4 de noviembre de 2012

Acoso escolar hacia adolescentes con Síndrome de Asperger y Autismo de Alto Funcionamiento

Foto: Diego Grez

Normalmente el acoso suele ceñirse a los alumnos, pero cuando se trata de niños y niñas con necesidades educativas especiales el acoso puede ir mucho más allá. Los propios padres de los otros alumnos y los propios miembros del equipo docente del colegio son los primeros agresores. Esto no sucede siempre, como es lógico, pero esta situación tan increíble de rechazo hacia determinados alumnos por parte de padres y profesores se restringe a: Niños de otras nacionalidades o etnias (Véase el caso de niños de etnia gitana en España o de origen Magrebí), niños provenientes de familias desestructuradas y con exclusión social y niños que se encuentran dentro de los Trastornos del Espectro del Autismo o niños y niñas con Trastorno con Déficit de Atención y/o Hiperactividad /TDAH). Demos las excusas que demos, esto es una vulgar postura xenófoba y discriminatoria.

Los miembros del equipos docente que no quiere tener que “soportar” a estos niños en su clase se opondrán con todas sus fuerzas, influirán en los padres (o vice-versa) ya que desde su punto de vista estos alumnos con necesidades educativas especiales deberían de ser escolarizados en centros de educación especial. Estoy convencido de que a muchos profesionales de la educación esto les parecerá una barbaridad y pensarán que esto no es real. Pues sí, esto pasa y mucho más a menudo de lo que nos podamos imaginar. En este tipo de casos la violencia llega primero a los padres y madres de los niños y niñas, que verán con incredulidad lo que les está sucediendo, en muchos casos, las familias prefieren ceder en todo, por aquello de que si denuncio este tipo de situaciones a mi hijo lo van a masacrar. Al parecer estas familias no parecen darse cuenta de que lo que quieren evitar ¡YA ESTÁ SUCEDIENDO! Cuando el equipo docente, padres, y las correspondientes AMPA (Asociaciones de madres y padres de alumnos) se ponen en contra nuestra, hay que denunciar estos hechos y si es posible, formar a estas personas. Aunque a veces mucha gente no quiere salir de su ignorancia hay que intentarlo. La ignorancia es una incapacidad intelectual severa de libre elección. Resolver este punto solo tiene una vía, y es la de la rectitud y firmeza.

Es importante destacar algunos aspectos previos. El acoso escolar siempre ha existido, lo que pasa es que ahora los medios de comunicación se hacen eco de este tipo de situaciones, cosa que es muy buena para crear una conciencia social. No distingue entre sexos, hay los mismos casos -porcentuales-  de acoso en ambos sexos; quizás el modelo sea algo diferente entre chicos y chicas, pero las consecuencias son las mismas. Hay varios modelos de acoso, el que es puramente psicológico y el que se combina con agresiones físicas, estas a su vez pueden presentar diferentes niveles, desde el golpecito continuado a palizas brutales. Pero tampoco debemos confundir una pelea puntual (que es más un problema de convivencia) con el acoso. En el caso de las chicas, el acoso suele pasar más desapercibido, ya que este presenta un modelo de acoso psicológico, de exclusión, de humillación. Las agresiones físicas no son tan habituales, pero los resultados son muy similares. Normalmente las estadísticas nos hablan de un mayor nivel de acoso en varones, ya que este acoso suele ser más físico, pero en el caso de chicas con Asperger, el modelo de exclusión social entre el resto de compañeras es bastante fuerte. No seguir modas, no estar en la misma “Onda”, un mejor rendimiento académico, suele hacer que sufran un acoso mucho más silencioso, pero no por ello menos pernicioso. Además, las chicas suelen ser mucho más introvertidas en este aspecto, y detectar casos de acoso en chicas con Asperger es bastante más difícil.

