19 de diciembre de 2012

Puerto Rico: Haciéndole frente al Autismo


Libni Sanjurjo / libni.sanjurjo@gfrmedia.com

Él está en un lado del puente; los otros –el resto de la gente–, en el extremo contrario.  Le bastaría con cruzarlo para llegar a ellos, pero no, no es tan fácil; cada paso que Efraín Escobar da en esa dirección es como lanzarse al terreno de batalla para derrotar a su principal contendiente: él mismo.




















































Las clases de baile han sido una de las alternativas que Efraín Escobar ha elegido para mejorar sus destrezas de socialización. (jose.madera@gfrmedia.com)

Su historia inició hace 30 años cuando vino al mundo  sin pistas que anticiparan los retos que le tocaría enfrentar al haber nacido con un tipo de autismo conocido como el trastorno generalizado del desarrollo, no especificado, que provoca  problemas en las relaciones sociales y otras áreas consistentes y relacionadas con el diagnóstico de PDD (desorden penetrante del desarrollo).

Era determinante que en algún momento Efraín decidiera tener la voluntad de cruzar ese puente si quería llegar al mundo real, salir del aislamiento y  trabajar, en pocas  palabras, declarar su independencia.

Hoy, con la determinación y perseverancia  de este joven autista ha logrado ganar muchas batallas en al ámbito laboral y social, con la ayuda de varias personas, entre ellas, el personal de la organización sin fines de lucro  Instituto Internacional para Personas con Impedimentos (YAI/IIPDPR). ¿El progreso?   Efraín trabaja desde 2009 en el correo del  Servicio de Rentas Internas Federal (IRS) –procesando la correspondencia, servicio al cliente, entre otras funciones–, conduce su propio carro, mejoró su apariencia física y asiste a actividades que promueven el contacto social como las clases de salsa. Sus logros son significativos si se considera su trasfondo.

En su “mundo virtual” 

El silencio comenzó a rodear su personalidad  cuando transcurría su cuarto año de vida en un centro de Head Start; en la casa hablaba, pero al llegar allí callaba, según una biografía de él en YAI/IIPDPR, afiliada a YAI/NIPD, en Nueva York, que ofrece programas para desarrollar destrezas, fomentar la independencia, expandir oportunidades y estimular la inclusión de las personas con discapacidades. 

En la escuela elemental continuaron los cambios. El silencio se extendió al hogar. La frecuencia con la que se escuchaba la voz de Efraín era cada vez menor. Las terapias del habla y la ayuda psicológica aparecieron para contrarrestar su conducta. Sin embargo, era difícil llevarlas a cabo con una persona que no quería hablar. En la escuela, aunque aprobaba aprobaba los cursos, era conocido como el “calladito”. No es de extrañar entonces que no tuviera amigos; su padre, Efraín  Escobar, solo recuerda dos visitas de amistades a la casa durante esa etapa. La computadora era su “mejor amiga”, lo que provocó que su desarrollo social y lenguaje se retrasara aún más. Ese era su “mundo virtual”.

“Era solitario y no hablaba en la escuela, y usaba mucho la computadora y videojuego”, comparte Efraín durante una entrevista a este diario caracterizada por respuestas lentas y cortas, lo que, sin embargo, es un avance si se considera cómo era antes de iniciar su proceso de entrada al mercado laboral a través del programa de Adiestramiento y Capacitación para Empleo  de YAI/IIPDPR. 

Al llegar a la escuela intermedia y superior, no hubo cambios significativos; completó la superior con estudios libres. Solo hablaba lo necesario y en frases cortas. Se agregaron otras conductas: no manifestaba emociones como el enojo, la aprobación o desaprobación, el dolor y el agrado o desagrado. Aun así completó un grado asociado en ciencias en la Universidad Metropolitana. Fue precisamente durante el periodo luego de la adolescencia que finalmente supo su diagnóstico.

¿Qué descubriste tras conocer lo que te ocurría?
Buscaba cómo cambiar ciertas cosas.

¿Qué querías cambiar?
Como siempre estaba solo...

¿Cómo lo has logrado?
Aprendí ciertos conceptos; tratar de ser más positivo, hacer cosas, atreverme más.  
Con el tiempo, los progenitores de Efraín también entendieron que lo habían sobreprotegido. “Aquel pequeño niño se nos había convertido en un hombre y necesitaba desplegar sus alas hacia su independencia emocional, personal y económica”, expresa su padre en la biografía.

Tanto él como su madre sabían que debía trabajar, pero “solo podíamos ver las razones de por qué no debemos hacerlo”. Finalmente,  YAI/IIPDPR le ofreció las herramientas para  lograr su meta principal: “Quiero trabajar, donde sea”, fue su petición.

Pero no solo lo laboral era materia de atención; su apariencia  física, algo descuidada, dificultaría esa meta.  “Le dije: ‘'’¿Tú me ves?’; porque tenía la pollina larga para evitar el contacto visual”, recuerda Sheila Cruz, coordinadora de servicios en YAI/IIPDPR.

Las  destrezas de socialización serían fomentadas a través del Club Vivir, donde compartiría  con participantes del instituto.

¿Qué te impedía socializar?
Tal vez... Unas veces... Importaba... No sé, como que no era, fácil, no podía.

¿Lo intentabas?
 Algunas veces.

¿Por qué no te atrevías a hablar?
 No tenía tanto deseo.

Eso ya es capítulo cerrado. De hecho, Efraín comentó que “hay cosas en el pasado que no me gustan cuando las analizo”. Está enfocado en su futuro. Por ejemplo, desea algún día tener una familia, “un día bien distante, bien distante”.

¿Por qué tan distante?
Todavía no estoy preparado para eso. 

En la Isla, Efraín es uno entre 28,745 personas con autismo  –un trastorno que afecta la comunicación, las interacciones sociales y las conductas repetitivas–, según estimados del Departamento de Salud.

Nota tomada de la página de perimerahora.com

Véa el video de Efraín en 

http://www.primerahora.com/efrainescobarlehacefrentealautismo-734828.html 



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