El autismo es un trastorno del desarrollo, de inicio precoz (antes de los tres años de edad), en el que se dan alteraciones en la interacción social y la actividad imaginativa, en la comunicación y en el lenguaje y en la flexibilidad de conductas, intereses y actividades, que tienden a ser repetitivas y estereotipadas.
El concepto de autismo se incluye dentro de lo que hoy en día denominamos “Trastornos generalizados del desarrollo” (TGD), junto con el Síndrome de Rett, Trastorno desintegrativo de la niñez, Síndrome de Asperger y Trastorno generalizado del desarrollo no especificado. De éstos, el autismo y el Síndrome de Asperger son los más relevantes por su mayor frecuencia.
Se ha podido verificar su mayor incidencia en varones (3-4/1), pero cuando se registra en mujeres suele cursar con una sintomatología más severa.
El autista, además de presentar alteraciones en múltiples áreas, como son la atención, la memoria, la afectividad, el comportamiento social, la capacidad intelectual (un 70% se sitúan por debajo de la media), las alteraciones en el lenguaje y la comunicación son uno de los síntomas más significativos en el síndrome autista, pudiendo ir desde la ausencia del lenguaje oral a un retraso significativo en la adquisición del mismo.
Los niños con autismo tienen dificultades para establecer canales comunicativos (verbales y no verbales), por lo que la adquisición del lenguaje se ve muy afectada; por ello la importancia de una adecuada intervención temprana. Son muchos los beneficios que podemos conseguir con una planificación y tratamiento precoz.
En cuanto a la intervención logopédica, cabe destacar que no existe un tratamiento estándar para el autismo, cada caso es único. El programa será elaborado tras una rigurosa evaluación que abarque todas las capacidades y habilidades relacionadas con el lenguaje y su adquisición. El programa tendrá en cuenta las posibilidades del niño, sus habilidades y puntos fuertes y se hará hincapié en las dimensiones social, de comunicación y lenguaje, de anticipación y de simbolización. Se necesitará una activa colaboración entre los padres y los terapeutas y además se motivará la interacción con otros niños.
María Teresa Madueño Iglesias
Logopeda*
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