Andrea es un joven autista de 18 años que repite
constantemente una palabra: 'bello'. Vive en un mundo lejano y paralelo.
Las ideas se le escapan y lucha constantemente por atraparlas.
Durante
años, Franco su padre lo lleva a todo tipo de terapias: tradicionales,
espirituales, experimentales... Pero no hay resultados. Por insólito que parezca, pasado el tiempo, mediante el ordenador y guiado por el teclado por otra persona, Andrea
empieza a comunicarse con sus padres y a través de sus palabras se
atisba el vendaval de sentimientos, frustración y sueños incumplidos que
lleva dentro: «Soy un hombre prisionero de mis deseos de libertad.
Andrea quiere curarse».
En este descubrimiento está la clave que el padre necesita para dar un giro decisivo a sus vidas. En
el verano de 2010, y en contra de las opiniones de los expertos que
recomiendan tranquilidad y orden para los niños autistas, Franco parte
con Andrea en un viaje increíble: recorrerán en moto 38.000 kilómetros
del continente americano, desde Miami hasta Porto Seguro, pasando por 11
estados de EE.UU., México, Belice, Costa Rica, Guatemala y la selva
amazónica, durante un total de 123 jornadas.
Una
odisea rebosante de anécdotas a la que un escritor, Fulvio Ervas, decide
dar forma novelada en el transcurso de una conversación con Franco
Antonello que dura más de un año. El relato, escrito en primera
persona, toca la fibra lectora de los italianos y se convierte en un
superventas más de 150.000 ejemplares, en 12 ediciones; con adaptación
al cine en marcha galardonado en la categoría literatura con el premio
Anima 2012, que reconoce la labor de personalidades del mundo de la
cultura por su conciencia ética y su responsabilidad social. Su
título es Si te abrazo, no tengas miedo y será publicada en España por
la editorial Seix Barral a partir del próximo 14 de febrero.«Hasta
los dos años y medio confiesa el padre, Andrea estaba perfectamente.
Después, algo cambió. Se volvió taciturno e introvertido. Empezó a hacer
gestos repetitivos sin ningún motivo y dejó de mirar a sus padres a los
ojos. ¡Cuántos cachetes recibió al principio a causa de ese
comportamiento! ¿No habrá sido culpa de la vacuna? Las primeras rarezas
las notamos pocos meses después de la triple vírica».
Andrea,
pasado el tiempo, empezó a escribir frases completas con el ordenador.
Aprendió a hacerlo tras años de ejercicios y con ayuda. «No
fueron pocos los que me expresaron su perplejidad por este sistema
afirma Franco y durante mucho tiempo ni siquiera yo veía lo que estaba
viendo. Me imaginaba que las frases que aparecían en pantalla eran fruto
de la interferencia de la persona que estaba a su lado. Pero después,
con gran sorpresa por mi parte, adquirió una autonomía propia y ahora
escribe con el ordenador sin que nadie guíe su brazo y dice lo que
piensa sobre temas diversos: autismo, vida, amor».
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