias alternativas como equinoterapia, psicoballet,
delfinoterapia, musicoterapia y terapia artística.
Aunque no se
conocen todas sus causas de los TEA, y existen algunos criterios
divergentes en este tema, los científicos plantean tres factores
principales que pueden incidir en su padecimiento: genéticos,
ambientales y biológicos.
La mayoría coincide en que uno de los
factores de riesgo son los genes. Las investigaciones muestran que en
gemelos idénticos, si uno tiene un TEA, el otro también se afecta en un
60 a 96 por ciento. En los mellizos, si uno lo padece el otro será
afectado hasta el 24 por ciento de las veces y para los padres con un
hijo con TEA, hay una probabilidad entre el dos y el ocho por ciento de
que tengan otro hijo con el trastorno.
Los TEA tienden a afectar a
personas con ciertas afecciones. El 10 por ciento de los niños con
estos trastornos tienen una alteración genética, neurológica o
metabólica identificada, como el Síndrome del cromosoma X frágil, la Esclerosis tuberosa, el Síndrome de Down y otras alteraciones cromosomáticas.
Algunos
estudios exponen que medicamentos tomados durante el embarazo como la
talidomina y el ácido valproico, pueden constituir factores de riesgo de
los TEA. También se conoce que no es cierta la antigua creencia de que
estos trastornos pueden ser provocados por una mala crianza de los
padres ni por falta de afecto. Y existen evidencias de que antes del
nacimiento hay un período que influye en el desarrollo de los TEA.
Como
puede verse, todavía queda un largo camino por recorrer para conocer
todo lo necesario acerca de los TEA. Cada año se realizan nuevas
investigaciones, pero no están bien definidas todas las causas, ni
existe cura alguna.
Por ello, si los padres perciben que su hijo
no tiene un desarrollo adecuado para su edad, deben asistir
inmediatamente a una consulta de psiquiatría que le permita diagnosticar
o descartar si padece un TEA.
Si el diagnóstico indica que
padece un TEA, la adecuada intervención temprana e individualizada es la
vía que brinda mayores probabilidades de superar la mayoría de los
síntomas de autismo, lo que le permitirá al niño adaptarse mejor al
medio y aprender a vivir en sociedad.
Referencias:
Sitio Web de Medlineplus
Sitio Web del Centro Nacional de Defectos Congénitos y Discapacidades del Desarrollo de Estados Unidos
Datos sobre los TEA
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