Breve reseña
“El
autismo es la sombra que deja en el desarrollo
una dificultad o imposibilidad para constituir ciertas funciones
psicológicas cuyo momento crítico se extiende entre el año y medio y los
5-6 años” ( Rivière, 1997)
Aunque el
síndrome del autismo fue descrito por primera vez hace ya más de 50 años por Leo Kanner (1896-1981), un
psiquiatra austríaco de
origen judío , aún en nuestros días, sigue habiendo un alto grado de
debate tanto en el ámbito clínico como en el de la investigación, sobre
su clasificación y las condiciones psicopatológicas que podrían ser
similares. La expresión "Trastornos Generalizados del Desarrollo" (TGD),
que incluye el Autismo clásico, el síndrome de Asperger, el síndrome de
Rett, el Trastorno Desintegrativo y el Trastorno Generalizado del
Desarrollo No Especificado, se ha utilizado para referir este amplio
conjunto de alteraciones neuroevolutivas que comparten los mismos
síntomas básicos propios del autismo (APA, 1994), aunque con diferente
intensidad.
Por tanto, de modo general, usaremos la expresión
autismo para referirnos al conjunto de alteraciones que caracterizan y están presentes en todos los
trastornos del espectro autista.
Asumimos, además, que dado que todos los trastornos del espectro
comparten los mismos síntomas, es posible que compartan el mismo tipo de
alteraciones neuropsicológicas, es decir, las mismas bases
neuro-estructurales, funcionales y cognitivas. Esta idea de alteraciones
comunes a las distintas manifestaciones del espectro subyace en la
mayor parte de los estudios recientes, que tratan de identificar las
estructuras cerebrales afectadas, así como los fundamentos
neuropsicológicos y cognitivos del
autismo.
Primeros síntomas del autismo y de los trastornos del espectro autista que tienen lugar antes de los 36 meses de edad:
- Alteraciones en el desarrollo de la comunicación y de la interacción social
- Deficiencias y adquisiciones en habilidades comunicativas sociales
- Dificultad clara para desarrollar
habilidades de referencia conjunta ( uso del contacto ocular,
expresiones emocionales, gestos preverbales con función comunicativa)
- Déficits en cuanto a “teoría de la
mente”, es decir en los procesos cognitivos que se ocupan de atribuir
estados mentales a los demás, como creencias, intenciones o deseos.
- Ausencia o escasez de actos de mirada para compartir experiencias con otros
- Dificultades en expresión y comprensión de emociones
- Conductas visuales y auditivas atípicas
- Fracaso en acciones de atención
conjunta (no señalar hacia objetos o sucesos, no seguir los gestos de
señalar que hacen otros, no alternar la mirada entre un objeto y otra
persona)
- Graves limitaciones en actos de
referencia social en los que se busca información emocional en el otro
para saber cómo sentirse y comportarse ante situaciones de incertidumbre
- Deficiencias en habilidades de
imitación motora (dificultades para imitar expresiones faciales y
acciones con objetos tanto familiares o muy simples, como nuevas o
complejas)
-Repertorio limitado y repetitivo de conductas de juego funcional y simbólico
- Graves dificultades no solo en
referencia conjunta, sino también en la relación entre deficiencias en
referencia conjunta y dificultades lingüísticas posteriores.
- Conductas problemáticas ( agresivas,
autoagresivas o de destrucción de objetos),en gral. suceden para
protestar por cambios en rutinas habituales o para obtener atención de
personas importantes para el niño.
Acerca de la adquisición del lenguaje en el Autismo
Así, las deficiencias tempranas en
referencia conjunta se convierten en uno de los indicadores más
poderosos para el diagnóstico precoz del autismo y
constituyen un importante indicador para el pronóstico a corto y largo
plazo respecto al desarrollo cognitivo, el social y del lenguaje, y
empiezan a ser consideradas por algunos autores un elemento importante
para comprender las estructuras y procesos neurológicos que podrían
estar afectados en este grupo de trastornos.
Puesto que los niños con autismo
muestran graves deficiencias en el desarrollo de la interacción social
en edades tempranas y sus medios para lograr una referencia conjunta son
muy limitados, su necesidad de progresar en un sistema de comunicación
que sirve a este propósito, como es el lenguaje, será también escasa, ya
que será muy difícil para ellos comprender tal necesidad de aprender a
hablar.
Las ecolalias (repetición literal del
lenguaje de otros, bien inmediatamente o bien tiempo después de haber
escuchado la palabra o frase que se repite), constituyen una forma
peculiar de aprender a hablar que usan los niños con autismo
y pueden servir a una amplia variedad de funciones comunicativas (por
ejemplo pedir, protestar, aceptar, declarar, llamar, autorregular la
conducta propia, o memorizar), por lo que no han de considerarse formas
inadecuadas o simples disfunciones del lenguaje que es mejor ignorar.
