Una lista de ideas y consejos en relación con los problemas de
comportamiento de tu hijo o hija, o de uno de tus estudiantes. La gran
mayoría son aplicables a cualquier niño, tenga o no tenga un TEA, pero
es que así es como debe ser.
- El comportamiento es frecuentemente una forma de comunicación. Cualquier
comportamiento tiene una razón de ser. Un muchacho con TEA puede usar
un mal comportamiento como medio de comunicación, porque no entiende lo
que está pasando o para expresar su frustración cuando las cosas no son
como él espera o desea.
- No respondas a un mal comportamiento portándote mal. Tenemos
que pensar nuestra respuesta, actuar de forma calmada y no reaccionar
aumentando su ansiedad o su enfado. Tampoco debemos responder con lo que
sería una recompensa a ese comportamiento erróneo como por ejemplo
poniéndole su serie favorita en la televisión. Lo ideal es enseñarle a
cambiar ese comportamiento por otro que sea aceptable.
- En caliente no está en su mejor momento. No intentes
imponerle una disciplina o corregirle cuando está enfadado, distraído,
sobreestimulado, encerrado, ansioso o en cualquier otro estado emocional
donde su inestabilidad en ese momento le impida interactuar contigo.
- No solo la letra, también la música. Recuerda que reacciona
tanto al tono de tu voz como a lo que le estás diciendo. Si le gritas,
puede oír el volumen, el tono o el enfado que sientes pero no entenderá
las palabras y por tanto no sabrá que es lo que ha hecho mal, con lo que
puede aumentar la frustración de los dos. Habla en un tono suave y
agáchate junto a él para estar a su altura y facilitar esa comunicación.
- La seguridad es lo primero. Que esté seguro, que no escape
corriendo, que tú puedas seguir conduciendo con tranquilidad, es siempre
prioritario. Si el problema es en el sitio donde estás, sal de allí, si
necesitas pedir ayuda a un desconocido, no lo dudes, hay mucha gente
maja por ahí.
- El mal comportamiento es un mal aliado. No lo veas solo como
un elemento disruptor de la vida en familia sino afróntalo como algo que
tiene ramificaciones en muchos aspectos. Hay que pensar también que el
mal comportamiento no solo hace que la vida familiar y escolar sean
menos agradables sino que también interfiere con los procesos de
aprendizaje.
- Haz un seguimiento al mal comportamiento. A veces ayuda
anotar cuáles son las circunstancias en las que aparece un “mal”
comportamiento: qué personas tomaron parte, a qué hora era, en medio de
qué actividad, cuáles fueron los posibles detonantes… La esperanza es
que surja un patrón que nos ayude a irlo corrigiendo.
- Explora si hay varios sentimientos mezclados. Puede que te
diga que estaba enfadado y eso era evidente pero quizá también estaba
asustado, ansioso, celoso, frustrado, triste… Cuánto mejor entiendas las
cosas, más fácil será corregirlas.
- Ningún niño desea portarse mal. No hay satisfacción en un mal
comportamiento ni tampoco en tu respuesta. Jamás pienses que existe una
mala intención. El niño no quería sufrir una rabieta, mostrar su enfado
o de cualquier otra manera alterar tu clase. No lo hace bien pero no
hay maldad.
- No asumas que el niño entiende las reglas. De hecho, no des
nunca nada por evidente, claro o bien conocido. Puede que te oyera pero
quizá no se enterara. Quizá ayer entendió lo que esperabas de él pero
aunque hoy para ti sea una circunstancia similar para él puede que pesen
más las diferencias y no asume que debe actuar de la misma manera.
- Céntrate en lo positivo. En vez de decirle lo que no tiene
que hacer, dile lo que tiene que hacer. Refuerza cuando haya hecho algo
bien. Usa un lenguaje positivo, que le anime a seguir actuando bien.