El acoso escolar suele darse con más frecuencia entre los 11 y los 14 años de edad (aunque no es una franja estricta, es en la que se suele concentrar la mayor cantidad de casos). Suele empezar justo a principios de curso, ya que coincide con la generación de grupos y es en ese momento donde muchos alumnos no consiguen integrarse en ninguno de ellos. En el caso que nos ocupa son chicos y chicas con problemas de empatía social, con una bajo nivel de comprensión de reglas y roles sociales, etc, en resumen, chicos y chicas con Asperger y AAF. Si además coincide con el paso de educación primaria a secundaria y un cambio de colegio, estos chicos y chicas llevan pintada una diana gigantesca. A su vez, van a demostrar de forma mucho más evidente sus carencias psicológicas, momentos de depresión, frustración, confusión, etc, hecho que los convierte en mucho más vulnerables.

En casos de acoso hay que definir un poco cómo se conforma el modelo social. Por un lado tenemos al agresor propiamente dicho, que suele ejercer de líder. Acompañado por su grupo de seguidores. Luego están los espectadores mudos, que son quienes no pertenecen al grupo agresor, pero que hacen caso omiso de lo que sucede a su alrededor. Y finalmente la víctima.

 

El agresor suele ser fuerte psicológica y físicamente, aunque no suele ser brillante académicamente, presenta grandes habilidades sociales. Tienen buenas capacidades orales, de convencimiento y son unos grandes manipuladores y capaces de modificar el mismo discurso en función de la situación. Podríamos decir que son sobresalientes en la Teoría de la Mente. Aunque en el aspecto de la empatía social son muy buenos, no lo son en el caso de la empatía emocional, ya que disfrutan produciendo daño a terceros. No son capaces de percibir el dolor de otros. Mucha gente los considera pequeños psicópatas, creo que esto es incorrecto, ya que con una intervención adecuada pueden resolver este tipo de situaciones. A su vez, estos chicos y chicas suelen presentar problemas en su desarrollo emocional, tener una baja autoestima que deben de suplir con este tipo de actitud violenta, pueden sufrir problemas de violencia (ya sea esta física o psíquica en su entorno familiar), suelen sufrir muchos castigos, pueden presentar conductas desafiantes, y carecer de un modelo afectivo y emocional adecuado. Esta carencia de principios morales y éticos les permite llevar a cabo este tipo de acciones.

Los seguidores del líder suelen ser chicos y chicas con gran necesidad de aceptación en el grupo. Son fácilmente manipulables y siguen a su líder sin hacer ningún tipo de planteamiento lógico. Tampoco suelen presentar grandes logros académicos. Suelen ser chicos y chicas muy grises. Usan a su líder como una proyección de lo que a ellos en realidad les gustaría ser, pero no tienen las capacidades necesarias para ello. Proyectan su frustración personal en un plano casi imaginario. Finalmente son tan víctimas del líder como son los agredidos. Y generalmente son quienes acaban ejecutando las órdenes del líder del equipo. Y por tanto, cargando con las consecuencias. Se ven como chicos de 3ª división locos por jugar en primera y ser aceptados.

Los espectadores mudos, son parte del éxito del agresor, ya que permiten, por omisión de acción, que el agresor campe a sus anchas. Conocen pero no actúan. De forma implícita apoyan al agresor, lo admiran los chicos y para las chicas es algo así como el macho alfa o vice-versa cuando el agresor es agresora. Además, sin público el acoso no es tan divertido.

La víctima sufre por tanto la agresión de unos pocos y la indiferencia del resto. Los chicos con Asperger y AAF son más débiles en todos los niveles sociales, y externalizan de forma más visible sus problemas psicológicos, lo que hace más evidente el éxito del agresor, a su vez la humillación continuada no es comprendida por la víctima. Esto puede llevarle a diferentes situaciones; ya sean una depresión, introversión, mutismo, …, o incluso, ataques descontrolados de ira, que les llevará a defenderse de forma violenta, y esto hará que además suelan tacharlos a ellos de violentos. Pasando -increíblemente- de víctima a agresores. Los chicos con Asperger y AAF no comprenden bien el por qué de las agresiones y eso les lleva a una espiral de confusión con malas consecuencias en cualquier caso.

