Foto: Pensando por Nestor Galina, disponible
bajo Licencia de Atribución en
http://www.flickr.com/photos/nestorgalina/1420569226/
Puede que tú, como madre, hayas notado comportamientos inusuales en tu hijo, quien a pesar de que crece cada día y luce saludable, no responde (según los indicadores de desarrollo) como un infante de su edad.
Sonreír, dar la mano, demostrar afecto, interactuar, actividades que son sencillas, a él le cuestan un poco más. Si esa es una de tus preocupaciones habla con el pediatra para descartar que se trate de autismo o de otro problema del desarrollo.
De acuerdo con el último informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, en el 2010 a uno de cada 68 niños en Estados Unidos le diagnosticaron autismo. Es decir que la ocurrencia de esta enfermedad aumentó un 30% si se compara con la misma estadística de dos años antes. En su mayoría son varones quienes la padecen: la media de incidencia es cuatro veces superior a la de las niñas. Adicionalmente, muchos tienen un coeficiente intelectual mayor que el promedio de otros niños de su edad.
Señales sutiles
Los trastornos del espectro autista
(TEA) están considerados una discapacidad que puede causar problemas
significativos en la socialización, comunicación y conducta del niño. No
hay un grupo único de síntomas que permitan identificar este
padecimiento, pues cada individuo responde a los estímulos del medio
ambiente de manera diferente. Sin embargo, hay conductas que pueden
hacer sospechar a los padres y es cuando deben consultar al pediatra
para que descarte o confirme el diagnóstico.
Es durante los tres primeros años de vida cuando se presentan las primeras señales. Si el pequeño no responde cuando le llaman por su nombre, no es capaz de señalar las cosas que le interesan o no responde de manera adecuada en situaciones cotidianas puede ser que padezca autismo. Tener dificultad para comunicarse, para autorreconocerse, para interactuar socialmente y para demostrar empatía con quienes lo rodean son otras pistas que no hay que dejar pasar por alto.
Es durante los tres primeros años de vida cuando se presentan las primeras señales. Si el pequeño no responde cuando le llaman por su nombre, no es capaz de señalar las cosas que le interesan o no responde de manera adecuada en situaciones cotidianas puede ser que padezca autismo. Tener dificultad para comunicarse, para autorreconocerse, para interactuar socialmente y para demostrar empatía con quienes lo rodean son otras pistas que no hay que dejar pasar por alto.
La detección temprana es clave
El autismo es un trastorno mental complejo que puede afectar significativamente la calidad de vida de la persona enferma. Diagnosticarlo suele ser muy difícil, pues no hay una prueba de laboratorio que permita su detección.
Los problemas de conducta y de desarrollo son las únicas pautas para hacer el diagnóstico. Identificar temprano la enfermedad permitirá iniciar el tratamiento oportunamente que, casi siempre, mejora los resultados y la calidad de vida del pequeño paciente.
Aunque ninguno de los trastornos del espectro autista tiene cura, un estudio de la Universidad de California concluyó que el 47% de los infantes que recibieron tratamiento temprano lograron completar su escolarización y mejoraron su rendimiento escolar y socialización.
(Tomado de página http://www.laprensafl.com/reconoce-signos-autismo)
Los problemas de conducta y de desarrollo son las únicas pautas para hacer el diagnóstico. Identificar temprano la enfermedad permitirá iniciar el tratamiento oportunamente que, casi siempre, mejora los resultados y la calidad de vida del pequeño paciente.
Aunque ninguno de los trastornos del espectro autista tiene cura, un estudio de la Universidad de California concluyó que el 47% de los infantes que recibieron tratamiento temprano lograron completar su escolarización y mejoraron su rendimiento escolar y socialización.
(Tomado de página http://www.laprensafl.com/reconoce-signos-autismo)
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