- Establece límites. Muchos niños con autismo tienen intereses
repetitivos u obsesiones. A veces es un problema para el comportamiento
como cuando están viendo sus dibujos animados y hay que ir a algún lado u
otra persona quiere ver algo en la tele. Puedes decirle que solo puede
hablar de su tema durante media hora después de cenar o usar su tema
favorito como recompensa para premiar un buen comportamiento.
- Practica con él. Todos los niños necesitan repetir una
actividad hasta incorporarla en su vida cotidiana y hacerla como tú
esperas que la haga. Un niño con un TEA puede necesitar más tiempo y más
repeticiones. Es mejor que practiques en un ambiente tranquilo y cuando
él lo haya dominado ir aportando algunas variaciones para ir ampliando
ese aprendizaje. También te puede ayudar escenificar una escena, usar
dibujos o fotos como si fuera un cómic, construir un cuento que muestre
cuál es el comportamiento apropiado, etc.
- Explícale las cosas. Para cualquier niño es más fácil hacer
algo si entiende los motivos. Si le pides que se comporte de una manera
determinada porque es lo mejor para su seguridad, para la economía de la
familia, para su salud, para la relación con otros niños, díselo, sin
asustarle y a un nivel adecuado a su edad y a sus características
personales
- Intenta entender sus razones. Quizá se comió el bocadillo
antes de tiempo porque tenía miedo de no poder ir al partido y prefirió
quitarse eso de en medio. Si buscas la raíz de que no haya seguido tus
instrucciones es más fácil que lo puedas evitar en otra ocasión.
- Investiga si hay algún problema sensorial. Una fuente común
de muchos malos comportamientos es sentir malestar por alguna entrada
sensorial, ya sean visuales (un tubo fluorescente), auditivas (un
cortacésped trabajando fuera), táctiles (una textura que para él es
enormemente molesta) o de otro tipo.
- Piensa si puede sufrir dolor. Intenta repasar con él si hay
algo que le esté causando dolor como pueda ser los dientes, el estómago,
algún hueso roto, un corte o moratón, acidez de estómago… Si se lleva
el brazo al abdomen o prefiere sentarse en posición fetal es posible,
por ejemplo, que tenga un problema intestinal.
- Entiende su mundo social. Quizá tu hijo sabe que no tiene
amigos y por eso el tiempo de los recreos es el peor para él. Hablar con
su profesor y con sus compañeros de clase puede hacer una diferencia.
Explícales cuáles son los problemas que él tiene y pide su ayuda. Es
cierto que los niños pueden ser crueles pero también pueden ser abiertos
y amables. No asumas que ellos saben cómo deben actuar o que conocen ya
a tu hijo.
- Es miembro de la familia. Un niño con un TEA puede sentir
rabia, ansiedad, miedo por algo que está pasando en la familia: un
divorcio, un problema de salud, un cambio laboral, una mudanza. Los
padres a veces pensamos que nos estamos encargando de todo y que no
tiene que preocuparse, pero si tú estás estresado es muy posible que él
también lo esté, sobre todo si se siente impotente o tiene dificultades
para compartir su preocupación.
- Busca buenos socios. Los maestros, terapeutas ocupaciones,
pediatras a veces tienen buenas ideas que han podido probar en su
trabajo o que les ha contado los padres de otro niño. Intercambia esa
información, prueba alguna de esas cosas, es posible que te lleves
alguna sorpresa grata. También puedes hablar con los profesores para que
busquen un niño (mejor algo mayor) que pueda jugar un rato con él un
día a la semana o acompañarle en las comidas.
- El ejercicio es buena cosa. La actividad física es un buen
camino para estabilizar los procesos mentales y para enseñar
autocontrol. Los deportes de equipo que requieren una buena
coordinación, habilidad e interacciones sociales no suelen ser la mejor
opción pero dependiendo de su edad, aptitudes y preferencias ir a la
piscina, ir al gimnasio, rodar una pelota o encabezar un paseo familiar o
un poco de jogging puede ayudarle a reducir el estrés y a encauzar sus
problemas sensoriales.