Por el contrario han de considerarse en relación a su función en las
interacciones comunicativas y sociales del niño y un camino alternativo
que usan los niños con autismo para desarrollar la función simbólica y el lenguaje.
¿En que consiste? y ¿Cómo puede ayudar e intervenir la Musicoterapia?
"La música ordena el caos, pues el ritmo
impone unanimidad en la divergencia, la melodía impone continuidad en
la fragmentación, y la armonía impone compatibilidad en la
incongruencia". Yehudi Menuhin
Un profesional especialista en autismo
puede sugerir diversos tratamientos factibles de promover efectos
significativos a nivel físico, conductual y emocional. Uno de esos
posibles tratamientos esta relacionado con el uso de la música y el
sonido con fines terapéuticos.
La musicoterapia, es
una disciplina del área de la salud, que utilizada de manera dosificada,
facilita cambios positivos y significativos en el comportamiento
humano. Cimentada sobre experiencias musicales diversas, utiliza como
herramientas específicas los instrumentos musicales u otros elementos y
objetos que facilitan y promueven la apertura de canales de comunicación.
Cada sesión es cuidadosamente planeada, llevada a cabo y evaluada para
cubrir las necesidades propias y específicas de cada niño, ya que lo que
resulta útil y curativo para un paciente puede no serlo para otro.
A los fines de encarar un tratamiento con éste tipo de pacientes, es importante saber que la musicoterapia
dinamiza no solamente en lo puramente somático, motriz, sensorial, sino
también, y lo que es más importante, en un amplísimo campo psíquico,
cognitivo y comprensivo (percepciones, emociones, afectos,
consciencia). Además relaja en el estrés, la ansiedad, la angustia de
base existente en este tipo de patologías. Esta relajación predispone a
la concentración, a la toma de contacto con la realidad exterior, a la
autodefinición, a la comunicación. Facilita la sociabilidad y el
acercamiento con otros individuos.
En lo que concierne a trabajos de investigación en autismo, ciertos estudios han demostrado que la musicoterapia
tiene una influencia positiva al ser utilizada en estos individuos.
Las experiencias amenazadoras del entorno, vivenciadas en muchos de
los casos de niños con autismo, son factibles de ser trabajadas en el marco de una sesión de musicoterapia.
Recursos que la musicoterapia ofrece en esta población:
El autista es arrítmico
por naturaleza. El hecho de aplicar el aspecto rítmico de la música a
la psicología autista se basa en el principio lógico de rehabilitación:
“Tratamos de compensar a la persona con aquellos desarrollos de los que
carece”. Mediante la insistencia y el aprendizaje del ritmo binario
respiratorio, del ritmo ocular en el parpadeo, del ritmo en la danza (
baile tomado y conducido por el terapeuta), del ritmo de dos tiempos al
caminar desplazando los pies, del ritmo coordinado binario al subir y
bajar alternativamente un brazo y otro brazo, una pierna y otra
pierna... conseguiremos un comportamiento somático equilibrado. El autista
se va centrando en una actividad dinámico – motora que le divierte y,
sin darse cuenta le llevará progresivamente a una conciencia de ser
actor voluntario.
El terapeuta percute
rítmicamente en el cuerpo del autista. Ejecuta movimientos pausados
sincronizados utilizando “tempus” y “ostinatos” con cadencias de
velocidad en la acción. El autista se siente arropado,
protegido, tocado. Experimenta sensaciones visibles de bienestar,
estimulantes y relajantes, y va archivando comportamientos rítmicos
naturales. Los niveles perceptivo –cognitivos se van ensanchando
palpablemente, al igual que el aprendizaje de su esquema corporal.
Es notorio y experimentado que al autista le agrada la voz más que ninguna otra forma o presentación del sonido. De las cualidades del sonido, el timbre juega el papel terapéutico más importante. El timbre de su propia voz es el instrumento más cercano y terapéutico de los que dispone el terapeuta musical.
La utilización de la voz como elemento dinámico y relajatorio supone una forma de contacto directa y cálida con el autista. La capacidad por parte del terapeuta
de saber proyectarla, modularla y regularla, es un elemento clave para
los logros que se pretenden. Las alteraciones, intensidades,
guturalidades, chasquidos, quejidos, gorgoritos, risas, llantos... que
puede emitir el instrumento voz, abarca el cúmulo de posibilidades
rítmicas y las cualidades de altura tonal, intensidad, duración y
timbre. El autista valora la voz, la palabra, precisamente aquello de lo que él (en muchos casos) carece, víctima de su hermetismo del habla.
