Casi toda su vida la ha dedicado a la ayuda y recuperación de niños autistas, a los cuales se ha dedicado por completo como psicóloga clínica. Se trata de Laura Noroña Vinueza, quien se autodefine como una “terapista de niños con trastornos profundos de comunicación y sociabilidad”.
“Un par de años antes de graduarme me llamaron mucho la atención los casos de autismo y comencé a buscar en Guayaquil los lugares con mayor índice de esta enfermedad. Gracias a Dios me pude conectar desde ese primer momento, cuando solo tenía 19 años. Allí nació mi carrera”, recuerda.
“Me llamó la atención el autismo, porque como estudiante de psicología yo comprendía que todo tenía un comienzo, un intermedio y un final, pero el autismo tiene un comienzo sin una conclusión y sigue abierta la interrogante”.
Afirma que no hubo un detonante particular para dedicarse a los niños con autismo.
“Simplemente me llamó mucho la atención el tema del autismo y quería saber más. No me quise quedar con lo que me dice un libro, quise tener mi propia respuesta”, reconoce y destaca “lo hermoso que es que al final puedes recoger esa flor que es el lograr la estabilización y buen funcionamiento de un niño”.
Reconoce que el perfeccionarse en el estudio del autismo “le ha significado la vida” y que para ese fin ha dedicado tiempo y dinero.
“Yo no podría sumar económicamente la inversión que he hecho en mi saber”, dice, pero reconoce que gracias a ella “se siente una sabia en su profesión, con toda la humildad del mundo”.
“Si lo pongo en una balanza, si yo invertí mil tengo cuatro mil de conocimiento, un saber que lo vivimos con mucha ética, con mucha humildad, porque nuestro trabajo no es comercial, es un trabajo con niños”, dice y asegura que la recompensa llega: “Cuando un día una familia, cuyo niño viste hace años te trae un regalo porque es Navidad, o cuando llegas a ser tan parte de su familia que te invitan a sus quince años o a su primera comunión. Es lindo en la parte espiritual y además como profesional me alegra muchísimo que ese niño haya salido adelante gracias a mí”.
Sentada en la sala de su casa, en la ciudadela Bellavista, que a la vez sirve de consultorio para sus terapias familiares, Laura afirma que aunque dedicarse a su carrera le ha costado muchos sacrificios, “no me arrepiento de nada”.
“Para ser lo poco que soy he tenido que sacrificar muchas instancias sociales, porque tuve que estudiar mucho. Además si unos padres te requieren eres parte de su familia, de su vida, porque estás haciendo nacer simbólicamente a su hijo, que ya nació en forma carnal, pero que está metido (introversión), y sacarlo me toma mucho sacrificio, pero también la familia debe estar comprometida y dispuesta a mucho sacrificio”, cuenta.
Soltera por decisión propia, afirma que en ello no tuvo que ver nada su profesión.
“El no optar por tener esposo e hijos pasa por el deseo que tiene cualquier ser humano, por elección. No es que yo dejo de tener una familia por la carrera, porque no hubo la oportunidad por trabajar tanto o porque nadie tocó mi puerta, tiene que ver con el lado personal y no tengo ningún reproche”, señala, sin descartar que en algún momento pueda decidirse por lo contrario.
“Pero mientras, estoy casada civil y eclesiástico con el autismo y esta relación me llena tanto, aunque sé que no es lo mismo que tener tu pareja y tus hijos”, agrega.
Pero reconoce que hay que cuidarse “porque de lo contrario el trabajo te invade y te pierdes en él. Por eso me escapo los fines de semana para dedicarlos a pasar con mi hermana, mi madre, mi espacio, mi vida y mis tres gatos: Tito, Tieta y Nazareno”.
Son esos fines de semana en los que amigos y familiares pueden disfrutar de la Laura amiguera, que es hincha a muerte de Barcelona e impuntual, la que oye tanto pasillos como música en inglés o italiano. Esa Laura que pese a su carácter independiente no se considera feminista y que es una católica ferviente, además de leal en sus afectos.(I)
Dicen de ella
Es una profesional con ojo clínico para ayudar a chicos con problemas de comunicación y socialización, siempre con ayuda de sus padres y sus maestros”.
Johanna de Arosemena
Mi carrera me ha costado muchos sacrificios, personales, familiares y sociales. Pero no me arrepiento de nada”.
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