Tienen talleres de cocina, plástica, natación, musicoterapia y actividades de la vida cotidiana.
 
 Neuquén > El Centro Educativo Terapéutico (CET) Quelluén,  al que concurren niños con psicosis y autismo, festejó ayer su décimo  aniversario en una jornada de recreación y juegos en la que los docentes  destacaron la lucha de los papás que lograron el nuevo edificio, en el  que funciona desde hace cuatro años.
 
“Estamos muy contentos porque luchamos mucho con los papás y los chicos  para tener un edificio propio. Esto es el logro del trabajo y esfuerzo  de los papás que lucharon para tener un lugar apropiado para los niños”,  explicó Karina Bik, maestra especial del CET Quelluén, que en voz  mapuche significa “ayúdame”.
 
Comenzaron a funcionar en la calle Santa Fe, después en Gabriela  Mistral y Pampa, y desde el año 2008 están en Sargento Cabral y  Stefanelli.
 
Actualmente asisten unos 55 chicos entre niños y jóvenes. Por la mañana  concurren los adolescentes de 10 a 16 años, y los niños de 4 a 10 años  lo hacen por la tarde. Además de los chicos integrados en jardines de  infantes y en escuelas primarias comunes.
 
Reciben educación, capacitación, respeto y cariño del plantel que está  integrado por maestros especiales y psicólogos, psicopedagogos, y  asistentes sociales.
 
Están dentro de la modalidad de educación especial pero asumen las  características de un centro educativo terapéutico debido a que tienen  cada cinco jóvenes una pareja integrada por un maestro especial y un  psicólogo.
 
Tienen talleres de cocina, plástica, actividades de la vida diaria, natación y musicoterapia.
 Curiosos, algunos retraídos y otros efusivos, los jóvenes se  entusiasmaron primero con las canciones que cantaban junto al  profesor  de musicoterapia, y luego disfrutaron a pleno de la obra de teatro que  les ofrecieron los chicos del Taller Protegido Terapéutico Tayil.
 
“El objetivo es tratar de insertarse en los distintos ámbitos por fuera  de la institución; que la educación no termine sólo con lo que se pueda  realizar aquí, sino que sea un puente de integración dentro de las  posibilidades que cada uno tenga”, puntualizó la psicóloga Lucía  Dacampo.
 
“Cuando ingresan están muy ensimismados y cuando egresan están más integrados con la escuela, más definidos los intereses, y eso es producto de todo un trabajo”, sostuvo Bik.
 
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