Hay también que añadir un último grupo, formado por niños y niñas con una adecuada educación en valores éticos y morales, que saben diferenciar perfectamente lo que está bien y lo que está mal, y que no permanecen impávidos ante este tipo de situaciones. Suelen ser quienes advierten al equipo docente de este tipo de situaciones, o quienes tienen el valor suficiente de decir la verdad. Si el equipo educativo del centro es bueno, pondrán en marcha automáticamente todo el protocolo existente para poner fin a este tipo de situaciones. Si por el contrario son personas cuya mayor aspiración es oír la campana de las 5 para salir a toda velocidad, será la familia quien deberá de actuar. Entendiendo que la familia se haya percatado de la situación.

¿Cómo detectar un caso de acoso escolar?

El cambio en el estado de ánimo va a ser el primer indicador. Introversión, aversión a volver al colegio, estado depresivo, caída del rendimiento académico, desaparición de objetos personales, pertenencias que aparecen rotas, miedos irracionales, actitud agresiva, golpes y moratones, peticiones de dinero u objetos caros, estados de ansiedad, problemas de sueños o terrores nocturnos, etc. En suma, conductas que salgan de la normalidad.

Normalmente, el chico o chica que sufre el acoso está sometido/a a una gran tensión emocional, pero en muchos casos se mostrará totalmente hermético. Ante este tipo de situaciones, si los padres detectan este tipo de conductas y nuestro/a hijo/a no quiere abrirse, será una buena idea el apoyarnos en el profesional que trate habitualmente a nuestro hijo. En el caso de que nuestro hijo sí nos cuente lo que le sucede, hay que dejarle que explique lo que le pasa, no interrumpirle, es un tema muy importante y hay que ser consciente. Dejarnos llevar por la ira no nos va a ayudar.

Un aspecto importante es conseguir comprender exactamente a que se refiere nuestro hijo, no hay que olvidar que su percepción es diferente. Que entiende las situaciones de otra forma, y por eso deberemos ser cuidadosos en como hacemos nuestras preguntas, no debe de parecer un interrogatorio, pero debemos de obtener información precisa. Hay que hacerle entender que su problema es el nuestro, y cuantos más detalles nos dé mejor. Pero es nuestro trabajo ordenar esos detalles, quizás se pierda mucho tiempo en explicar cosas a priori poco relevantes y no consigamos acceder al fondo de la cuestión, o que este hecho le provoque mucha ansiedad, a veces es interesante parar y relajarse. Si por alguna razón de peso consideramos que porque nuestro hijo falte unos pocos días al colegio no se acabará el mundo, es cierto, incluso puede servir como un proceso de calma, pero solo unos pocos días, evitando el problema no hacemos que desaparezca. Si sentimos que no estamos avanzando lo suficiente, tener el apoyo del terapeuta de nuestro hijo o hija puede ser de mucha utilidad y ayuda. Ya que es una situación que de no pararse puede llevar a consecuencias poco deseables. El hecho de que los chicos con Asperger y AAF sufran más acoso, no es por causa de su diversidad, si no por la exclusión social. La carencia de la protección de grupo los convierte en un blanco fácil. Por tanto, el modelo preventivo se basa en la pertenencia a un grupo determinado. Pero cuando esto no sucede, ¡Qué hacemos?

Afrontando el acoso escolar

Evidentemente, quien primero debe recibir la información es el centro escolar al que acude. Habrá que cerciorarse si este acoso es exclusivo del colegio o va más allá, es decir, que este suceda además fuera del colegio. Si el centro dispone de suficientes medidas de control, el acoso dentro del centro será mucho más sutil, pero la salida del centro escolar puede ser todo un reto para la integridad física y moral. Deberemos pues de poner en marcha una batería de mecanismos y modelos de intervención.

