(SACRAMENTO, Calif.) —
Un estudio a nivel nacional ha determinado que una terapia de intervención temprana intensiva, que es eficaz para mejorar la percepción y las habilidades del lenguaje entre niños muy pequeños con autismo, también normaliza su actividad cerebral y mejora sus habilidades sociales. Los investigadores dijeron que el estudio es el primero en demostrar que un programa de intervención temprana para el autismo puede normalizar la actividad cerebral.
"Sabemos que los cerebros de bebés son muy moldeables y se ha demostrado previamente que esta terapia capitaliza en el potencial de aprendizaje, que tiene el cerebro de un bebé a fin de limitar los efectos nocivos del autismo", dijo la coautora del estudio Sally Rogers, profesora de psiquiatría y ciencias sobre el comportamiento en el Instituto de MIND de UC Davis. "Los hallazgos sobre los resultados del comportamiento mejorados y la capacidad para normalizar la actividad cerebral asociados con las actividades sociales significan que hay un tremendo potencial para que los cerebros de los niños con autismo se desarrollen y crezcan más normalmente".
Publicado en línea el día de hoy, en la publicación conocida en inglés como Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry (Revista de la Academia Norteamericana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes), el estudio aleatorio, controlado por casos, en varios centros, descubrió que los niños que recibieron la intervención exhibieron una mayor activación cerebral al ver caras en lugar de objetos, una respuesta que era típica de los niños normales en el estudio, y lo opuesto de los niños con autismo que recibieron una intervención distinta.
Los Centros para la Prevención y el Control de la Enfermedades de los Estados Unidos calculan que a 1 de 88 niños que nazcan hoy se les diagnosticará el trastorno del espectro autista. Señales distintivas de la condición del neurodesarrollo incluyen déficits persistentes en la comunicación social y asociación y patrones repetitivos o restrictivos de interés que aparecen en la infancia temprana y perjudican el funcionamiento cotidiano.
Llamado el Modelo Denver de Comienzo Temprano (Early Start Denver Model - ESDM), el método de intervención lo desarrollaron Rogers y Geraldine Dawson, Directora científica de la organización de defensa e investigación del autismo conocida en inglés como Autism Speaks (El Autismo Habla). La terapia combina los métodos de enseñanza intensiva de análisis aplicado sobre el comportamiento con planteamientos del desarrollo 'basados en la relación'.
"Es posible que ésta sea la primera demostración de que una intervención del comportamiento para el autismo se asocia con los cambios en la función cerebral, así como en los cambios positivos en el comportamiento" dijo Thomas R. Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental, el cual financió el estudio. "Al estudiar los cambios en la respuesta neural a las caras, Dawson y sus colegas han identificado un nuevo blanco y un posible biomarcador que puede guiar el desarrollo del tratamiento".
Los investigadores reclutaron a 48 diversos niños y niñas diagnosticados con autismo entre los 18 y los 30 meses de edad, en Sacramento, Calif. y en Seattle, así como controles de casos desarrollándose típicamente. La proporción entre participantes hombres y mujeres era más de 3-a-1. El autismo es cinco veces más común entre niños que entre niñas.
Aproximadamente a la mitad de los niños con autismo se les asignó al azar para que recibieran la intervención del ESDM por más de dos años. Los participantes recibieron la terapia del ESDM durante 20 horas a la semana, y a sus padres también se les capacitó para que proporcionaran el tratamiento, una característica fundamental de la intervención. Los otros participantes con autismo recibieron una intervención basada en la comunidad, así como evaluaciones, envíos a servicios, manuales de recursos y otros materiales de lectura.
Al concluirse el estudio, se evaluó la actividad cerebral de los participantes usando electroencefalogramas (electroencephalograms - EEGs) que medían la activación cerebral mientras veían estímulos sociales -- caras - y estímulos no sociales -- juguetes. Estudios anteriores habían determinado que los bebés y los niños pequeños normales mostraban mayor actividad cerebral cuando veían estímulos sociales en lugar de objetos, mientras que los niños con autismo mostraban el patrón opuesto.
