Normalmente el acoso suele ceñirse a los
alumnos, pero cuando se trata de niños y niñas con necesidades
educativas especiales el acoso puede ir mucho más allá. Los propios
padres de los otros alumnos y los propios miembros del equipo docente
del colegio son los primeros agresores. Esto no sucede siempre, como es
lógico, pero esta situación tan increíble de rechazo hacia determinados
alumnos por parte de padres y profesores se restringe a: Niños de otras
nacionalidades o etnias (Véase el caso de niños de etnia gitana en
España o de origen Magrebí), niños provenientes de familias
desestructuradas y con exclusión social y niños que se encuentran dentro
de los Trastornos del Espectro del Autismo o niños y niñas con
Trastorno con Déficit de Atención y/o Hiperactividad /TDAH). Demos las
excusas que demos, esto es una vulgar postura xenófoba y
discriminatoria.
Los miembros del equipos docente que no
quiere tener que “soportar” a estos niños en su clase se opondrán con
todas sus fuerzas, influirán en los padres (o vice-versa) ya que desde
su punto de vista estos alumnos con necesidades educativas especiales
deberían de ser escolarizados en centros de educación especial. Estoy
convencido de que a muchos profesionales de la educación esto les
parecerá una barbaridad y pensarán que esto no es real. Pues sí, esto
pasa y mucho más a menudo de lo que nos podamos imaginar. En este tipo
de casos la violencia llega primero a los padres y madres de los niños y
niñas, que verán con incredulidad lo que les está sucediendo, en muchos
casos, las familias prefieren ceder en todo, por aquello de que si
denuncio este tipo de situaciones a mi hijo lo van a masacrar. Al
parecer estas familias no parecen darse cuenta de que lo que quieren
evitar ¡YA ESTÁ SUCEDIENDO! Cuando el equipo docente, padres, y las
correspondientes AMPA (Asociaciones de madres y padres de alumnos) se
ponen en contra nuestra, hay que denunciar estos hechos y si es posible,
formar a estas personas. Aunque a veces mucha gente no quiere salir de
su ignorancia hay que intentarlo. La ignorancia es una incapacidad intelectual severa de libre elección. Resolver este punto solo tiene una vía, y es la de la rectitud y firmeza.
Es importante destacar algunos aspectos
previos. El acoso escolar siempre ha existido, lo que pasa es que ahora
los medios de comunicación se hacen eco de este tipo de situaciones,
cosa que es muy buena para crear una conciencia social. No distingue
entre sexos, hay los mismos casos -porcentuales- de acoso en ambos
sexos; quizás el modelo sea algo diferente entre chicos y chicas, pero
las consecuencias son las mismas. Hay varios modelos de acoso, el que es
puramente psicológico y el que se combina con agresiones físicas, estas
a su vez pueden presentar diferentes niveles, desde el golpecito
continuado a palizas brutales. Pero tampoco debemos confundir una pelea
puntual (que es más un problema de convivencia) con el acoso. En el caso
de las chicas, el acoso suele pasar más desapercibido, ya que este
presenta un modelo de acoso psicológico, de exclusión, de humillación.
Las agresiones físicas no son tan habituales, pero los resultados son
muy similares. Normalmente las estadísticas nos hablan de un mayor nivel
de acoso en varones, ya que este acoso suele ser más físico, pero en el
caso de chicas con Asperger, el modelo de exclusión social entre el
resto de compañeras es bastante fuerte. No seguir modas, no estar en la
misma “Onda”, un mejor rendimiento académico, suele hacer que sufran un
acoso mucho más silencioso, pero no por ello menos pernicioso. Además,
las chicas suelen ser mucho más introvertidas en este aspecto, y
detectar casos de acoso en chicas con Asperger es bastante más difícil.
El acoso escolar suele darse con más
frecuencia entre los 11 y los 14 años de edad (aunque no es una franja
estricta, es en la que se suele concentrar la mayor cantidad de casos).