A quien primero deberemos de informar es al profesor o profesora. Solo podemos encontrarnos dos posturas, o no sé nada o el culpable es su hijo o cualquier otra excusa que exculpe al profesor y por extensión al centro. O que haya una buena recepción y se ponga en marcha un protocolo para estos casos. Si es este el caso, lo normal es que el centro ponga en marcha su procedimiento, del cual debemos de estar puntualmente informados.

En caso de que haga caso omiso, deberemos de saltarlo e ir directamente a la dirección del centro, sin demora alguna. En caso de que sigan negando la mayor, el siguiente paso será solicitar por escrito y de manera fehaciente (Burofax, Correo urgente certificado con acuse de recibo, entrega notarial o cualquier otro medio que deje constancia oficial) una reunión urgente con la junta del centro y un representante del AMPA que deberá de levantar acta. No olvidemos que el colegio está obligado a garantizar la seguridad y por lo tanto la integridad física, psicológica y moral de vuestro hijo, y estáis en vuestro derecho de exigirlo. A partir de aquí el centro se tomará las cosa en serio, ya que habéis demostrado firmeza y determinación. Preferirán que las culpas las cargue el alumno antes que manchar su historial. Se iniciará un procedimiento y de entrada vuestro hijo encontrará algo de paz.

En algunos casos se proponen modelos de mediación, bien, en el 90% de los casos esto solo sirve para perder el tiempo y someter al acosado a más presión emocional, estamos ante adolescentes con un trastorno y su actitud en este tipo de situaciones no va a ser la adecuada. Negarse en rotundo es una opción muy buena. Sobre la atención psicológica, por norma general es mejor que nuestro hijo la reciba de forma externa, y si puede ser por quienes ya lo conocen, el resultado será mucho mejor.

Pensar que un cambio de centro escolar es la solución no va a ser nada más que llevar el fracaso de un sitio a otro. Y aunque ciertamente esto ha sucedido muchas veces (y posiblemente seguirá sucediendo) es un fracaso a todos los niveles, en primer lugar del colegio, que no ha sabido o no ha querido afrontar un problema desde un punto de vista profesional, de responsabilidad y de coherencia. Si acabamos con esta solución, habrá que prestar especial atención a nuestro/a hijo/a, ya que no eliminamos el problema, sencillamente cambiamos de lugar. Si nuestro hijo no dispone del apoyo emocional necesario podemos tener que enfrentarnos posteriormente a otros problemas mayores. Lo normal es que quien deba de cambiar de centro escolar es el acosador y no la víctima. Una vez identificados a los/as o el/la promotor/a del acoso, no es una buena idea ir a hablar con sus padres. Normalmente nos encontraremos con un problema añadido que no necesitamos.

La vía correcta es el centro educativo. Si por alguna razón el centro educativo se hace el loco y se escuda en culpar a nuestro propio hijo (esto es bastante habitual, o bien les importa un bledo o no quieren afrontar las responsabilidades derivadas, o sencillamente son incapaces de gestionar de forma adecuada esta situación) deberemos informar a la fiscalía de menores e iniciar una acción penal. En cualquier caso, deberemos de estar siempre bien preparados, esto significa que a mejor documentado esté el hecho más puntos tenemos, si ha habido agresiones físicas, es muy recomendable disponer de partes de lesiones de un hospital, informes psicológicos, el informe de discapacidad de nuestro hijo o hija, etc, cuantos más papeles con sellos oficiales tengamos mejor.

Para estudiar el tipo de estrategias de intervención a seguir en el centro escolar, recomendamos estudiar los modelos que se plantean en Psicoeducacion, estos modelos se hayan incluidos en el programa Golden 5 para el apoyo y la mejora escolar. Son guías de acción destinadas a la eliminación -entre otras- de este tipo de conductas y se están llevando a cabo de forma simultánea en 5 países.

 (Tomado de pçagina de Autismodiario)
 

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