Desde la Asociación TGD-Padres expresaron la necesidad de que los chicos que sufren este trastorno puedan ser integrados. “Hay mucha resistencia y hay pocos colegios que aceptan incorporarlos”, explicó la titular de la asociación, Débora Feinmann. Frente a la llegada de un chico con trastorno generalizado de desarrollo, desde la Región Educativa V explicaron que “hay una comisión de inspectoras que hacen la evaluación pedagógica para hacer la mejor oferta educativa para ese alumno”.
La integración escolar de un chico con TGD (trastorno generalizado del desarrollo) no es una tarea sencilla, pero las trabas que encuentran –según cuentan algunos padres- entorpece la tarea. Es por esto que reclaman una ampliación de la oferta educativa. Desde el área de Educación, mientras tanto, explicaron que se hace un diagnóstico de cada caso y se piensa en la mejor alternativa para el chico.
La fundadora de la Asociación de TGD Padres, Débora Feinmann, explicó a Info Región que cuando “hay una discapacidad mental -puede ser autismo, Síndrome de Down, o un retardo mental leve- hay mucha resistencia y hay muy pocos colegios que acepten incorporarlos”. “Tienen que ir a un colegio especial, cuando en realidad, están preparados para ir a un colegio normal. Es decir, a un colegio común con una maestra especial que los lleva hacia delante”, apuntó.
En ese marco, detalló que estos chicos “aprenden y procesan la información de una manera diferente que un chico típico. Por eso, la maestra integradora adapta la currícula y le enseña con una pedagogía diferente. Esto ocurre en la mayoría de los casos de autismo”. Y destacó: “Llegan a ser profesionales y estudian en la facultad; hay que saber cómo abordarlos y tiene el problema de socialización”.
Por su parte, Jazmín Ocampo, mamá de Facundo Barrios Ocampo de 6 años y que tiene TGD no especificado, explicó que en su caso su hijo “está integrado en un jardín común”.
“Encontramos buenas respuestas en los colegios que nos hemos dirigido, pero la verdad es que tuvimos que hablar con inspectores para que nos aprueben. Así y todo, hay dificultades en cuanto a la apertura de los docentes”, contó a este medio. “La apertura y formación de los docentes inciden directamente en el proceso de integración y en el éxito de un proyecto de integración de un niño con necesidades especiales cualquiera sea”, añadió la mujer.
Frente a estos testimonios, Info Región consultó con el área educativa. Nora Saporiti, inspectora jefa de gestión estatal de la Región Educativa V -que comprende Esteban Echeverría, Almirante Brown, Ezeiza, Presidente Perón y San Vicente-, explicó que frente a la llegada de un chico con TGD a una escuela, “hay una comisión de inspectoras que hacen la evaluación pedagógica para hacer la mejor oferta educativa para ese alumno”.
“En líneas generales, siempre participa una escuela de educación especial, que tiene el abordaje específico de este trastorno, la escuela en la cual está integrado, que puede un jardín de infantes o una primaria si es un alumno pequeño, y la Dirección de Psicología”, detalló la profesional en ese sentido, al tiempo que remarcó que “cada alumno tiene su particularidad porque también tiene una familia que lo acompaña en ese proceso que es diferente”.
Contó, en esa línea, que “a veces algunos alumnos llegan con un proceso de integración, la familia acepta la escuela especial para hacer la integración porque en la escuela primaria o el nivel inicial los maestros no tienen formación específica para abordar diferentes dificultades de un alumno ya sea TGD o alguna discapacidad”. “Por eso, hay escuelas especiales donde los recursos humanos están formados para hacer el abordaje de este alumno en particular. Muchas veces están con una integración, la familia la acepta y también se incorpora al proceso de integración; y uno trabaja con esas familias con las configuraciones de apoyo que sean necesarias para que pueda transitar su camino escolar”, completó.
Sobre la metodología de integración, Saporiti especificó que “a veces no es necesario concurra a la escuela especial, depende del alumno, porque puede ser que esté integrado completamente a la escuela común, sea inicial o primaria. Y la escuela especial asiste al alumno y a la maestra”; de todos modos, aclaró que “hay otros alumnos que necesitan esquemas diferentes y asistan a la escuela especial y a la común. O ir primero a la especial, porque tienen mayor problema con vínculos, incorporar la figura del otro, y entonces primero se trabaja casi individualmente”.
¿Hay cupos? “No existe nada escrito que diga que una escuela pueda tener hasta tantos alumnos pero en la práctica tenés sección que tiene un máximo de 30 alumnos en un jardín, vos no podés tener integrados cuatro alumnos con TGD porque hay una dinámica propia del alumno que por ahí para ese maestro son demasiados”, detalló la inspectora jefa de gestión estatal de la Región Educativa V. La búsqueda del equilibrio es lo fundamental “porque también está el tiempo de atención diferente que requiere”.