Suele empezar justo a principios de curso, ya que coincide con la
generación de grupos y es en ese momento donde muchos alumnos no
consiguen integrarse en ninguno de ellos. En el caso que nos ocupa son
chicos y chicas con problemas de empatía social, con una bajo nivel de
comprensión de reglas y roles sociales, etc, en resumen, chicos y chicas
con Asperger y AAF. Si además coincide con el paso de educación
primaria a secundaria y un cambio de colegio, estos chicos y chicas
llevan pintada una diana gigantesca. A su vez, van a demostrar de forma
mucho más evidente sus carencias psicológicas, momentos de depresión,
frustración, confusión, etc, hecho que los convierte en mucho más
vulnerables.
En casos de acoso hay que definir un
poco cómo se conforma el modelo social. Por un lado tenemos al agresor
propiamente dicho, que suele ejercer de líder. Acompañado por su grupo
de seguidores. Luego están los espectadores mudos, que son quienes no
pertenecen al grupo agresor, pero que hacen caso omiso de lo que sucede a
su alrededor. Y finalmente la víctima.
El
agresor suele ser fuerte psicológica y físicamente, aunque no suele ser
brillante académicamente, presenta grandes habilidades sociales. Tienen
buenas capacidades orales, de convencimiento y son unos grandes
manipuladores y capaces de modificar el mismo discurso en función de la
situación. Podríamos decir que son sobresalientes en la Teoría de la
Mente. Aunque en el aspecto de la empatía social son muy buenos, no lo
son en el caso de la empatía emocional, ya que disfrutan produciendo
daño a terceros. No son capaces de percibir el dolor de otros. Mucha
gente los considera pequeños psicópatas, creo que esto es incorrecto, ya
que con una intervención adecuada pueden resolver este tipo de
situaciones. A su vez, estos chicos y chicas suelen presentar problemas
en su desarrollo emocional, tener una baja autoestima que deben de
suplir con este tipo de actitud violenta, pueden sufrir problemas de
violencia (ya sea esta física o psíquica en su entorno familiar), suelen
sufrir muchos castigos, pueden presentar conductas desafiantes, y
carecer de un modelo afectivo y emocional adecuado. Esta carencia de
principios morales y éticos les permite llevar a cabo este tipo de
acciones.
Los seguidores del líder suelen ser
chicos y chicas con gran necesidad de aceptación en el grupo. Son
fácilmente manipulables y siguen a su líder sin hacer ningún tipo de
planteamiento lógico. Tampoco suelen presentar grandes logros
académicos. Suelen ser chicos y chicas muy grises. Usan a su líder como
una proyección de lo que a ellos en realidad les gustaría ser, pero no
tienen las capacidades necesarias para ello. Proyectan su frustración
personal en un plano casi imaginario. Finalmente son tan víctimas del
líder como son los agredidos. Y generalmente son quienes acaban
ejecutando las órdenes del líder del equipo. Y por tanto, cargando con
las consecuencias. Se ven como chicos de 3ª división locos por jugar en
primera y ser aceptados.
Los espectadores mudos, son parte del
éxito del agresor, ya que permiten, por omisión de acción, que el
agresor campe a sus anchas. Conocen pero no actúan. De forma implícita
apoyan al agresor, lo admiran los chicos y para las chicas es algo así
como el macho alfa o vice-versa cuando el agresor es agresora. Además,
sin público el acoso no es tan divertido.
La víctima sufre por tanto la agresión
de unos pocos y la indiferencia del resto. Los chicos con Asperger y AAF
son más débiles en todos los niveles sociales, y externalizan de forma
más visible sus problemas psicológicos, lo que hace más evidente el
éxito del agresor, a su vez la humillación continuada no es comprendida
por la víctima. Esto puede llevarle a diferentes situaciones; ya sean
una depresión, introversión, mutismo, …, o incluso, ataques
descontrolados de ira, que les llevará a defenderse de forma violenta, y
esto hará que además suelan tacharlos a ellos de violentos. Pasando
-increíblemente- de víctima a agresores. Los chicos con Asperger y AAF
no comprenden bien el por qué de las agresiones y eso les lleva a una
espiral de confusión con malas consecuencias en cualquier caso.