Las alturas tonales, junto a la intensidad (otra cualidades del sonido), sitúan al individuo autista en el límite de la frontera entre la ansiedad, el nerviosismo, la angustia... y la placidez, serenidad y recogimiento.
Durante la terapia musical debe reservarse un tiempo para el juego, éste puede incluir:
a) Canciones específicas y personales con el nombre del niño y su entorno afectivo familiar,
b) Una improvisación ordenada y dirigida tanto por parte del terapeuta como del/los individuos que acuden a la sesión, c) El relato de cuentos y su escenificación.
También puede planificarse una
experimentación tímbrica sonora (mediante órgano – piano), donde la
persona conecte con el teclado a la vez que el terapeuta
va cambiando registros y timbres instrumentales. En algunos casos, este
contacto le sirve al niño también como ejercicio psicomotriz de
digitalización.
En las relajaciones (manipuladas,
libres, individuales, grupales), el autista se acomoda corporalmente al
sonido concordante con su ISO ( identidad sonora). Al principio es
necesario estar a su lado, hablarle, susurrarle, combinar estructuras
motoras con movimientos y ritmos que están sonando.
Si es así llegaremos a una situación
asumida por la experiencia diaria, en la que el autista relaciona el
momento, la música, la situación, con el tiempo de sedación, y asumirá
la posición horizontal en la colchoneta simplemente con escuchar “y
ahora es la hora de relajarnos”.
Efectos resultantes de su aplicación sistemática
- Incentiva el desarrollo socioemocional:
En los primeros pasos de unas relación, los niños autistas tienden a
ignorar o rechazar físicamente los intentos de contacto social ofrecidos
por aquellas personas del entorno inmediato. La musicoterapia
ayuda a abordar esta conducta patológica ofreciendo una primera
relación objetal con un instrumento musical. Lejos de percibir el
instrumento musical como “amenazador”, muchos niños autistas se sienten
usualmente atraídos por la forma, sonido y percepción del mismo
oficiando muchas veces de “objeto intermediario”, permitiendo que la
vivencia amenazante que percibe el niño autista de un adulto desconocido (el terapeuta), pueda ser “canalizada o mediatizada” a través de los mismos.
- Promueve aspectos verbales y no verbales de la comunicación:
Cuando se tata de enriquecer aspectos comunicacionales, la
musicoterapia tiende a incrementar la vocalización y el lenguaje, y a
estimular procesos mentales como la comprensión, la conceptualización y
las capacidades simbólicas.
El musicoterapeuta
intentará, a través de sus múltiples estrategias, establecer una
relación comunicativa entre la conducta del niño y la gama de sus
propios recursos sonoros. Resulta interesante el hecho de que un niño autista
tenga una mayor facilidad y apertura hacia la asimilación del elemento
sonoro/musical más que a la de patrones verbales. Esta especial conexión
con lo musical y sonoro que se observa en el autismo, encierra el potencial necesario para estimular aspectos comunicacionales.
- Facilita mediante ciertos instrumentos una toma de conciencia sobre el esquema corporal: Otro recurso que la musicoterapia
ofrece en aspectos de comunicación consiste en incluir instrumentos
de viento en el tratamiento. En muchos casos,el uso de la flauta puede
incrementar la autopercepción sobre zonas como la boca, los labios,
los dientes y la lengua, permitiendo una gradual toma de conciencia
sobre los mecanismos que producen el habla y los órganos implicados en
los mismos.
Otros aspectos que la musicoterapia facilita:
- Aprendizaje de pautas y destrezas a nivel social
- Estimula la comprensión de diversos aspectos del lenguaje
- Incentiva el deseo de comunicación
- Ofrece un espacio para la autoexpresión
- Reduce considerablemente aquellas conductas estereotipadas, no comunicativas
- Contribuye a disminuir la aparición de aspectos ecolálicos del lenguaje
El marco contenedor que ofrece una sesión de Musicoterapia
a un individuo autista, promueve la libertad de que el niño aprenda a
moverse y actuar de maneras específicas que facilitan el
autodescubrimiento y la autoexpresión. El hecho de hacer ruido, golpear y
sacudir instrumentos, gritar y explorar, generan ese plus de placer
indispensable para la satisfacción emocional. Sin embargo siempre hay
que tener en cuenta, más allá de los múltiples efectos positivos que
nuestra disciplina ejerza sobre los individuos autistas, que el
tratamiento debe ser facilitado por un musicoterapeuta calificado y entrenado en la temática.
Bibliografía consultada:
- Aureli, Joan: “Musicoterapia y autismo” Rincón del vago, pag web