El doble de niños que recibieron la intervención del ESDM mostró una mayor activación cerebral al ver caras que al ver objetos - una demostración de actividad cerebral normalizada. Once de los 15 niños que recibieron la intervención del ESDM, el 73 por ciento, mostraron más activación cerebral al ver caras. Doce de los 17 niños desarrollándose típicamente, o el 71 por ciento, mostraron activación cerebral normalizada. Los EEGs de cinco de los 14 niños que recibieron la intervención comunitaria, o el 36 por ciento, mostraron activación semejante.
Además, los niños que recibieron el ESDM tuvieron mayor actividad cerebral mientras veían caras y también tuvieron menos problemas pragmáticos sociales y una mejor comunicación social, como la capacidad de iniciar interacciones, hacer contacto con la vista e imitar a los demás, dijo Sally Rogers, la investigadora del Instituto de MIND. El uso de la intervención del ESDM ha demostrado que mejora la percepción, el lenguaje y las habilidades de la vida diaria; un estudio publicado en el 2009 determinó que los niños que recibieron el ESDM mostraron considerablemente mayores incrementos en el cociente intelectual (intelligence quotient - IQ), cuando se compararon con los niños que recibieron una intervención comunitaria.
"Éste es el primer estudio de casos controlados de una intervención temprana intensiva que demuestra tanto una mejora de las habilidades sociales como una actividad cerebral normalizada, que resulta de la terapia de intervención temprana intensiva ", dijo Dawson, autora principal del estudio y profesora de psiquiatría en la Universidad de North Carolina, Chapel Hill". Considerando que la Academia Norteamericana de Pediatría recomienda que a todos los niños de 18 y 24 meses de edad se les hagan exámenes para detectar el autismo, es vital que tengamos terapias eficaces disponibles para los niños pequeños en cuanto se les diagnostique".
"Por primera vez", Dawson continuó, "los padres y los profesionales médicos tienen evidencia de que la intervención temprana puede alterar el curso del desarrollo del cerebro y del comportamiento en los niños pequeños. Es crucial que todos los niños con autismo tengan acceso a la intervención temprana, que puede fomentar los resultados más positivos a largo plazo".
Rogers, Dawson y Laurie J. Vismara, también una investigadora con el Instituto de MIND, han escrito un libro sobre la intervención, titulado en inglés "An Early Start for Your Child with Autism: Using Everyday Activities to Help Kids Connect, Communicate, and Learn" (Un comienzo temprana para su hijo con autismo: el uso de actividades cotidianas para ayudar a los niños a conectarse, comunicarse y aprender).
Entre otros autores del estudio se incluyen Emily J.H. Jones, Kaitlin Venema, Rachel Lowy, Susan Faja, Dana Kamara, Michale Murias, Jessica Greenson, Jamie Winter, Milani Smith y Sara J. Webb, todos de la Universidad de Washington y Kristen Merkle de la Universidad Vanderbilt.
El estudio fue financiado por una subvención del Instituto Nacional de Salud Mental y por una beca posdoctoral de la organización de Autism Speaks.
La organización de Autism Speaks es la organización líder mundial de defensa y ciencia del autismo. Ésta se dedica a financiar investigaciones sobre las causas, la prevención, los tratamientos y la cura del autismo; aumentar la concientización de los trastornos del espectro autista; y abogar por las necesidades de las personas con autismo y sus familias.
En el Instituto de MIND de UC Davis, científicos de renombre
mundial participan en investigaciones colaboradoras e
interdisciplinarias, para encontrar las causas y desarrollar
tratamientos y curas para el autismo, el trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (attention-deficit/hyperactivity disorder -
ADHD), el síndrome del gen X frágil, el síndrome de supresión del
cromosoma 22q11.2, el síndrome de Down y otros trastornos del
neurodesarrollo. Para obtener más información, visite mindinstitute.ucdavis.edu
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