13 de febrero de 2015

Tengo autismo y no quiero ser un mendigo


 
Las personas con autismo se están convirtiendo en mendigos de sus derechos. Porque cada día más se las condena al modelo de caridad, al modelo de beneficencia, como si nada tuviesen y nada mereciesen. Peligroso y triste panorama.

Las políticas públicas de atención a personas con diversidad funcional (discapacidad) son muy heterogéneas en función de cada país. Encontramos modelos desde el ningún apoyo de Honduras a la presunta cobertura social de España, todo un tótum revolútum de visiones y modelos. La gran mayoría poco o nada efectivas.

Obviamente España es el país con una mayor cobertura y asistencia de los países hispanos, de manera que a modo de comparación España sería una especie de paraíso para las personas con diversidad funcional. Pero si comparamos a España con países como Noruega o Dinamarca, pues España es un asco. Todo está en función del color con que se mire. Pero compararse con otros no debe ser la máxima a seguir, sino compararse con uno mismo y ver las diferencias entre los deseos sociales y la realidad, de forma que podamos establecer un modelo correcto.

Pero cuando el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, UNICEF o Save The Children le dan tremendo tirón de orejas a México y España por motivos evidentes y constatables, nadie parece rasgarse las vestiduras. Francamente, me parece que las citadas organizaciones no parecen ser sospechosas de nada.

En el caso de México el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU elaboró un informe en el que se muestra “preocupado” porque buena parte de los recursos para la rehabilitación de las personas con discapacidad es administrada en un ente privado como Teletón (Televisa), tal y como se hacen eco en el digital animalpolitico.com. Y esto es algo grave, ya que el apoyar el modelo de atención a la diversidad en políticas caritativas es ciertamente peligroso, tal y como ya publicamos en su día.

En el caso de España, pues ahí le andamos, hay mucha legislación que no deja de ser papel mojado, cada vez menos recursos y cada vez más excusas, y vemos como cada día que pasa hay más acciones privadas que desde un espíritu solidario-caritativo intentan como pueden dar algo de apoyo. España es un país donde las familias acaban recogiendo tapones de plástico para poder pagar aquello que debería de cubrir el Estado. No sé si es por un deseo sádico del Estado de rescatar el noble oficio del trapero, o sencillamente que las necesidades de una parte de sus ciudadanos se la trae al fresco, o peor aun, ¡que sencillamente no se enteran!, que francamente, no sé qué es peor.

Cuando uno descubre que a pesar del marco legal existente, de que la cobertura completa de atención a la persona con discapacidad está, de una forma u otra, recogida en las cartas magnas, en las leyes, en los acuerdos internacionales, …., luego ve como en México se recortan las partidas presupuestarias para la atención a la diversidad, o en España la lista de desagravios es inmensa (problemas con la ley de la dependencia, problemas con el pago de servicios contratados por las administraciones públicas, acoso institucional a la familias, desidia absoluta de determinadas administraciones, incumplimiento sostenido del marco legal,….), pues lógicamente cunde el desánimo.

Colocar a un importante porcentaje de la población en una situación de vulnerabilidad provocada, consentida y silenciada, es no solo sinónimo de cobardía, los es también de maldad y de carencia de humanidad. Escudarse en aspectos económicos y estructurales para no asumir las responsabilidades del Estado es de un sadismo atroz. Pero además, potenciamos un modelo social tremendo, donde la persona con diversidad funcional ha de ser vista con compasión y lástima, en vez de como a un ciudadano más. Y ya de empleo, ni hablamos, dicen las estadísticas que alrededor del 75% de las personas con discapacidad intelectual no tienen empleo, y me parece que en autismo la cosa no debe andar lejos.

Pero si te quejas, denuncias, y alzas la voz públicamente ante situaciones injustas, entonces eres un radical, una especie de revolucionario de tiempos pretéritos. Aunque a mi personalmente me parece que lo radical es la condena a la desatención, al ostracismo, a la invisibilidad, la condena a tener que ser objetos de caridad !Eso si es radical¡, y no el hablar alto y claro.
La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo“.  Eduardo Galeano




(Tomado de Autismo Diario: http://autismodiario.org/2015/02/13/tengo-autismo-y-no-quiero-ser-un-mendigo/)

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