- Usa herramientas que te ayuden. Pueden ser unos auriculares
para oír música y tapar los sonidos que le molestan o le confunden.
Puede ser un horario o un mapa del supermercado. Puede ser una pequeña
lista de la compra para que él se encargue de, por ejemplo, de coger las
manzanas y pesarlas. Pueden ser tarjetas de puntos que va sumando para
conseguir la recompensa que él quiere (el ordenador, la piscina, lo que
sea)
- Las pausas y recreos ayudan. Invítale a tomar un respiro para
que se autocontrole antes de que realmente lo necesite. Una esquina de
la habitación o la sala con algunas almohadas, libros y unos auriculares
puede ser una opción magnífica. Es mejor que no vaya a otra aula
distinta porque le resultará más difícil volverme a unir al ritmo de la
clase.
- La relajación se aprende. Se ha visto que programas donde los
niños con TEA hacen una corta sesión de yoga les ayuda a reducir los
comportamientos agresivos, la hiperactividad o el rechazo a las
actividades sociales.
- Habla claro. Dile lo que quieres de una forma positiva y
clara en vez de órdenes confusas, con valoraciones personales mezcladas.
Si le dices “Has dejado tu mesa hecha una guarrería” para él es
básicamente una frase que describe un hecho. En cambio si le dices
“Recoge, por favor, las acuarelas y lleva los papeles sucios a la
papelera” estará mucho mejor. Recuerda que no es bueno entendiendo los
mensajes implícitos. No esperes que él vea fácilmente algo que a ti te
parece evidente.
- Mantén tus expectativas en el marco de lo razonable y adáptate a él. Hay
actividades que un niño sin TEA puede disfrutar pero para un niño con
TEA son una tortura. Una fiesta en el polideportivo del colegio con
cientos de niños saltando, gritando y compitiendo puede que no sea su
idea de una fiesta y puede estar mucho más a gusto sentado junto a una
profesora ordenando los lapiceros.
- Respétale. Burlándote de él o imitándole, él no va a mejor y
tú vas a peor. El sarcasmo, los insultos o los apodos no le harán
reflexionar y salir de un momento o una racha de mal comportamiento. No
hagas acusaciones sin sentido. No establezcas un doble estándar. No le
compares con su hermano ni con otro estudiante.
- Ayúdale a pasar de una tarea a otra. La transición de una
actividad a otra puede necesitar más tiempo en un niño que tenga un TEA
que en otro que no lo tenga. A menudo ayuda avisarle con tiempo de ese
cambio (al revisar la agenda de cada día) y avisarle de nuevo unos pocos
minutos antes del momento de dejar eso y empezar otra cosa. También
puede ayudar que tenga un poco más de tiempo para esa transición y
alguna herramienta como uno de esos relojes de cocina que marcan los
minutos que quedan o un despertador también pueden ser de utilidad.
- De los dos el adulto eres tú. Aunque eres un adulto maduro,
en ocasiones tomas malas decisiones en el calor de una trifulca. Puedes
ayudarle a superarlo más rápidamente si no sumas tu enfado al suyo. Ten
cuidado con estas respuestas que en vez de resolver una crisis la
prolongan, tales como subir el tono o el volumen de voz.
- Confía en él, confía en ti. Educar a un niño con TEA requiere
tiempo, esfuerzo, flexibilidad. Por otro lado los TEA han sido
definidos en ocasiones como discapacidades con final abierto, es decir
no hay límites a priori sobre todo lo que se puede lograr con un chico
con TEA.
- No estás solo. Miles de padres en todo el mundo están pasando
por lo mismo que tú. Busca siempre las posibles asociaciones en tu
ciudad o en tu zona. Ahora que es tan fácil encontrar cosas en internet y
que hay traductores automáticos si no hablas inglés puedes encontrar
también en la red consejos, solidaridad y apoyo.
Esta y otras más informaciones de gran interés podéis leerlas en mi blog personal UniDiversidad. Observaciones y pensamientos.
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