Hay también que añadir un último grupo,
formado por niños y niñas con una adecuada educación en valores éticos y
morales, que saben diferenciar perfectamente lo que está bien y lo que
está mal, y que no permanecen impávidos ante este tipo de situaciones.
Suelen ser quienes advierten al equipo docente de este tipo de
situaciones, o quienes tienen el valor suficiente de decir la verdad. Si
el equipo educativo del centro es bueno, pondrán en marcha
automáticamente todo el protocolo existente para poner fin a este tipo
de situaciones. Si por el contrario son personas cuya mayor aspiración
es oír la campana de las 5 para salir a toda velocidad, será la familia
quien deberá de actuar. Entendiendo que la familia se haya percatado de
la situación.
¿Cómo detectar un caso de acoso escolar?
El cambio en el estado de ánimo va a ser
el primer indicador. Introversión, aversión a volver al colegio, estado
depresivo, caída del rendimiento académico, desaparición de objetos
personales, pertenencias que aparecen rotas, miedos irracionales,
actitud agresiva, golpes y moratones, peticiones de dinero u objetos
caros, estados de ansiedad, problemas de sueños o terrores nocturnos,
etc. En suma, conductas que salgan de la normalidad.
Normalmente, el chico o chica que sufre
el acoso está sometido/a a una gran tensión emocional, pero en muchos
casos se mostrará totalmente hermético. Ante este tipo de situaciones,
si los padres detectan este tipo de conductas y nuestro/a hijo/a no
quiere abrirse, será una buena idea el apoyarnos en el profesional que
trate habitualmente a nuestro hijo. En el caso de que nuestro hijo sí
nos cuente lo que le sucede, hay que dejarle que explique lo que le
pasa, no interrumpirle, es un tema muy importante y hay que ser
consciente. Dejarnos llevar por la ira no nos va a ayudar.
Un aspecto importante es conseguir
comprender exactamente a que se refiere nuestro hijo, no hay que olvidar
que su percepción es diferente. Que entiende las situaciones de otra
forma, y por eso deberemos ser cuidadosos en como hacemos nuestras
preguntas, no debe de parecer un interrogatorio, pero debemos de obtener
información precisa. Hay que hacerle entender que su problema es el
nuestro, y cuantos más detalles nos dé mejor. Pero es nuestro trabajo
ordenar esos detalles, quizás se pierda mucho tiempo en explicar cosas a
priori poco relevantes y no consigamos acceder al fondo de la cuestión,
o que este hecho le provoque mucha ansiedad, a veces es interesante
parar y relajarse. Si por alguna razón de peso consideramos que porque
nuestro hijo falte unos pocos días al colegio no se acabará el mundo, es
cierto, incluso puede servir como un proceso de calma, pero solo unos
pocos días, evitando el problema no hacemos que desaparezca. Si sentimos
que no estamos avanzando lo suficiente, tener el apoyo del terapeuta de
nuestro hijo o hija puede ser de mucha utilidad y ayuda. Ya que es una
situación que de no pararse puede llevar a consecuencias poco deseables.
El hecho de que los chicos con Asperger y AAF sufran más acoso, no es
por causa de su diversidad, si no por la exclusión social. La carencia
de la protección de grupo los convierte en un blanco fácil. Por tanto,
el modelo preventivo se basa en la pertenencia a un grupo determinado.
Pero cuando esto no sucede, ¡Qué hacemos?
Afrontando el acoso escolar
Evidentemente, quien primero debe
recibir la información es el centro escolar al que acude. Habrá que
cerciorarse si este acoso es exclusivo del colegio o va más allá, es
decir, que este suceda además fuera del colegio. Si el centro dispone de
suficientes medidas de control, el acoso dentro del centro será mucho
más sutil, pero la salida del centro escolar puede ser todo un reto para
la integridad física y moral. Deberemos pues de poner en marcha una
batería de mecanismos y modelos de intervención.