La integración escolar de un chico con TGD (trastorno generalizado del desarrollo) no es una tarea sencilla, pero las trabas que encuentran –según cuentan algunos padres- entorpece la tarea. Es por esto que reclaman una ampliación de la oferta educativa. Desde el área de Educación, mientras tanto, explicaron que se hace un diagnóstico de cada caso y se piensa en la mejor alternativa para el chico.
La fundadora de la Asociación de TGD Padres, Débora Feinmann, explicó a Info Región que cuando “hay una discapacidad mental -puede ser autismo, Síndrome de Down, o un retardo mental leve- hay mucha resistencia y hay muy pocos colegios que acepten incorporarlos”. “Tienen que ir a un colegio especial, cuando en realidad, están preparados para ir a un colegio normal. Es decir, a un colegio común con una maestra especial que los lleva hacia delante”, apuntó.
En ese marco, detalló que estos chicos “aprenden y procesan la información de una manera diferente que un chico típico. Por eso, la maestra integradora adapta la currícula y le enseña con una pedagogía diferente. Esto ocurre en la mayoría de los casos de autismo”. Y destacó: “Llegan a ser profesionales y estudian en la facultad; hay que saber cómo abordarlos y tiene el problema de socialización”.
Por su parte, Jazmín Ocampo, mamá de Facundo Barrios Ocampo de 6 años y que tiene TGD no especificado, explicó que en su caso su hijo “está integrado en un jardín común”.
“Encontramos buenas respuestas en los colegios que nos hemos dirigido, pero la verdad es que tuvimos que hablar con inspectores para que nos aprueben. Así y todo, hay dificultades en cuanto a la apertura de los docentes”, contó a este medio. “La apertura y formación de los docentes inciden directamente en el proceso de integración y en el éxito de un proyecto de integración de un niño con necesidades especiales cualquiera sea”, añadió la mujer.
Frente a estos testimonios, Info Región consultó con el área educativa. Nora Saporiti, inspectora jefa de gestión estatal de la Región Educativa V -que comprende Esteban Echeverría, Almirante Brown, Ezeiza, Presidente Perón y San Vicente-, explicó que frente a la llegada de un chico con TGD a una escuela, “hay una comisión de inspectoras que hacen la evaluación pedagógica para hacer la mejor oferta educativa para ese alumno”.
“En líneas generales, siempre participa una escuela de educación especial, que tiene el abordaje específico de este trastorno, la escuela en la cual está integrado, que puede un jardín de infantes o una primaria si es un alumno pequeño, y la Dirección de Psicología”, detalló la profesional en ese sentido, al tiempo que remarcó que “cada alumno tiene su particularidad porque también tiene una familia que lo acompaña en ese proceso que es diferente”.
Contó, en esa línea, que “a veces algunos alumnos llegan con un proceso de integración, la familia acepta la escuela especial para hacer la integración porque en la escuela primaria o el nivel inicial los maestros no tienen formación específica para abordar diferentes dificultades de un alumno ya sea TGD o alguna discapacidad”. “Por eso, hay escuelas especiales donde los recursos humanos están formados para hacer el abordaje de este alumno en particular. Muchas veces están con una integración, la familia la acepta y también se incorpora al proceso de integración; y uno trabaja con esas familias con las configuraciones de apoyo que sean necesarias para que pueda transitar su camino escolar”, completó.
Sobre la metodología de integración, Saporiti especificó que “a veces no es necesario concurra a la escuela especial, depende del alumno, porque puede ser que esté integrado completamente a la escuela común, sea inicial o primaria. Y la escuela especial asiste al alumno y a la maestra”; de todos modos, aclaró que “hay otros alumnos que necesitan esquemas diferentes y asistan a la escuela especial y a la común. O ir primero a la especial, porque tienen mayor problema con vínculos, incorporar la figura del otro, y entonces primero se trabaja casi individualmente”.
¿Hay cupos? “No existe nada escrito que diga que una escuela pueda tener hasta tantos alumnos pero en la práctica tenés sección que tiene un máximo de 30 alumnos en un jardín, vos no podés tener integrados cuatro alumnos con TGD porque hay una dinámica propia del alumno que por ahí para ese maestro son demasiados”, detalló la inspectora jefa de gestión estatal de la Región Educativa V. La búsqueda del equilibrio es lo fundamental “porque también está el tiempo de atención diferente que requiere”.
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