Las interacciones sociales recíprocas en niños con autismo
podrían mejorar sólo con una invitación a jugar. Esa fue la conclusión
de una investigación de la Universidad de Vanderbilt que fue publicada en el Journal of Child Psychology and Psychiatry (Revista de Psicología y Psiquiatría Infantil).
Los investigadores estudiaron las interacciones en un patio
de juegos entre niños con autismos y sus pares con un desarrollo
normal, y encontraron que ambos grupos juegan de manera similar cuando
se comprometen en juegos independientes con niños que acaban de conocer.
Estos descubrimientos resaltan el rol esencial que tienen los pares en la interacción social
Mientras que los niños con autismo, generalmente, iniciaban
y se comprometían menos en juegos que los niños con un desarrollo
normal, se encontró que otros niños pueden facilitar e incrementar las
interacciones con algo tan simple como un pedido. Estos descubrimientos
resaltan el rol esencial que tienen los pares en la interacción social,
ya que sólo toma un niño para estimular a otros (con o sin autismo) a
interactuar.
“La mayoría de los chicos considera al patio de juegos como
un lugar divertido para interactuar con otros niños pero, para los
niños con autismo, este puede ser un ambiente muy desafiante y
estresante. Una de las actividades claves en donde aprendemos sobre las
reglas sociales mientras crecemos es durante los juegos, pero si no
participas, probablemente no vayas a aprender las reglas o a estar
motivado a interactuar con otros niños”, explica la autora principal,
Dra. Blythe Corbett.
Corbett y sus colegas estudiaron más de 30 interacciones de
pares en niños de entre 8 y 12 años en un patio de juegos real,
utilizando cámaras a control remoto y micrófonos que funcionan sin
baterías. Tres niños estaban en el patio de juego para ser observados:
un niño con desarrollo normal, entrenado como asistente de investigación
(llamado “cómplice”), otro niño con desarrollo normal que estaba allí
solo para jugar y un niño con autismo.
La función del cómplice era invitar a los otros dos niños a
jugar. Este también llevaba un micrófono en el oído con el objetivo de
poder recibir instrucciones de los investigadores, quienes observaban
desde un laboratorio cercano.
Se medía la presencia de la hormona del estrés (cortisol) a
través de las muestras de saliva tomadas tanto en casa como varias
veces luego de las interacciones en el patio de juegos, para comparar
los niveles de estrés de los participantes en un ambiente típico vs. la
hora de juego con los pares. Los niños con autismo demostraron estrés
elevado durante las interacciones sociales. Los niveles más altos de
dicha hormona se observaron en los chicos que mostraban menos motivación
para jugar con otros chicos.
“Todo comienza con una simple oferta para jugar”
“Aunque los niños con autismo pueden experimentar aumento
del estrés en interacciones sociales, fue alentador ver que la
socialización recíproca puede ser facilitada por los pedidos de los
pares. Todo comienza con una simple oferta para jugar”, dice Cobertt.
El trabajo de Cobertt en el laboratorio pretende entender
los perfiles biológicos y conductuales únicos presentes en el estrés y
la motivación social para así poder guiar a tratamientos
individualizados.
Reflexionemos sobre estos resultados, es decir sobre la
importancia que tiene la interacción de los niños con autismo con otros
niños en la escuela, en un parque o en otros lugares. Además es una
oportunidad para que las escuelas, los padres y la sociedad en general
se comprometan a mejorar la calidad de vida de los niños con autismo
fomentando su inclusión y ayudando a erradicar la marginalidad que
muchas veces sufren.
La investigación fue financiada por el National Institute of Mental Health.
1 comentario:
Por eso es importante la inclusion en las escuelas!!!
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