A quien primero deberemos de informar es
al profesor o profesora. Solo podemos encontrarnos dos posturas, o no
sé nada o el culpable es su hijo o cualquier otra excusa que exculpe al
profesor y por extensión al centro. O que haya una buena recepción y se
ponga en marcha un protocolo para estos casos. Si es este el caso, lo
normal es que el centro ponga en marcha su procedimiento, del cual
debemos de estar puntualmente informados.
En caso de que haga caso omiso,
deberemos de saltarlo e ir directamente a la dirección del centro, sin
demora alguna. En caso de que sigan negando la mayor, el siguiente paso
será solicitar por escrito y de manera fehaciente (Burofax, Correo
urgente certificado con acuse de recibo, entrega notarial o cualquier
otro medio que deje constancia oficial) una reunión urgente con la junta
del centro y un representante del AMPA que deberá de levantar acta. No
olvidemos que el colegio está obligado a garantizar la seguridad y por
lo tanto la integridad física, psicológica y moral de vuestro hijo, y
estáis en vuestro derecho de exigirlo. A partir de aquí el centro se
tomará las cosa en serio, ya que habéis demostrado firmeza y
determinación. Preferirán que las culpas las cargue el alumno antes que
manchar su historial. Se iniciará un procedimiento y de entrada vuestro
hijo encontrará algo de paz.
En algunos casos se proponen modelos de
mediación, bien, en el 90% de los casos esto solo sirve para perder el
tiempo y someter al acosado a más presión emocional, estamos ante
adolescentes con un trastorno y su actitud en este tipo de situaciones
no va a ser la adecuada. Negarse en rotundo es una opción muy buena.
Sobre la atención psicológica, por norma general es mejor que nuestro
hijo la reciba de forma externa, y si puede ser por quienes ya lo
conocen, el resultado será mucho mejor.
Pensar que un cambio de centro escolar
es la solución no va a ser nada más que llevar el fracaso de un sitio a
otro. Y aunque ciertamente esto ha sucedido muchas veces (y posiblemente
seguirá sucediendo) es un fracaso a todos los niveles, en primer lugar
del colegio, que no ha sabido o no ha querido afrontar un problema desde
un punto de vista profesional, de responsabilidad y de coherencia. Si
acabamos con esta solución, habrá que prestar especial atención a
nuestro/a hijo/a, ya que no eliminamos el problema, sencillamente
cambiamos de lugar. Si nuestro hijo no dispone del apoyo emocional
necesario podemos tener que enfrentarnos posteriormente a otros
problemas mayores. Lo normal es que quien deba de cambiar de centro
escolar es el acosador y no la víctima. Una vez identificados a los/as o
el/la promotor/a del acoso, no es una buena idea ir a hablar con sus
padres. Normalmente nos encontraremos con un problema añadido que no
necesitamos.
La vía correcta es el centro educativo.
Si por alguna razón el centro educativo se hace el loco y se escuda en
culpar a nuestro propio hijo (esto es bastante habitual, o bien les
importa un bledo o no quieren afrontar las responsabilidades derivadas, o
sencillamente son incapaces de gestionar de forma adecuada esta
situación) deberemos informar a la fiscalía de menores e iniciar una
acción penal. En cualquier caso, deberemos de estar siempre bien
preparados, esto significa que a mejor documentado esté el hecho más
puntos tenemos, si ha habido agresiones físicas, es muy recomendable
disponer de partes de lesiones de un hospital, informes psicológicos, el
informe de discapacidad de nuestro hijo o hija, etc, cuantos más
papeles con sellos oficiales tengamos mejor.
Para estudiar el tipo de estrategias de
intervención a seguir en el centro escolar, recomendamos estudiar los
modelos que se plantean en Psicoeducacion, estos modelos se hayan incluidos en el programa Golden 5
para el apoyo y la mejora escolar. Son guías de acción destinadas a la
eliminación -entre otras- de este tipo de conductas y se están llevando a
cabo de forma simultánea en 5 países.
(Tomado de pçagina de Autismodiario)
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